domingo, 19 de junio de 2011

Hacer que ella orgasme

Una gota de líquido preseminal rezuma su camino a través de mi pene irritado, cansado y forma una cúpula brillante y clara en la cabeza. Justo cuando empieza a deslizarse por un lado, ella baja su boca y la succiona.
A medida que se aleja, se forma un fino hilo desde mi pene a su boca. Ella se retira para coger el hilillo y luego lo tira hacia atrás.
Su lengua se mueve alrededor de su boca y, luego, a su lugar de descanso junto a mí y reanuda su descanso.
“Te amo con locura,” dice ella.
“Lo sé,” contesto.
“Me gustas todo tú,” ella continúa. “Me gusta tu cuerpo, tienes un cuerpo perfecto. Tu manera de ser, de expresarte… Y tu pene. Me encanta tu pene.”
Sonrío y cojo una de sus nalgas.
Solo unos minutos antes, ella estaba encima de mí, con mi miembro metido profundamente dentro de ella mientras mis caderas se apretaban contra su pelvis. Ella sacudía sus caderas hacia atrás y adelante con movimientos rápidos. Yo me esforzaba para mantener mi cuerpo firme y mi pene sellaba su vagina por completo. Luego, ella se desató con un orgasmo final.
Ella lanzó su cuerpo hacia atrás con su cabeza inclinada hacia arriba. La agarré para evitar que se cayera. Cuando se golpeó, abrió sus ojos y aspiró una bocanada de aire y se mantuvo inmóvil. Su cuerpo se convulsionó rápidamente durante unos seis segundos, hasta dejar escapar el aliento con un profundo gemido gutural.
Sus ojos se abrieron de par en par y sus piernas temblaban, como si ella hubiera estado hipnotizada en alguna especie de terapia regresiva, viajando a través del tiempo para recobrar algo que ella había perdido en su juventud.
Y yo estaba fuera de mí, con una profunda admiración por la manera tan intensa que ella se corre. Ella no lo recibe solo de mi pene, lo lleva profundamente en su psique. Se convierte en un conducto a través del cual viaja mi espíritu, sondeando su alma, examinando cada rincón de su ser. Y no es solamente la intensidad con la que orgasma, sino la frecuencia y la facilidad. Estos deben haber sido unos ocho o diez en un par de horas en las que yo, anoche, estuve trabajando su coño.
Los orgasmos que ella tenía anteriormente eran simplemente para romper las barreras que defendían a la chica débil, delicada que ella protegía internamente. En el momento que ella tuvo el último orgasmo de la noche, estuvo lista para regalármelo.
Finalmente, yo le respondí.
“Es interesante. No tengo ningún deseo de que te corras. Veo mi papel como el provocador de tus orgasmos. Me gusta ver tu cuerpo retorcerse y convulsionarse, me gusta oírte gemir y llorar, me gusta verte en ese estado de euforia que ni siquiera pienso que te estás corriendo.”
Ella crea una expresión de alegría y me besa.
“Pero, me siento mal de que tú no te corras,” contesta ella.
“Al ver que te corres de esa manera y saber que hago que te corras, ¡oh, Dios mío, es tan placentero!”
Y ello me hace pensar en las otras mujeres con las que he estado anteriormente en mi vida y cómo yo estaba tan concentrado en correrme por mí mismo y, sin embargo, ahora he descubierto una satisfacción  enorme al provocar que ella orgasme.
¿Es una generosidad por mi parte  querer y provocar que una mujer se corra? ¿Satisface simplemente mi ego? O, ¿es justo el hombre dominante que hay en mí?

4 comentarios:

  1. Ben Ali, amigo, esto ya no puede ser casual. Ya imaginas que soy el mismo "anónimo" de ayer. Y, de nuevo, acabo de compartir y comentar con mi sumisa la descripción que has hecho.
    Has descrito algo con otras palabras pero el mismo, repito, el mismo sentimiento. Así que me parece justo corresponderte, expresando lo que siento cuando a ella la tengo sobre mí. He dicho "lo que siento", porque la descripción de actos (y aquí tendría que ir una expresión de exclamación aún no inventada) es magistralmente idéntica.
    Siento, amigo, que mi polla se ramifica una y mis veces invadiendo absolutamente todas las fibras de su ser. Siento que mi alma atrapa e invade su alma. Es más Mía que nunca. Es más Mía que nadie.
    Y... sí. Es mi esencia de Dominante la que, a la vez, alimenta mi ego, la que se reafirma cada vez que se corre para mí y por mí.
    Son tantas las coincidencias que me sigo asombrando. Tendrá algo que ver esta Sevilla de nuestras culpas y nuestros gozos?.
    Un fuerte abrazo, vecino

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  2. De nuevo soy yo. Verás, después de darle a leer lo anterior que escribí, en relación con mi última frase antes de mi despedida, tuvimos la siguiente conversación.
    Ella.- porqué, AMO MIO????????? esta frase suya, LA HOSTIAAAAAAAAAAA
    Yo.- recuerdas una de las últimas frases del escrito? exactamente la última
    ¿Es una generosidad por mi parte querer y provocar que una mujer se corra? ¿Satisface simplemente mi ego? O, ¿es justo el hombre dominante que hay en mí? He cogido esa frase y he expresado lo que siento en dos de sus preguntas porque en mí... hacer que te corras... es una mezcla entre reafirmarme como tu Dueño... y a la vez alimentar ese narcisismo que para mí es sentir que soy tu Dueño. Es como una retroalimentación positiva
    Ella.- no sabria como responder a esas preguntas, desde mi lado, por supuesto, pero si que he tenido claro, MI SEÑOR que no es "generosidad" nunca
    Yo.- NO!!!!! JAMÁS!!!! NO TE HAGO NINGÚN FAVOR. SIMPLEMENTE...
    Ella.- nonononono
    Yo.- ARRANCO LO QUE ES MÍO... PORQUE ME LO HE GANADO

    Escribo esto porque, efectivamente, he visto que no es por generosidad por lo que puedo estar disfrutando HORAS de un orgasmo tras otro de mi sumisa.
    Me atrevo a pensar que esta esencia de Dominantes que compartimos nos elimina la generosidad en esos momentos tan hermosos. La generosidad es un ejercicio que dejamos para otras ocasiones.
    En tu caso, entre otras,… parir esos párrafos tan llenos de honestidad y valentía.

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  3. Me dejas sorprendido por la coincidencia de sentires y sensaciones. Sí, sentires, como decimos por el Sur. Claro que tiene que ver esta Sevilla de nuestras culpas y nuestros gozos. Esta magia del Sur, de la luz, de la temperatura, de nuestros caracteres que despoja los “sentires” de su piel y nos los deja en alma pura, llena de sensualidad, erotismo, pasión, fuerza y amor…y que muy pocos podemos percibir en su plena intensidad….¿sigo?

    Gracias por transmitirme tus sentires, porque el alma que trasmito a través de estos escritos no se queda en el vacío de la indiferencia….
    Un abrazo

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  4. Si te soy sincero, Anónimo, escribí ese post hace como un mes, pensando en no publicarlo porque no sería comprendido. Al final, mi honestidad y decisión se impusieron sobre mis temores. Seguiré en esta línea. No puedo ser de otra manera…tu reconocimiento y el de tu sumisa, significan mucho para mí…

    Una vez más, gracias a ti y a tu sumisa…

    Un abrazo para los dos

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