martes, 16 de agosto de 2011

Rogando el castigo

Pedir es un tópico propio de la sumisa. Lo puede realizar en muchas ocasiones y no está estrictamente reservado para castigar. Sin embargo, ninguna discusión sobre este tema sería completa sin, al menos, un examen superficial de la “mendicidad.”
Es un tema confuso. Como dije en otro artículo, una sumisa masoquista pide con frecuencia ser castigada. Pero, esto es realmente una invitación, algunas veces, pedir no es más que la gratificación del ego por parte del dominante. Por ejemplo, a la mujer sumisa, a menudo, se le dice que pida las cosas así: “Mi Amo, le pido que quiero tragarme su semen cuando se corra,” o la más popular, “por favor, mi Amo, le ruego que me penetre por el culo”. Algunas veces, se usa para comunicar el deseo. A las mujeres se les dicen que tienen que pedirlo antes de tener un orgasmo. Sin embargo, en este papel, yo centraría el acto de la  “petición” como una parte del proceso de castigar y perdonar.
Más que confusión, el tema es la enorme variedad de actividades asociadas con el acto de rogar o pedir. El número de rituales conocidos y posturas para rogar son incontables. Muy rápidamente, uno aprende que no hay un solo camino para que una sumisa pida algo. Sin embargo, mientras las técnicas de pedir son tan variadas como el número de dominantes y sumisas, el valor de este proceso para la relación D/s es universal.
Pero, ¿por qué nadie, ni siquiera una sumisa, pide ser castigada, de que se le inflija un sufrimiento? Superficialmente, tal acción parece ridícula. Se podría aceptar su castigo y estar agradecida por el perdón, pero, ¿por qué realmente piden ser castigadas? ¿No es ni más ni menos que una gratificación de su ego por parte del dominante?
Creo que el valor de rogar o pedir es significativo y no debería ser pasado por alto. El proceso refleja muchos valores en la relación del dominante con su sumisa.
Claramente, se establece la primera y segunda naturaleza de la relación:
- El pedir no se requiere en una relación de igual a igual. Además, cuando un dominante comete un error (y lo cometemos) nunca pedirán el perdón de la sumisa. Como tal, el acto de pedir afirma la base de la naturaleza de la relación D/s.
- Proporciona un método para que la sumisa exprese su malestar por no servir de una forma que sea aceptable para todas las partes.
- Mi propia experiencia me ha enseñado que las mujeres sumisas sienten un estrés y dolor profundamente intensos cuando han fallado a su pareja dominante. A menos que, ellas tengan alguna manera de expresar este estrés, tendrá un impacto sobre otras parcelas de su vida. Pedir ser castigada facilita un desahogo natural.
- El acto de pedir es una barrera psicológica para muchas sumisas. Ser capaz de solicitarlo representa un logro muy significativo.
- Este es un tema muy importante. Mientras se realiza como sumisa, tendrá que tropezar con una variedad de barreras psicológicas que debe superar. Una de estas es el pedir. Solicitar un castigo puede ser humillante. Sin embargo, solamente su dominante puede perdonarla cuando ella haya fallado. Por eso, necesita pedir perdón. La manera que ella pide es una medida de la intensidad de sus sentimientos internos. Pedirlo es, por eso, un marcador útil.
Es una gratificación para muchos dominantes.
Es verdad que muchos dominantes, incluyéndome yo mismo, descubren que es una satisfacción personal ver a su sumisa pidiendo. Cuando ellas piden, te pertenecen por completo. Los dominantes buscan este nivel de control.
Por supuesto, ninguna sumisa debe pedir si no tienen motivos para ello. Por lo tanto, se puede ver fácilmente que cuando una sumisa natural pide, es un claro indicador de su necesidad de castigo.
Algunas veces, el mero hecho de  “pedir” es un castigo suficiente. En otras ocasiones, se necesitará más. Depende mucho del dominante y de las expectativas de la sumisa. Por ejemplo, una sumisa bien entrenada puede estar a la expectativa para realizar ciertas tareas sin fallar, mientras que una sumisa principiante no puede todavía conocerlas. Yo espero mucho más de las sumisas experimentadas y, por ello, su castigo será más duro si fallan.
Cuando he entrenado a una sumisa, me ha parecido conveniente desarrollar un número apropiado de estilos y posiciones. Estos pueden ser usados por la sumisa para indicar la severidad de la infracción y la intensidad de la culpa que sienten.
Pueden variar desde arrastrarse con el vientre con un látigo entre sus dientes, hasta arrodillarse con solo un ajuste sutil en la posición del cuello para indicar que algo anda mal. Con frecuencia, cuando las parejas dominantes/sumisas están ante el público no siempre es posible para la sumisa posicionarse como lo podría hacer en privado. En esos momentos, resulta fácil tener otras alternativas disponibles para pedir.
Los dominantes pueden intentar forzar a una mujer a pedir o incluso requerirla a ello. Sin embargo, hasta el momento en que lo hacen por sí misma, llevada por su necesidad de ser perdonada, el valor de pedir un castigo es dudoso.
En resumen, hay que reconocer que el acto de castigar constituye un mecanismo de resolución de conflictos entre el dominante y la sumisa. No debería ser confundido con el juego del sadomasoquismo. Más bien, es un acercamiento legítimo e intenso para el dominante y la sumisa con el fin de mantener la estructura y la integridad de su relación. Este acercamiento formal puede tener el “pedir” como un componente del protocolo. Cuando se usa adecuadamente, el castigo no solamente resuelve un conflicto, sino que también gratifica el poder y el servicio de las partes.

1 comentario:

  1. Buenas tardes, en mi blog he empezado un relato, un juego propuesto por el Directorio de Blogs, y me gustaría que lo continuase, le apetece?

    http://yo-sumisa.blogspot.com/2011/08/los-autores-del-blog-directorio-de.html

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