La mujer masoquista me interesa. No sé nada de los hombres
masoquistas, sus motivaciones, sus retos o problemas. No sé nada de ellos,
porque nunca he estado muy interesado en saber de ellos.
También sé muy poco sobre las mujeres que han sufrido abusos. Por
mujer que ha sufrido abusos, me refiero a cualquiera que haya sido emocional,
intelectual o físicamente maltratada por otra persona. En este sentido, ser
reducida significa sentirse inferior,
ser consciente de que su propia autoestima la hace más pequeña. No
sentirse bien consigo misma. Lo contrario de ser mejor. Es cierto, he
encontrado a bastantes mujeres que han sido maltratadas en su infancia o,
incluso, más tarde en sus vidas. Algunas, han hablado de violación, de otras
formas de tortura sexual. Otras, han hablado de castigos físicos muy por encima
de lo que yo consideraría normal o necesario. Más, han hablado de abusos
emocionales, la negación del amor, el maltrato de las emociones internas, etc.
Por lo tanto, me he encontrado con estas mujeres, pero sé poco de ellas. De
nuevo, tampoco estoy muy interesado. Cuando trabajo con una mujer, estoy mucho
más interesado en el “ahora,” no en su historia. Examinaré su historia si
siento que es relevante para su desarrollo, lo cual no siempre es así.
Sé algo sobre la mujer masoquista. Con esto, me refiero a una
mujer que busca el placer y la satisfacción en formas de estimulaciones que la
mayoría de la sociedad considera que son dolorosas. Este dolor puede ser físico
(por ejemplo, azotar, cortar, atar, etc.), pero, pudiera ser también
intelectual (humillación, degradación, objetificación, etc.). Yo no participo
en el sadismo emocional o espiritual, ya que no creo que estas cosas mejoren a
la mujer.
Intentar comprender las motivaciones de la mujer masoquista, puede
ser un reto para aquellas personas que estén fuera de la comunidad de la D/s.
¿Cómo alguien puede ofrecer su cuerpo para ser azotado, golpeado, perforado, etc.,
ser agradable, si ni siquiera es un alivio? ¿Cómo el beberse la orina puede ser
algo edificante? ¿Cómo es posible que alguien pueda sentirse orgullosa de ser
llamada puta o zorra? ¿Dónde está el poder de un hombre para pedirle permiso
para besar sus zapatos o incluso para ir al cuarto de baño u orgasmar? Todo
parece opuesto y contrario al sentido común.
Esto es lo que yo creo y sé.
Para empezar, se requiere a una mujer de carácter fuerte y un
fuerte sentido de sí misma, incluyendo la autoestima. Es cierto, he trabajado
con mujeres que vinieron a mí no sintiéndose demasiado bien consigo mismas,
pero esto no era debido a su baja autoestima, sino más bien, porque estaban en
conflicto con lo que su naturaleza estaba diciéndoles lo que tenían hacer (por
ejemplo, el estilo de vida masoquista) y lo que su sociedad les estaba diciendo
que hicieran (lo mismo que los hombres). Se avergonzaban de hablar de esto con
sus amistades y confidentes por temor a ser ridiculizadas y marcadas como
traidoras (“Lucía, ¿cómo pudiste dejar
que un hombre azotara tu trasero? ¿Para qué piensas que las feministas hemos
estado luchando durante todos estos años? Eres mala porque has traído la vergüenza
contra todas nosotras,” le diría una feminista).
Las mujeres que seleccioné no eran felpudas. No eran mujeres
pasivas. No estaban buscando ningún tipo de solución bizarra por sus pasados “¡pecados!”
Estas mujeres son fáciles de detectar. Yo las llamo “mártires.” Ven el dolor
como un castigo justo por las transgresiones del pasado. El dolor no las
excita, sino que es simplemente una manera de intentar volver a mantener el
equilibrio consigo mismas. No tengo interés en tales mujeres.
Por supuesto, una gran mayoría de mujeres que no se declaran a sí
mismas como masoquistas, es probable que tengan algunas trazas en esa
dirección. Tal vez, les gusten “el amor que pica” o, tal vez, les gusten unos
pocos de azotes en su trasero cuando están siendo cogidas por detrás. Quizás,
les gusten un lenguaje obsceno durante el sexo. Muchas mujeres admiten
libremente que les gustan el sexo “violento” dando a entender que quieren que
sus parejas tengan un rol mucho más dominante en el dormitorio. Y, ¿no existe
una especie de cliché avisando de que muchas mujeres se comportan como una
señora la mayor parte del tiempo, pero como una puta en el dormitorio? Todo
esto habla de un masoquismo latente en todas estas mujeres. Pero, estas mujeres
también me interesan algo. Prefiero que mis masoquistas sean bastante más
extremas.
