Él decidió que ella permaneciera vestida. Luego, con la falda levantada y las bragas fuera, se arrodilló sobre la cama.
Las manos de Él se movieron sobre ella, sintiendo que las palpitaciones de su clítoris, una vez más, la acercaban raudo y veloz al orgasmo.
“Siéntate sobre mi cara,” le ordenó. Por supuesto, obedeció muy complacida. Él tiene una lengua muy asombrosa. Buscando, sintiendo y jugando. Al mismo tiempo, sus manos, en sus pezones. Apretando y retorciendo. Por supuesto, ella se corrió. Se lo pidió y Él se lo permitió. A los dos, les encantó.
En lo que respecta a ella, Él hundió la verga dentro de su cuerpo.
Es cuando notaron el espejo. Largo total, entre el cuarto de baño y el tocador. Ella parecía una especie de puta desenfrenada gozando de la polla de su Dominante. Él veía eso, probablemente, porque eso era justo lo que estaba sucediendo.
Le encantó. Por una vez, Él pudo ver la expresión del rostro de su sumisa. Pudo apreciar cuánto le gustaba estar penetrada por Él.
No pasó mucho tiempo, antes de que ella estuviera sobre sus manos y de rodillas y la verga de Él, en otro lugar. A éste, le encanta ser el dueño del trasero de ella y ver su rostro mientras lo hace. Era algo nuevo, especial y un gran revuelo para ambos.
Más tarde, hubo tiempo para abrazos, besos y caricias. Tiempo para una película y luego, una comida en un asador castellano realmente bueno.
A la mañana siguiente, después de que Él se hubiera marchado a su casa, a tiempo para el trabajo, ella se quedó frente a ese espejo después de ducharse. Definitivamente, sonrió ante el recuerdo tan maravilloso.
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