jueves, 13 de junio de 2013

Tu destino

Llegará un día en que me pidas permiso para llamarme “Señor,” para ofrecerme la formalidad de un título honorífico, como una muestra de las necesidades de tu  despertar como sumisa.

No te lo concederé.

Llegará un día en que anheles arrodillarte a mis pies, para separar tus rodillas en un reconocimiento impulsivo del poder de la energía emergente entre nosotros, de mi dominio sobre tu sumisión, que no habla todavía, pero que es tangible y real.

No te lo permitiré.

Llegará un día en el que me solicites que te ate, el deseo burlante de sentir las cuerdas  firmemente en tu cuerpo, haciendo cumplir mi voluntad sobre tu carne, manteniéndose lista para mi uso. Te imaginarás cautiva, un receptáculo esperando mi oscuridad, las cuerdas mordiéndote mientras te retuerces, un presagio del dolor de mi fusta o implementos más oscuros. La fantasía te obsesionará. Una suma de miedo y excitación.

Rechazaré tu petición.

Llegará un día en que me ofrezcas tu cuerpo para mi deleite y placer. Estarás ardiente y ansiosa para que te trate con brusquedad. La tensión de las libertades denegadas convertirán tu piel en un campo eléctrico de hambre y sexo radiante. Impulsos vibrantes y profundos viajarán desde tu coño hasta tu cerebro, marcando un ritmo primario e impidiéndote un pensamiento racional. Tu aroma impregnará la habitación y serás incapaz de controlar la rapidez de tu respiración. Tu mente y tu cuerpo se abrirán a mí y, silenciosamente, me rogarás que acepte tu invitación.

No la aceptaré.

Llegará un día en que te encontrarás a tí misma desnuda y vulnerable, yaciendo en el suelo, tus necesidades desbordándose, locas y fuera de control. Te arrastrarás lentamente por la distancia que nos separa, sollozando por la intensidad del momento, atrapada por una mordaza entre las garras de la sumisión y el miedo, incapaz de no hacer cosa que acercarte a mí. Tu vientre estará a mis pies y tus lágrimas caerán suavemente sobre mis zapatos.

Entonces, me rogarás.

Me pedirás ser mi sumisa y que te controle. Me declararás tu deseo, tus necesidades y tu excitación. Me ofrecerás todo lo que te pida, me permitirás que te use como yo quiera, de cualquier manera y en cualquier momento. Los gemidos de tu garganta expondrán tu miedo y desesperación interior. Temerosa de mi rechazo y, aún, desesperada por tus anhelos, me pedirás ser mi puta y me rogarás que te acepte como mi esclava. Una terrible tensión te invadirá a medida que tú permanezcas allí, rogándome para que te acepte, aterrorizada por las consecuencias.

Entonces, y sólo entonces, te concederé tu destino.

5 comentarios:

  1. Que falta cometió esa sumisa para hacerla sufrir de esa manera?? Me parece cruel

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  2. Más que falta era una lucha de poder entre ella y su Dominante. No hay crueldad por ninguna parte. Era un reto y, claro, el Dominante ganará...

    Feliz día

    Ben Allí

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    1. e claro que noooooooo ser Dominante es mucho mas que dominar. Despersonalizar una sumisa es lo mismo que se quedar con una muñeca sin espirito....eso no es Dominancia ...en tiempos le llamaban Inquisición el resultado es lo mismo...la victima hablara todo para poder llegar a su liberación...
      soy una sumisa con mucha experiencia ...e ante todo, respecto por la personalidad de cada uno,nunca se debe transponer....e esto ...ES BÁSICO!

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  3. Me encanta... Y me encanta en general tu forma de escribir... Pero esta entrada en particular ha movido todas mis fibras sumisas... Precioso encontrar ese destino

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