Acostada
desnuda sobre su espalda, pellizcando sus propios pezones, muriendo por jugar
con su clítoris, rogándole para que la cogiera, ella hace lo que él quiere, sin
importar cuán placentero o doloroso sea.
Empapando
sus bragas. Haciendo todo, excepto tocarse su coño. Agarrando sus pechos, fuerte,
muy fuerte. Humedeciéndose más y más. Entonces, cuando ella ya no puede aguantarlo
más, le pide que la libere.
Pidiéndole
que se adueñe de ella, que la posea. De modo que, mientras esté al lado de él, aquélla
no tenga que pensar en el trabajo, en nada de lo que la rodea, sino sólo preocuparse
en nada más que las sensaciones.
La
libertad a través de la sumisión.
Libre libre al fiiiin!
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