lunes, 27 de junio de 2011

La mujer masoquista

La mujer masoquista me interesa. No sé nada de los hombres masoquistas, sus motivaciones, sus retos o problemas. No sé nada de ellos, porque nunca he estado muy interesado en saber de ellos.
También sé muy poco sobre las mujeres que han sufrido abusos. Por mujer que ha sufrido abusos, me refiero a cualquiera que haya sido emocional, intelectual o físicamente maltratada por otra persona. En este sentido, ser reducida significa sentirse inferior,  ser consciente de que su propia autoestima la hace más pequeña. No sentirse bien consigo misma. Lo contrario de ser mejor. Es cierto, he encontrado a bastantes mujeres que han sido maltratadas en su infancia o, incluso, más tarde en sus vidas. Algunas, han hablado de violación, de otras formas de tortura sexual. Otras, han hablado de castigos físicos muy por encima de lo que yo consideraría normal o necesario. Más, han hablado de abusos emocionales, la negación del amor, el maltrato de las emociones internas, etc. Por lo tanto, me he encontrado con estas mujeres, pero sé poco de ellas. De nuevo, tampoco estoy muy interesado. Cuando trabajo con una mujer, estoy mucho más interesado en el “ahora,” no en su historia. Examinaré su historia si siento que es relevante para su desarrollo, lo cual no siempre es así.
Sé algo sobre la mujer masoquista. Con esto, me refiero a una mujer que busca el placer y la satisfacción en formas de estimulaciones que la mayoría de la sociedad considera que son dolorosas. Este dolor puede ser físico (por ejemplo, azotar, cortar, atar, etc.), pero, pudiera ser también intelectual (humillación, degradación, objetificación, etc.). Yo no participo en el sadismo emocional o espiritual, ya que no creo que estas cosas mejoren a la mujer.
Intentar comprender las motivaciones de la mujer masoquista, puede ser un reto para aquellas personas que estén fuera de la comunidad de la D/s. ¿Cómo alguien puede ofrecer su cuerpo para ser azotado, golpeado, perforado, etc., ser agradable, si ni siquiera es un alivio? ¿Cómo el beberse la orina puede ser algo edificante? ¿Cómo es posible que alguien pueda sentirse orgullosa de ser llamada puta o zorra? ¿Dónde está el poder de un hombre para pedirle permiso para besar sus zapatos o incluso para ir al cuarto de baño u orgasmar? Todo parece opuesto y contrario al sentido común.
Esto es lo que yo creo y sé.
Para empezar, se requiere a una mujer de carácter fuerte y un fuerte sentido de sí misma, incluyendo la autoestima. Es cierto, he trabajado con mujeres que vinieron a mí no sintiéndose demasiado bien consigo mismas, pero esto no era debido a su baja autoestima, sino más bien, porque estaban en conflicto con lo que su naturaleza estaba diciéndoles lo que tenían hacer (por ejemplo, el estilo de vida masoquista) y lo que su sociedad les estaba diciendo que hicieran (lo mismo que los hombres). Se avergonzaban de hablar de esto con sus amistades y confidentes por temor a ser ridiculizadas y marcadas como traidoras (“Lucía, ¿cómo pudiste dejar que un hombre azotara tu trasero? ¿Para qué piensas que las feministas hemos estado luchando durante todos estos años? Eres mala porque has traído la vergüenza contra todas nosotras,” le diría una feminista).
Las mujeres que seleccioné no eran felpudas. No eran mujeres pasivas. No estaban buscando ningún tipo de solución bizarra por sus pasados “¡pecados!” Estas mujeres son fáciles de detectar. Yo las llamo “mártires.” Ven el dolor como un castigo justo por las transgresiones del pasado. El dolor no las excita, sino que es simplemente una manera de intentar volver a mantener el equilibrio consigo mismas. No tengo interés en tales mujeres.
Por supuesto, una gran mayoría de mujeres que no se declaran a sí mismas como masoquistas, es probable que tengan algunas trazas en esa dirección. Tal vez, les gusten “el amor que pica” o, tal vez, les gusten unos pocos de azotes en su trasero cuando están siendo cogidas por detrás. Quizás, les gusten un lenguaje obsceno durante el sexo. Muchas mujeres admiten libremente que les gustan el sexo “violento” dando a entender que quieren que sus parejas tengan un rol mucho más dominante en el dormitorio. Y, ¿no existe una especie de cliché avisando de que muchas mujeres se comportan como una señora la mayor parte del tiempo, pero como una puta en el dormitorio? Todo esto habla de un masoquismo latente en todas estas mujeres. Pero, estas mujeres también me interesan algo. Prefiero que mis masoquistas sean bastante más extremas.
