La digo que se
desnude y se siente en la cama. Estoy sentado en el sitio opuesto, todavía vestido.
“Abre tus piernas,” digo. “Quiero
verte.”
Ella extiende sus muslos, pero no me mira.
“Tócate tú misma,” digo.
La miro mientras sus dedos
recorren sus piernas. Abro mi cremallera y saco mi pene. Ya está grueso. Lo
cojo con mi mano y lo acaricio suavemente
“¿Te gustaría tocarlo?”
pregunto.
Ella asiente con la
cabeza.
“¿Te gustaría sentir lo
duro, suave y caliente que está?”
Ella asiente nuevamente
con la cabeza.
“¿Te gustaría besarlo?
Echo para atrás el prepucio para que ella pueda ver el capullo brillante.”
“Sí,” murmulla.
“¿Y te gustaría tenerlo en
tu boca y chuparlo?”
Ella me mira a los ojos.
“Sí,”, dice. “Me gustaría”.
“Dáte la vuelta y
arrodíllate en el borde de la cama,” le digo.
Me sitúo detrás de ella y
toco su coño ligeramente con mi pene.
“No te muevas,” digo.
Froto mi polla ligeramente
contra ella. La presiono hacia delante para que se deslice sobre los labios de
su coño, sin meterla. La alcanzo y pongo mi mano entre sus piernas y presiono
mi polla contra ella. Sé que puede sentirla dura en su clítoris. La muevo de
lado a lado. Oigo que recobra su aliento.
Retiro mi mano y sostengo
mi polla, la inserto cuidadosamente entre los labios de su coño presionándola
un poco hacia dentro.
“No te atrevas a empujar
hacia atrás para que te entre más,” le digo.
“No, señor,” dice ella.
Sosteniendo la polla con
mi mano, la muevo en círculos alrededor de la entrada de su coño, sin llegar a
meterla.
“¿Te gustaría un poco
más?” pregunto.
“Sí, por favor,” murmura
ella.
De un golpe, introduzco mi
polla profundamente. Cuando está a medio camino, la vuelvo a sacar, muy
despacio. Ella hace un pequeño ruido en la parte posterior de su garganta, una
expresión de pesar, quizás. Empiezo a traerla hacia atrás. Muy suavemente, la
deslizo más y más hasta que está completamente dentro de ella. No me muevo
durante uno o dos minutos. Entonces, tenso los músculos entre mis piernas,
haciendo que mi polla se contraiga en el interior de su coño. Ella gruñe. Poco
a poco, la saco de nuevo hasta que el prepucio de mi pene está anidado una vez
más entre sus labios. La dejo ahí. Ella está respirando profundamente.
De pronto, sin avisar, la
penetro lo más fuerte que puedo. Ella jadea. Una vez más, la saco poco a poco,
y la mantengo a la entrada de su coño. Esta vez, ella no sabe si voy a ir
despacio o rápido, ella solo espera correrse de nuevo. Pero, yo lo sé. Ahora,
va a ser todo muy lento. La voy a follar lo más despacio que ella lo haya hecho
en su vida.
Buenas noches Señor, pase por mi blog, deje algo para UD.
ResponderEliminarSaludos
carmesí