He hablado largamente con mujeres que he trabajado, tanto en
persona, como por teléfono e incluso por Internet. Me hablaban de la energía
tan sumamente poderosa que sentían cuando las trabajaba. Las levantaban y las
transportaban a otra dimensión donde sentían una cierta perfección de sí mismas.
Cuando son azotadas procesan las sensaciones como los más asombrosos de los
placeres. En parte, esto se debe a las endorfinas que se liberan en el torrente
sanguíneo (como en un corredor de alta competición). Pero también, en parte,
esto es una experiencia espiritual porque se sienten fieles a sí mismas.
Sienten que están siendo fieles a su naturaleza.
Y esta no es solamente la experiencia real que es positiva para
ellas. Todas ellas también informan de una asombrosa variedad de experiencias
positivas después de una intensa sesión. Algunas sienten vértigo y felicidad.
Otras, se sienten poderosas y energizadas. Otras llegan a un lugar de
maravillosa paz y alegría. Sin embargo, otras, informan de una reducción del
estrés que las ayuda a hacer frente con más facilidad a la vida doméstica y
profesional.
Es cierto, que también existe algo más bien negativo, conocido
como “la caída de la sumisa.” Esto es un sentimiento depresivo que se genera
cuando la sumisa no puede mantener por más tiempo su alto nivel en la sesión.
Esto es como casi un retiro y, de acuerdo con mi experiencia, es el resultado
directo de una falta de interacción en curso. Mis tiempos de sesiones con las
mujeres es limitado. Me agrada decir que ellas apenas sienten “la caída de la
sumisa.”
Creo que la caída de la sumisa solamente sucede en aquellos casos
donde no hay una relación en curso (interacción) entre el sádico y la
masoquista.
Teniendo en cuenta esta gama de respuestas al tratamiento sádico,
no es difícil comprender por qué estas mujeres buscan estas experiencias.
Simplemente, se sienten bien, tanto a nivel físico como intelectual. Pero, ¿por
qué debería ser este el caso?
Creo que la parte física es la más fácil de entender. Diferentes
personas experimentan estimulaciones físicas diferentes. El dolor y el placer
son simplemente dos caras de la misma
moneda. Hay algo de diferencia entre ellas desde un punto de vista objetivo. Es
como cada uno procesamos subjetivamente la estimulación para que nos permita
determinar si algo es doloroso o agradable. El “corredor de alta competición”
que he mencionado, es un buen ejemplo. Como las endorfinas son liberadas por la
intensa estimulación, el resultado es el placer.
Pero, ¿qué pasa con aquellas sumisas masoquistas que se sienten
capaces de ser degradadas? ¿Cómo puede ser visto esto sólo bajo el sentido
positivo? ¿Existe placer en ser llamada “carne de puta” o “agujero de juguete”?
¿Puede la cabeza de alguien estar metida en un inodoro y considerarse como si
estuviese rebosante de poder? ¿Puede una masoquista rogar el beberse el semen
de un hombre y ser realmente considerada como una persona mejor? El ser obligada a comer en el bol de un perro fuera
de la mesa o estar en una perrera durante la noche, ¿es un signo de una alta
auto estima?
La simple respuesta a todo lo anterior, es sí. Muchísimo.
La paradoja para las mujeres profundamente masoquistas es que
contra más humilladas sean, más altas se elevan. Parte de ello es simple
orgullo. “Mira lo que yo puedo hacer. Mira lo que yo puedo soportar.” Otra
parte es pura alegría, ya que ellas experimentan una gran riqueza de emociones
y sensaciones que forman parte de este tipo de experiencia. Otra faceta más es
la excitación – no hay duda que tal tratamiento pone a estas mujeres
increíblemente húmedas y necesitadas -, lo cual tiene el efecto de hacer que
sus orgasmos sean, a su vez, más potentes.
En otras palabras, les encantan. No, no es para todo el mundo.
Solamente es aplicable a unas pocas y de estas, solamente unas seleccionadas
pueden realizarlo. Ellas deben ser fuertes. Deben ser capaces para asimilar el
tratamiento sin que le afecte a su propio ego y el sentido de sí mismas. Deben
tener amplios recursos de energía interna y poder para llamar y ofrecer al
sádico, para que pueda usarlo y darle forma a la sesión.
La mujer masoquista poderosa es una criatura muy especial.
Y es, por esto, por lo que me interesa mucho.