He hablado largamente con mujeres que he trabajado, tanto en persona, como por teléfono e incluso por Internet. Me hablaban de la energía tan sumamente poderosa que sentían cuando las trabajaba. Las levantaban y las transportaban a otra dimensión donde sentían una cierta perfección de sí mismas. Cuando son azotadas procesan las sensaciones como los más asombrosos de los placeres. En parte, esto se debe a las endorfinas que se liberan en el torrente sanguíneo (como en un corredor de alta competición). Pero también, en parte, esto es una experiencia espiritual porque se sienten fieles a sí mismas. Sienten que están siendo fieles a su naturaleza.
Y esta no es solamente la experiencia real que es positiva para ellas. Todas ellas también informan de una asombrosa variedad de experiencias positivas después de una intensa sesión. Algunas sienten vértigo y felicidad. Otras, se sienten poderosas y energizadas. Otras llegan a un lugar de maravillosa paz y alegría. Sin embargo, otras, informan de una reducción del estrés que las ayuda a hacer frente con más facilidad a la vida doméstica y profesional.
Es cierto, que también existe algo más bien negativo, conocido como “la caída de la sumisa.” Esto es un sentimiento depresivo que se genera cuando la sumisa no puede mantener por más tiempo su alto nivel en la sesión. Esto es como casi un retiro y, de acuerdo con mi experiencia, es el resultado directo de una falta de interacción en curso. Mis tiempos de sesiones con las mujeres es limitado. Me agrada decir que ellas apenas sienten “la caída de la sumisa.”
Creo que la caída de la sumisa solamente sucede en aquellos casos donde no hay una relación en curso (interacción) entre el sádico y la masoquista.
Teniendo en cuenta esta gama de respuestas al tratamiento sádico, no es difícil comprender por qué estas mujeres buscan estas experiencias. Simplemente, se sienten bien, tanto a nivel físico como intelectual. Pero, ¿por qué debería ser este el caso?
Creo que la parte física es la más fácil de entender. Diferentes personas experimentan estimulaciones físicas diferentes. El dolor y el placer son simplemente dos caras  de la misma moneda. Hay algo de diferencia entre ellas desde un punto de vista objetivo. Es como cada uno procesamos subjetivamente la estimulación para que nos permita determinar si algo es doloroso o agradable. El “corredor de alta competición” que he mencionado, es un buen ejemplo. Como las endorfinas son liberadas por la intensa estimulación, el resultado es el placer.
Pero, ¿qué pasa con aquellas sumisas masoquistas que se sienten capaces de ser degradadas? ¿Cómo puede ser visto esto sólo bajo el sentido positivo? ¿Existe placer en ser llamada “carne de puta” o “agujero de juguete”? ¿Puede la cabeza de alguien estar metida en un inodoro y considerarse como si estuviese rebosante de poder? ¿Puede una masoquista rogar el beberse el semen de un hombre y ser realmente considerada como una persona mejor? El ser  obligada a comer en el bol de un perro fuera de la mesa o estar en una perrera durante la noche, ¿es un signo de una alta auto estima?
La simple respuesta a todo lo anterior, es sí. Muchísimo.
La paradoja para las mujeres profundamente masoquistas es que contra más humilladas sean, más altas se elevan. Parte de ello es simple orgullo. “Mira lo que yo puedo hacer. Mira lo que yo puedo soportar.” Otra parte es pura alegría, ya que ellas experimentan una gran riqueza de emociones y sensaciones que forman parte de este tipo de experiencia. Otra faceta más es la excitación – no hay duda que tal tratamiento pone a estas mujeres increíblemente húmedas y necesitadas -, lo cual tiene el efecto de hacer que sus orgasmos sean, a su vez, más potentes.
En otras palabras, les encantan. No, no es para todo el mundo. Solamente es aplicable a unas pocas y de estas, solamente unas seleccionadas pueden realizarlo. Ellas deben ser fuertes. Deben ser capaces para asimilar el tratamiento sin que le afecte a su propio ego y el sentido de sí mismas. Deben tener amplios recursos de energía interna y poder para llamar y ofrecer al sádico, para que pueda usarlo y darle forma a la sesión.
La mujer masoquista poderosa es una criatura muy especial.
Y es, por esto, por lo que me interesa mucho.

1 comentario:

  1. Es tan complejo lo que ocurre en la mente de nosotras las sumisas masoquistas, como el dolor, las humillaciones, los juegos mentales nos hacen sentir tan completas, al punto de no ver dolor en el dolor sino placer, al punto de que las humillaciones no son tales sino parte de esa libertad de ser.

    Simplemente Genial!

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