viernes, 10 de junio de 2011

Su juguete

Ella se había acostado antes que él, como casi siempre era su costumbre. Él había estado inmerso escribiendo importantes documentos y ella no había querido molestarle. Se había preparado para la cama de la forma habitual. Se había duchado, cepillado los dientes y se había insertado su plug negro de entrenamiento. Se había acomodado bajos las sábanas, vestida con un camisón de seda negro. Aunque era invierno, ella había decidido no llevar nada más en la cama, excepto camisones muy ligeros y suaves. Su cuerpo estaba caliente estos días.
Inesperadamente, él entró en el dormitorio y se desnudó. Esto era una sorpresa para ella y se preguntaba si había hecho lo correcto al insertarse el plug. Se introdujo en la cama y empezó a recorrer el cuerpo de ella con sus manos. Sintió el plug en su culo.
“¿Lo saco?” Preguntó ella.
“No, lo haré yo. Quítate el camisón. No necesitamos eso.”
Ella se sentó en la cama y se sacó el camisón por la cabeza. Lo tiró al suelo y lo dejó allí. De inmediato, la giró, la puso boca abajo y ella percibió rápidamente que intentaría penetrarla. Sintió un poco de pánico. Su culo estaba un poco sensible cuando le sacó el plug y, ahora, ella estaba tentadora.
“No sé si estoy preparada.”
“Cállate.”
Ella dejó de hablar y mientras lo hacía, él presionó sobre su cuerpo, sintió los hombros de ella y puso sus manos firmemente sobre sus espaldas. Él utilizó la palma de su mano con destreza por debajo de su cabello y cuando  asumió el hecho de que él iba a salirse esta noche con la suya, cogió un puñado de su pelo con su mano y la mantuvo sin moverse.
Ella se quedó inmóvil. Su cuerpo se relajó mientras se sentía cómoda dentro de su incapacidad para moverse. Su estado de rendición se había realizado nítidamente, tal como él le había hecho saber que lo haría. La penetró fácilmente de una manera no conocida por ella y la folló por el “culocoño” de una manera similar mientras él usaba su coño. Su satisfacción al usarla era sentido por ella y esta comprendió, en esos momentos, lo que era ser usada por todos sus agujeros, ser suya para follarla a voluntad.
Él sacó su polla y la dejo durante uno o dos minutos, mientras iba al cuarto de baño un momento. Mientras tanto, ella yacía allí, preguntándose lo que iba a suceder a continuación.
Volvió al dormitorio y la encontró en la misma postura que la había dejado. Sin decir una palabra, la penetró por otro agujero. Esta vez, por su coño y cuando estaba ya preparado, la gozó sin pensar en ella.
Sacó un klinex de una caja y lo colocó en su vagina para limpiarle los jugos, cogió la cuerda negra de terciopelo y ató fuertemente sus muñecas. Sacó otro klinex y se sonó la nariz. La puso de lado, separándola de él y la dijo que se durmiera.
Ella hizo tal como le había ordenado y rápidamente se quedó dormida. Durante horas, durmió bien inconsciente. En la oscuridad y en los fríos momentos de la noche, ella se despertó, consciente de su deseo y, entonces, la realidad era que sus manos no estaban libres para  que ella las usara. Ella estaba allí, inmóvil, silenciosa y segura.
Tal como debe ser, un juguete para ser follado.

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