La he tenido que coger por los
pelos y, luego, con mi otra mano, abofetear su mejilla, no una vez, sino varias
veces. Ella no trata de huir; me mira
con una mirada extraña. Es casi desafiante:
“Si esto es lo que quieres
hacerme, entonces, hazlo. Pero no pienses que voy a llorar.”
Por lo tanto, la abofeteo un
poco más.
“Voy obligarte a hacer ciertas
cosas,” digo. “Cosas malas y cosas sucias. Y las harás, ¿verdad?”
“Eres mi puta.”
“Sí,” musita ella.
“¿Harás estas cosas? ¿Sean las que sean?”
“Sí, las haré”
Tiro de su pelo con más fuerza y luego, retuerzo su pezón. A ella, se
le corta la respiración.
“Voy a hacerte mi puta,” le digo. “Voy a hacer que te follen otros
hombres mientras miro.”
“Sí,” dice ella.
“¿Vas a hacerlo, verdad?” Le retuerzo su pezón con más fuerza.
“Sí,” de nuevo, contesta ella.
“Voy a obligarte a que le lamas sus pollas. Dime que lo harás.”
“Lameré las pollas que usted me diga. Tantas cuantas usted me ordene,
Señor,” dice ella.
Ella lo dijo en la agonía de su pasión, con voz baja y ronca. Pero,
creo que lo dice en serio. Hay pensamientos oscuros e inquietos en su mente,
cosas que no he inducido para que salgan a la luz todavía. Sé que tengo el
poder para que todas esas cosas sucedan. Ella lo dejó bien claro. Por lo
tanto, todo lo que tengo que hacer ahora,
es decidir qué es lo que, en realidad, quiero. Quiero decir lo que quiero en mi
fantasía y lo que quiero en la realidad. Incluso, en mi cerebro febril, hay una
diferencia.
Felicidades en estas fiestas, es mi deseo desde mi verano azul...
ResponderEliminarLa sumisa acepta las ordenes de su Amo para complacerle porque es su deber, en este caso estar con otros hombres. Y si esto se llevase a la realidad, supongo que el Dominante estaría orgulloso de su sumisa, pero y si este viese que su sumisa esta disfrutando con estos otros hombres? ¿encontraría también placer el Dominante con ello? ¿No sería un jarro de agua fría para él?
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