domingo, 8 de diciembre de 2013

De nuevo, piense



Una lectora perspicaz que sigue mis escritos, ha cuestionado mi renuencia a rastrear los orígenes de la sumisión en la historia familiar temprana. Su punto de vista es que, de hecho, he estado observando a padres equivocados. No es el abuso por parte del padre el que lleva a las mujeres hacia una relación D/s.  Son las dificultades con la madre. Ella cita una media docena de casos de mujeres sumisas que están relacionadas con sus madres que siguieron causándoles problemas, incluso, en su edad adulta. En la mayoría de estos casos, la casualidad hizo que el papel del padre fuera periférico.

Sería demasiado fácil decir que, en la búsqueda de un dominante, estas mujeres estaban buscando la manera de reemplazar al padre “ausente.” Los seres humanos son más complejos que eso. Ciertamente, no se puede decir que esto sea una explicación suficiente para justificar la tendencia hacia la sumisión. De ninguna manera, casi todas las mujeres con las que he tenido una relación D/s, han tenido problemas con sus madres. Mientras que, por otra parte, una relación un tanto cargada con su madre es también bastante común entre las mujeres vainillas y, sin dudarlo, con toda seguridad.

Sin embargo, me ha hecho pensar de nuevo. Después de todo, sería sorprendente, dado lo que sabemos sobre la psicología humana, si no hubiera relación alguna entre el desarrollo temprano y la naturaleza particular de la sexualidad de una persona. La sumisión (y para el caso, la dominación también) es algo que está en el corazón de muchos de nosotros y, es poco probable, que esté aislado de las  determinaciones sociales de gran alcance sobre los caracteres que resultan de la vida familiar. Por otro lado, como soy muy consciente del riesgo de abrir aquí una lata de gusanos, al no ser una mujer sumisa ni tampoco un psicólogo clínico, es lógico que esté mal equipado intelectualmente para discernir sobre este tema.

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