lunes, 4 de julio de 2011

Preguntas, preguntas...

El primer encuentro es sólo para hablar y construir la confianza. No hay sexo, salvo en la cabeza. No hasta un encuentro posterior donde hacemos las cosas que hemos hablado. Y entre los dos encuentros, que pueden ser días, semanas o incluso meses, ella pasa el tiempo con preguntas. ¿Qué quiero que ella haga? ¿Qué llevará puesto? ¿Cuánto de esto he hecho antes? ¿Puede ella tener una palabra de seguridad? ¿Qué equipo llevaré? ¿Practicaré sexo seguro? ¿Y si ella tiene los pies fríos?
De una manera u otra, hay una pregunta que ella conserva para sí. “¿Qué pasa si yo no puedo aceptar,” dice ella, “las cosas que usted quiere que haga?” “¿Y si es demasiado?” Ella quiere garantías de que yo no voy a ir demasiado lejos.
Tengo varias maneras de responder a estas preguntas. En primer lugar, yo digo que es por eso por lo que estamos hablando, para llegar hasta donde yo sé, empieza a confiar en mí. Descubre, con suerte, que no soy un bruto o un psicópata, sino un hombre que le gusta el spanking. Como a usted mismo le gusta, digo, o de lo contrario no estaría aquí sentada conmigo.
En cualquier caso, le digo que no tengo interés en aterrorizarla. Si es bueno, y estoy seguro que lo será, quiero hacerlo de nuevo. Por lo tanto, necesito la primera vez para ir bien. Y, digo, he hecho esto antes. Creo que puedo decir  si una mujer está en peligro, si ella está consiguiendo mucho. Y si, de verdad, quieres parar, paramos. Por supuesto, puedes tener una palabra de seguridad, pero no creo que sea necesario. Pienso que puedo decirte cuando no significa no.
Pero, digo, y esta es la razón después de todo, no se trata de que yo haga exactamente lo que tú quieres. Eso no es ser sumisa. Se trata de hacer lo que yo creo que necesitas y esto no es la misma cosa. Soy el único que hace lo que yo quiera. Tú eres la única que me permites hacerlo. Esto es lo que realmente quieres, ¿no? El problema es que te asusta un poco.
Tienes que aceptar, digo, que yo voy a llevarte más allá de tu zona de confort. De lo contrario, no tiene sentido. Ahí es donde está la emoción, el ponerte tu misma en la zona de poder de otro. Y tienes que aceptar tu misma que ponerte en la zona de poder de un hombre que no conoces muy bien, nunca puede ser una actividad totalmente libre de riesgos. Tienes que tener una oportunidad.
“Oh,” dice ella. “Pero seguirás hablándome, ¿no?”
“Por supuesto,” digo. “Quiero conocer cómo te está afectando todo el tiempo.”

2 comentarios:

  1. Ben Alí, vecino... no sólo describes a un Dominante DE VERDAD. Describes a una sumisa DE VERDAD. Todo lo demás, querido amigo, o es frivolidad o es insensatez.
    Dicen que "al saber le llaman suerte". Yo creo, simplemente, que tienes la sabiduría natural de nuestra tierra.
    Un abrazo, amigo. Sigue

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  2. En la vida, no todo es suerte, amigo del Sur. Sino experiencia, saber, observación, genes, comprensión, tolerancia y...haber nacido en el Sur. Al igual que otras personas tienen la impronta de su tierra...todo es muy sencillo...

    Te agradezco tu comentario.

    Un abrazo para los dos. Sigo

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