“¿Puede ser usted cruel?”
Pregunta ella.
Puedo ser cruel, pero mi
crueldad no es mi recompensa. Mi recompensa es tu satisfacción al recibir lo
que con tanta fuerza deseas.
“¿Va a hacerme daño?” Ella
quiere saber.
Te lo haré puesto que deseas
que te lo haga. Seré comedido al aplicar el dolor, te llevaré más lejos de esos
lugares que deseas explorar. Es decir, más allá de la profundidad de tu mente y
la oscuridad de tu anhelo.
“Usted es muy amable. ¿Puede
usted realmente cogerme?” Le pregunta cortésmente.
Mi bondad es acariciarte. Es mi
verdadero yo, pero no me impide cogerte, sino que también me permite guiarte y
comprenderte, mimarte y protegerte.
“¿Sabré que usted es mi
Dominante y mi sádico?” Ella consulta.
Puedes estar segura de que lo
sabrás. La maestría es de mi corazón, mi dominación es como soy y mi sadismo es
lo que buscas. Por lo tanto, desearás estar conmigo.
“¿Podrá usted cogerme?” Ella
pregunta con picardía.
Puedo correr, puedo buscar,
puedo mantener, puedo frenar, puedo atar y puedo vendar. Por tanto, podré cogerte.
“¿Podrá usted hacer que le
obedezca?” Su ego la obliga a preguntar.
No vas a desear otra cosa que
obedecerme. La aquiescencia de tus palabras caerá de tus labios libremente, tal
como serás llevada al lugar donde sabes que tienes que obedecer.
“¿Dónde está ese lugar?” Su
curiosidad le puede.
Es nuestro alfa y nuestro
omega. Es nuestro principio, está allí para nuestro fin. Es un
lugar de luz y
oscuridad. Es un lugar de realización y amanecer, un lugar de aceptación y
entrega. Es un lugar donde encontrarás el poder y donde lo perderás. Es un
lugar donde nuestros ojos se encontrarán y sabrás que estás en él. No existe,
pero será real para ti y para mí. Es un lugar que lo conoceremos cuando
lleguemos allí. Es el lugar donde vas a decir: “Sí.”
“¿Es usted mi Dominante y mi
sádico? Ella se pregunta a sí misma
Si lo deseas, entonces, lo
seré.
Siiiiiiiii
ResponderEliminargracias, de la vasquita
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