Existe
el dolor físico, dolor y castigo. Ella sospechaba que lo deseaba desde hacía
mucho tiempo y ahora forma parte de su vida. Sabe que es un deseo que va mucho
más allá del propio anhelo. Existe el dolor. Es el dolor que necesita para
ella. Al estar atada, el olor del cuero hace que se humedezca inmediatamente.
Las muñecas, los tobillos y el cuello inmovilizados. La respiración se le
acelera. Es la anticipación.
Luchando
contra la mordaza que le encanta odiarla. ¿Cuántas veces suele empujarla con su
lengua para sacarla de su boca hasta que él la aprieta tan fuerte que se hace
un poco dolorosa? Los ojos vendados. La oscuridad se hace literal en su mente,
que se queda bloqueada. La respiración se hace ahora más difícil. Escucharla
mientras él hurga en la bolsa de los juguetes. No hay palabras pronunciadas,
solamente el silencio de los pasos acercándose más y, sin avisar, mientras el
primer latigazo besa su piel desnuda. Existe el dolor. El dolor que la permite
respirar aún más rápido, y lo siente. Ella grita sin importarle qué hacer para
evitarlo. Hay dolor con los azotes aterrizando por todo su cuerpo con la deliciosa
agonía de estar en el mismo sitio, una y otra vez.
Silencio
y quietud. No se da cuenta hasta que él se ha detenido un momento. Su
respiración entrecortada la impide oír dónde está él. Empieza a centrarse en el
calor de los besos. La deja con su piel ardiendo con un implemento tras otro.
Mientras los ruidos de su alrededor empiezan a desaparecer y todo lo que sigue
es la sensación, sin ser capaz de escapar del dolor obsesionante que no se
disipa.
Existe
el dolor. El dolor que se encuentra con demasiada frecuencia en su mente.
Existe el dolor. El dolor que le parece fallar en contra suya y se derrumba. Es
un dolor casi constante y se encuentra a la espera de agarrarlo cada vez que se
siente particularmente odioso. Existe el dolor. Es un dolor como ninguno
otro, que la amenaza cada momento que ha
sido provocado. Es un dolor paralizante que amenaza su seguridad y estabilidad
e, incluso, al amor. Es un dolor que puede destruir una relación antes de que
tenga la oportunidad de crecer echando raíces, tomar formas y conseguir una
dirección.
Existe
el dolor. El dolor de la inseguridad y la duda sobre sí misma, que la ata a
ella como un ancla, pudiendo hundirla y ahogarla. No es el mismo dolor que
últimamente le lleva placer. Es un dolor insidioso, al acecho, serpenteante y
esperándola. Existe el dolor. Algunas veces viene y roba su sueño como un
intruso en la noche, como una llamada de atención no deseada. Existe el dolor.
Algunas veces viene cuando ella está pensando que todo está bien. Ese ladrón
que roba la felicidad y la seguridad. Algunas veces se queda con ella durante
unos minutos, horas y días. Existe el dolor. Un dolor tan poderoso que amenaza
la existencia del amor en su vida. Existe el dolor. Es un dolor que no sabe qué
hacer con él, no sabe cómo dejarlo ir. Excepto en los breves momentos donde el
beso de la cane o la fusta detienen todo su pensamiento. Ahí, no existe el
dolor. Atada y amordazada, sólo existen rayas.
Es tan exacto que parece que usted mismo lo hubiese sentido. Debe ser una experiencia poder llegar a esas cotas de sensaciones, aunque duro y difícil también. No es dolor por dolor, es la conexión que está creando el dominante a través de él, es la forma de llegar a la parte mas íntima de ella que le pertenece. Siempre suele escribir todo lo relativo a lo que la sumisa siente y experimenta, ¿por qué no hace lo mismo desde el punto de vista del dominante?
ResponderEliminarEs que la protagonista del dominante siempre es la sumisa, bien real o en su fantasías. Sobre lo que me comentas, no había caido en ello, aunque, también tengo algunos artículos donde expreso los sentires del dominante...no obstante, tomo nota y espero hacerlo pronto...
EliminarGracias por tu comentario, Anónima...
Feliz día...