Una
lectora perspicaz que sigue mis escritos, ha cuestionado mi renuencia a
rastrear los orígenes de la sumisión en la historia familiar temprana. Su punto
de vista es que, de hecho, he estado observando a padres equivocados. No es el abuso
por parte del padre el que lleva a las mujeres hacia una relación D/s. Son las dificultades con la madre. Ella cita
una media docena de casos de mujeres sumisas que están relacionadas con sus
madres que siguieron causándoles problemas, incluso, en su edad adulta. En la
mayoría de estos casos, la casualidad hizo que el papel del padre fuera
periférico.
Sería
demasiado fácil decir que, en la búsqueda de un dominante, estas mujeres
estaban buscando la manera de reemplazar al padre “ausente.” Los seres humanos
son más complejos que eso. Ciertamente, no se puede decir que esto sea una
explicación suficiente para justificar la tendencia hacia la sumisión. De
ninguna manera, casi todas las mujeres con las que he tenido una relación D/s,
han tenido problemas con sus madres. Mientras que, por otra parte, una relación
un tanto cargada con su madre es también bastante común entre las mujeres
vainillas y, sin dudarlo, con toda seguridad.
Sin
embargo, me ha hecho pensar de nuevo. Después de todo, sería sorprendente, dado
lo que sabemos sobre la psicología humana, si no hubiera relación alguna entre
el desarrollo temprano y la naturaleza particular de la sexualidad de una
persona. La sumisión (y para el caso, la dominación también) es algo que está
en el corazón de muchos de nosotros y, es poco probable, que esté aislado de
las determinaciones sociales de gran
alcance sobre los caracteres que resultan de la vida familiar. Por otro lado, como
soy muy consciente del riesgo de abrir aquí una lata de gusanos, al no ser una
mujer sumisa ni tampoco un psicólogo clínico, es lógico que esté mal equipado
intelectualmente para discernir sobre este tema.
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