Cuando una mujer se adentra por primera, y por
curiosidad, en el mundo de la dominación y sumisión, sólo lo ve como un túnel
largo y oscuro y enigmático y raro, que llena su cabeza de preguntas
incomprensibles y fuera de lógica.
Si, por casualidad, siente la llamada de la
sumisión, ese enigma se hace atractivo a sus ojos y deseos. Y esa atracción se
hace más impulsiva y se conjuga con sus deseos eróticos. Y si, por casualidad,
encuentra a un dominante y este la acepta como barro a modelar, aparecen sus
miedos e incertidumbres y aquella oscuridad se permuta en una luz creciente.
Cuando su dominante la introduce en el mundo de
su sumisión y, a pesar de sus miedos, se deja modelar por ese desconocido.
Cuando este la reviste de una estructura de normas, disciplina y rituales, se
da cuenta que este edificio intangible la protege y la hace sentirse querida y
fuerte.
Cuando su dominante la azota hasta el punto que
sus manos se sienten doloridas y cansadas y ella percibe que no es dolor lo que
siente, sino sensaciones desconocidas y placenteras y sentimientos.
Cuando en su entrega descubre que su dominante ha
llegado a su corazón antes que a su mente y sus emociones son regueros de
sentimientos indescriptibles, pero que la llenan y la enriquecen.
Cuando su dominante provoca sus lágrimas y este
las besa y saborea su salinidad, ella se da cuenta que no se pertenece, sino
que le pertenece.
Cuando en su soledad o lejanía, ella se enjuga
sus lágrimas secas y su deseo por estar con él son irresistibles, porque se
considera barro húmedo, obra inacabada, sus lágrimas renacen, sus deseos
de volar solo buscan una corriente de
aire para subirse a ella y volar hacia su hombre, hacia las manos modeladoras
de su alma y de su cuerpo.
A partir de entonces, aquella oscuridad del túnel
se hace luz…
Cuando se ha tomado la decisión de seguir un camino y entregarse a alguien especial, en ese instante renaces en Él y para Él y si ese alguien tiene la capacidad de moldearte a su medida, ¿qué mayor placer que ese?
ResponderEliminarUn beso Ben Ali
Modelar a una sumisa es la aspiración y el deseo primordial de cualquier dominante que se precie. Y esto no se consigue con meros actos físicos, como, por ejemplo, con unos azotes, sino llegando al corazón y a la mente de la sumisa, incluso, con silencios...
ResponderEliminarBuen fin de semana, Ame