Estoy sentado leyendo
en el sofá. Ella está en el otro lado de la habitación. De vez en cuando, se me
escapa una mirada hacia ella. Esta sabe que estoy haciendo esto y sabe por qué.
Algunas veces, me llama la atención y luego, mira hacia otro lado. Está
intentando no ser demasiado obvia. Pero sé lo que quiere. Ella ha estado varios
días sola.
Eventualmente, cerré el
libro. “Ven aquí,” le digo.
Ella cruza la
habitación y se para frente a mí. El peso de su cuerpo se inclina sobre su
pierna izquierda, su ingle hacia delante. Es una pose provocativa y ella lo
sabe. Será mejor tener cuidado, ella camina por una línea muy fina. La cojo por
debajo de su falda y le bajo las bragas. Se las saca y se inclina para
recogerlas del suelo.
“Déjalas”, le digo.
Levanto la vista hacia
ella. Esta mira hacia atrás.
“Eres una puta caliente,
¿no es así?”
“Ve hacia la mesa,” le
digo. “Frótate contra ella.”
La observo mientras camina. Por un momento, ella
duda. Luego presiona sus piernas contra la esquina de la mesa. Empieza a
frotarse, presionando el ángulo de la mesa entre sus piernas. Dejo que lo haga
durante un rato, luego la llamo para que vuelva. Ella no me mira cuando está
cerca.
“Eres una descarada sinvergüenza
que destrozas muebles como ese,” le digo.
Ella está en silencio.
Le extiendo el dedo índice de mi mano derecha, paralelo al suelo, justo por
debajo del nivel de su ingle.
“Levántate la falda,”
digo, “y frótate contra mi dedo.”
Es una afirmación, no
una pregunta. Se puso ligeramente acalorada, luego asintió con la cabeza.
Ella gira un poco y se
sitúa más cerca. Se roza conmigo. Es difícil para ella, tiene que inclinarse
sobre sus rodillas ligeramente y el ángulo de mi dedo no está del todo bien
para que ella consiga situar su clítoris contra el mismo. Pero, yo no se lo voy
a poner fácil. Esta tendrá que trabajar para lo que ella quiere.
Pronto mi dedo se
humedece. Se lo quito y se tumba en el sofá. Desabrocho mi cinturón, bajo la
cremallera de mis pantalones. Me los bajo hasta mis caderas, junto con mi ropa
interior. Mi polla está turgente.
“Rózate
contra ella,” le digo. “Pero no para que te la metas dentro de ti.”
Ella se
extiende a ambos lados, levanta su falda y baja su cadera. Poco a poco, empieza
a frotar su clítoris arriba y abajo de mi polla.
“No te
corras a menos que te lo diga yo,” le digo.
mmmmmmmmmmmmmmm...esa pose desafiante, buscando el dominio pero sin pasarse de la raya.....mmmmmmmmm
ResponderEliminarjejeje
Y ese..."quien algo quiere, algo le cuesta" tambien....mmmmmmmmmmmm
jejjee
Un abrazo
Ainssss....cuanto nos haceis sufrir...Y que rico es eso...mmmmmmm...
ResponderEliminarFeliz tarde...
Dulce{Adriano}
dana, me gusta que la descripción de la realidad, de la intensidad del momento, etc...
ResponderEliminarte haya llevado a esos mmmmmmmm tan elocuentes...
Buen día...
dulce...y qué placer haceros sufrir y veros con los ojos entornados, el torso inclinado hacia atrás....
ResponderEliminarBuen día...