Mis
labios estaban junto a su oído y mi voz le llegaba apagada, pero clara. Pero,
como es lógico y, sorprendentemente, su coño estaba entrenado para correrse con
mi voz.
Yo
sabía que mi voz la reconfortaba. Ella me decía que era suave, muy del sur, muy
de mucho control. Ella no tiene la menor duda de que la controlo, que tengo su
control, a pesar de que estoy sobre su espalda, sus piernas abiertas, mis dedos
en su coño y mi voz susurrándole en su
oído. Le digo que la estoy controlando, aunque no tengo necesidad de
recordárselo. Le digo que controlo su coño, sus orgasmos y su cuerpo.
No
puede correrse sin mi permiso. Algunas veces, se lo concedo, otras, no. –
incluso mis dedos bailan sobre su clítoris, tiro de los labios de su coño con
mis dedos, le vuelvo a susurrar en su oído que está siendo controlada por mí.
Espero hasta que ella esté en el tramo de no retorno. Pero… todavía no le he
dado permiso para que se corra. Yo no estoy aún preparado. Está a punto de
explotar por pura necesidad. Le recuerdo que no se corra. Todavía, no. Tal vez,
no del todo. Tal vez, en unos pocos segundos. Tal vez…
“Aguanta
tu respiración,” le digo. “No te corras sin mí. No me importa cuán intensa sea
tu necesidad o que bien esté tocando tu clítoris. No te corras sin mí. No, sin
mí…”
El
silencio susurra en su oído.
Hermosos susurros, el control forma parte de ese lenguaje sin palabras del que tan bien relata, morboso y provocador, manteniendo las pausas, los tonos....encantador.
ResponderEliminarMis saludos.
El control no puede ser de otra manera, minerva...me alegra que coincidamos en este aspecto de la D/s...
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Esas sensaciones que hacen que no seamos capaz de pensar... solo cumplir. Estupendo relato.
ResponderEliminarUn saludo Señor
elenna{Antzel}, gracias por tu comentario...¿qué sería una relación D/s sin el control del poder?...
ResponderEliminarSaludos....