Llegará un día en que me pidas permiso para llamarme “Señor,” para
ofrecerme la formalidad de un título honorífico, como una muestra de las
necesidades de tu despertar como sumisa.
No te lo concederé.
Llegará un día en que anheles arrodillarte a mis pies, para separar
tus rodillas en un reconocimiento impulsivo del poder de la energía emergente
entre nosotros, de mi dominio sobre tu sumisión, que no habla todavía, pero que
es tangible y real.
No te lo permitiré.
Llegará un día en el que me solicites que te ate, el deseo burlante de
sentir las cuerdas firmemente en tu
cuerpo, haciendo cumplir mi voluntad sobre tu carne, manteniéndose lista para
mi uso. Te imaginarás cautiva, un receptáculo esperando mi oscuridad, las
cuerdas mordiéndote mientras te retuerces, un presagio del dolor de mi fusta o
implementos más oscuros. La fantasía te obsesionará. Una suma de miedo y
excitación.
Rechazaré tu petición.
Llegará un día en que me ofrezcas tu
cuerpo para mi deleite y placer. Estarás ardiente y ansiosa para que te trate con
brusquedad. La tensión de las libertades denegadas convertirán tu piel en un
campo eléctrico de hambre y sexo radiante. Impulsos vibrantes y profundos
viajarán desde tu coño hasta tu cerebro, marcando un ritmo primario e
impidiéndote un pensamiento racional. Tu aroma impregnará la habitación y serás
incapaz de controlar la rapidez de tu respiración. Tu mente y tu cuerpo se
abrirán a mí y, silenciosamente, me rogarás que acepte tu invitación.
No la aceptaré.
Llegará un día en que te encontrarás a tí misma desnuda y vulnerable,
yaciendo en el suelo, tus necesidades desbordándose, locas y fuera de control.
Te arrastrarás lentamente por la distancia que nos separa, sollozando por la
intensidad del momento, atrapada por una mordaza entre las garras de la
sumisión y el miedo, incapaz de no hacer cosa que acercarte a mí. Tu vientre
estará a mis pies y tus lágrimas caerán suavemente sobre mis zapatos.
Entonces, me rogarás.
Me pedirás ser mi sumisa y que te controle. Me declararás tu deseo,
tus necesidades y tu excitación. Me ofrecerás todo lo que te pida, me
permitirás que te use como yo quiera, de cualquier manera y en cualquier
momento. Los gemidos de tu garganta expondrán tu miedo y desesperación
interior. Temerosa de mi rechazo y, aún, desesperada por tus anhelos, me
pedirás ser mi puta y me rogarás que te acepte como mi esclava. Una terrible
tensión te invadirá a medida que tú permanezcas allí, rogándome para que te
acepte, aterrorizada por las consecuencias.
Entonces, y sólo entonces, te concederé tu destino.
Que falta cometió esa sumisa para hacerla sufrir de esa manera?? Me parece cruel
ResponderEliminarMás que falta era una lucha de poder entre ella y su Dominante. No hay crueldad por ninguna parte. Era un reto y, claro, el Dominante ganará...
ResponderEliminarFeliz día
Ben Allí
e claro que noooooooo ser Dominante es mucho mas que dominar. Despersonalizar una sumisa es lo mismo que se quedar con una muñeca sin espirito....eso no es Dominancia ...en tiempos le llamaban Inquisición el resultado es lo mismo...la victima hablara todo para poder llegar a su liberación...
Eliminarsoy una sumisa con mucha experiencia ...e ante todo, respecto por la personalidad de cada uno,nunca se debe transponer....e esto ...ES BÁSICO!
Me encanta... Y me encanta en general tu forma de escribir... Pero esta entrada en particular ha movido todas mis fibras sumisas... Precioso encontrar ese destino
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar