viernes, 13 de diciembre de 2013

Existe el dolor



Existe el dolor físico, dolor y castigo. Ella sospechaba que lo deseaba desde hacía mucho tiempo y ahora forma parte de su vida. Sabe que es un deseo que va mucho más allá del propio anhelo. Existe el dolor. Es el dolor que necesita para ella. Al estar atada, el olor del cuero hace que se humedezca inmediatamente. Las muñecas, los tobillos y el cuello inmovilizados. La respiración se le acelera. Es la anticipación.

Luchando contra la mordaza que le encanta odiarla. ¿Cuántas veces suele empujarla con su lengua para sacarla de su boca hasta que él la aprieta tan fuerte que se hace un poco dolorosa? Los ojos vendados. La oscuridad se hace literal en su mente, que se queda bloqueada. La respiración se hace ahora más difícil. Escucharla mientras él hurga en la bolsa de los juguetes. No hay palabras pronunciadas, solamente el silencio de los pasos acercándose más y, sin avisar, mientras el primer latigazo besa su piel desnuda. Existe el dolor. El dolor que la permite respirar aún más rápido, y lo siente. Ella grita sin importarle qué hacer para evitarlo. Hay dolor con los azotes aterrizando por todo su cuerpo con la deliciosa agonía de estar en el mismo sitio, una y otra vez.

Silencio y quietud. No se da cuenta hasta que él se ha detenido un momento. Su respiración entrecortada la impide oír dónde está él. Empieza a centrarse en el calor de los besos. La deja con su piel ardiendo con un implemento tras otro. Mientras los ruidos de su alrededor empiezan a desaparecer y todo lo que sigue es la sensación, sin ser capaz de escapar del dolor obsesionante que no se disipa.

Existe el dolor. El dolor que se encuentra con demasiada frecuencia en su mente. Existe el dolor. El dolor que le parece fallar en contra suya y se derrumba. Es un dolor casi constante y se encuentra a la espera de agarrarlo cada vez que se siente particularmente odioso. Existe el dolor. Es un dolor como ninguno otro,  que la amenaza cada momento que ha sido provocado. Es un dolor paralizante que amenaza su seguridad y estabilidad e, incluso, al amor. Es un dolor que puede destruir una relación antes de que tenga la oportunidad de crecer echando raíces, tomar formas y conseguir una dirección.

Existe el dolor. El dolor de la inseguridad y la duda sobre sí misma, que la ata a ella como un ancla, pudiendo hundirla y ahogarla. No es el mismo dolor que últimamente le lleva placer. Es un dolor insidioso, al acecho, serpenteante y esperándola. Existe el dolor. Algunas veces viene y roba su sueño como un intruso en la noche, como una llamada de atención no deseada. Existe el dolor. Algunas veces viene cuando ella está pensando que todo está bien. Ese ladrón que roba la felicidad y la seguridad. Algunas veces se queda con ella durante unos minutos, horas y días. Existe el dolor. Un dolor tan poderoso que amenaza la existencia del amor en su vida. Existe el dolor. Es un dolor que no sabe qué hacer con él, no sabe cómo dejarlo ir. Excepto en los breves momentos donde el beso de la cane o la fusta detienen todo su pensamiento. Ahí, no existe el dolor. Atada y amordazada, sólo existen rayas.

2 comentarios:

  1. Es tan exacto que parece que usted mismo lo hubiese sentido. Debe ser una experiencia poder llegar a esas cotas de sensaciones, aunque duro y difícil también. No es dolor por dolor, es la conexión que está creando el dominante a través de él, es la forma de llegar a la parte mas íntima de ella que le pertenece. Siempre suele escribir todo lo relativo a lo que la sumisa siente y experimenta, ¿por qué no hace lo mismo desde el punto de vista del dominante?

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    1. Es que la protagonista del dominante siempre es la sumisa, bien real o en su fantasías. Sobre lo que me comentas, no había caido en ello, aunque, también tengo algunos artículos donde expreso los sentires del dominante...no obstante, tomo nota y espero hacerlo pronto...

      Gracias por tu comentario, Anónima...

      Feliz día...

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