miércoles, 11 de diciembre de 2013

Las masoquistas pueden ser castigadas con dolor



Hay un rumor muy extendido en el mundo de la D/s y que he escuchado infinidad de veces, aconsejando que no se deba utilizar el dolor para castigar a una sumisa. Yo diría que esto es falso.

Pocas personas o dominantes decimos que se puede castigar a una masoquista con dolor. Yo aconsejo que se provoque un tipo de dolor que no le guste. Aunque, hay dos problemas con esto. Por una parte, a la mujer masoquista, casi siempre suele gustarle un tipo de dolor en concreto y, por otra, ¿qué hacer si a la masoquista, tal como ocurre con mucha frecuencia, todavía tiene que descubrir o encontrar el tipo de dolor que no le gusta?

Creo que lo que muchos sádicos o dominantes no entienden, son los efectos psicológicos del dolor más allá de la sensación placentera que una sumisa masoquista consigue. Es un potenciador. El dolor puede intensificar el placer, el intercambio de energía entre la masoquista y el sádico o el sentimiento de desagrado del dominante.

Es también una buena manera de captar la atención de la sumisa, en el caso de que el dominante tenga la intención de llamar su atención en la sesión, el placer o en lo que él o ambos centren la importancia de la situación. Por ejemplo: A una masoquista, le gusta que le abofeteen en la cara con normalidad. Pero, si ella habla de una manera respetuosa y su dominante le pega fuerte en la cara, no le va a gustar. Pero, si se dirige a él de una manera clara y coherente, y su dominante decide llamar su atención y sacarle de su cabeza cualquier cosa ridícula que ella esté pensando, si le gustará. De esta manera, la atención de ella se centrará solamente en su dominante y en lo que está sintiendo.

Algunas veces, la masoquista sólo necesita un castigo que implique dolor físico, que es lo que exactamente ella necesita. Esto une el aspecto psicológico y físico al castigo y trae dos consecuencias a la conciencia de ella de lo que está pasando y ha pasado. Algunas veces, esto es necesario.

A veces, el castigo psicológico es muy efectivo, pero otras, por causas mayores, es preferible utilizar otros métodos debido a la necesidad de relajación de la masoquista. Es preciso que ambos se liberen de la tensión que tanto el dominante como la sumisa sienten en las sesiones, de la culpabilidad de la sumisa y de la pesada nube sobre la dinámica de la relación en esos momentos. Muy a menudo, el castigo físico puede provocar una liberación de la tensión algo mejor que el castigo psicológico o mental. Y, al final del mismo, el cierre del caso es muy diferente. Con sólo el castigo psicológico, es fácil para la masoquista sentir un fuerte incentivo para no comportarse mal de nuevo. Pero, creo que no llega a ponerla por completo en su sitio ni en su espacio superior correcto. Sin embargo, el dolor físico, cuando es usado como castigo, puede conseguir ese efecto con mucha más premura y con unas consecuencias más duraderas.

Cuando una sumisa o masoquista hace algo que no le agrada a su dominante, una mirada fría y decepcionada de este la puede hacer mucho daño emocional. Pero, si además, le hace daño físicamente con un castigo severo, esa mirada se intensificará mucho más allá de sus emociones, hasta que la parte física de ella – su cuerpo – esté sintiendo los efectos de la decepción de su dominante con la misma fuerza. Esto es mucho más abrumador para ella.

Y así es como el dolor puede ser un castigo efectivo. Incluso, para una masoquista experimentada.

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