jueves, 26 de noviembre de 2020

Orgullo y propiedad

  Hay una parte en cada dominante que es muy difícil de ver. Dentro de cada dominante, hay una parte de él (sustitúyela por “ella,” si te hace sentir mejor o se adapta a tu situación) que muy pocos verán. Sólo aquellas personas, con las cuales él esté involucrado, como su sumisa, probablemente verán ese lado suyo. Esa parte misteriosa y oculta es su sentido del orgullo.

He hablado antes sobre muchas de las cosas y sentimientos nuevos que una sumisa experimentará y encontrará sobre sí misma. No cualquiera puede sacarle esto. Se necesita ser un hombre especial, el hombre adecuado para poder maniobrar dentro de ella y encontrar esos sentimientos especiales. Puede que una mujer sea sumisa, pero no se entregará ni someterá a cualquiera. Sólo a Él, sólo por el que ella sienta que se ha ganado y merece su sumisión. Sólo al hombre con el que se sienta cómoda abriéndose y haciéndose vulnerable. Sólo Él puede ver este lado de ella.

Lo mismo ocurre con el Dominante. Hay partes de Él que solamente su sumisa estará permitida y privilegiada para verlas. No es porque se lo esté ocultando a todas las demás. No es porque se niegue a mostrar y expresar sus sentimientos. Es porque se necesita esa mujer especial, que pueda maniobrar dentro de él y permitirle sentir cosas que nadie más puede.

 

Con la sumisa y la pareja adecuada, el Dominante sentirá una sensación de orgullo como en ningún otro momento. Es un sensación de orgullo con el que ha sido capaz de ayudarla a ver cosas como nunca antes, y sienta sensaciones profundas dentro de su alma que ella ni siquiera sabía que fueran posibles, su sentido de orgullo empieza a brillar. Es ver cómo su trabajo útil se hace realidad. Él la ha guiado y liderado por un camino de descubrimiento, y ahora ella ha descubierto que Él la ha estado llevando para encontrarlo.

 

Él ve esto dentro de ella. Puede sentir el crecimiento y progreso que ella ha logrado. A partir de los nuevos descubrimientos y sentimientos, ella se presentará y actúará de una manera diferente. Ella se ha convertido en alguien mucho más hermosa ante sus ojos. Al saber que él ha sido capaz de ayudarla a hacer esto, genera su orgullo. Es como un maestro feliz con sus alumnos. Es como un padre feliz con las decisiones y elecciones de sus hijos. Sin embargo, es mucho más profundo y emocional. Hay cariño y amor. Hay aprecio. Hay un verdadero sentido de valor. Hay una afirmación de todo lo que ha estado haciendo. Este es un orgullo, como ninguno otro.

 

En este estilo de vida, hablamos de propiedad. Existe una propiedad física de un Dominante al tomar a una sumisa. Ella es suya y le pertenece. Sin embargo, también existe la propiedad mental y emocional que se desarrolla con el tiempo. Es cuando ella siente esto dentro de sí misma, que realmente la posee. Cuando lo siente en su interior, cuando siente que pertenece, cuando siente que no hay otro. En realidad, no hay palabras para describir cómo se siente esto, pero está allí y es un sentimiento que solamente aquellas personas que han estado ahí comprenden. Ser capaz de llevar a una sumisa a este lugar y sentirse poseída, tampoco existe un sentimiento similar para un Dominante. Eso infunde y genera un sentido de orgullo por el liderazgo indiscriptible.

 

Cuando ella realmente se siente poseída, no en un sentido físico, sino mental y emocional, y no existe una sensación más grande o lugar en el que ella preferiría estar, el orgullo que un dominante siente, es igual a las sensaciones que ella tiene de su propiedad. Ella nunca ha sido más feliz que estando ahí y él nunca se ha sentido más orgulloso de ella y de todo lo que ha logrado para llegar a ese estadio de su alma. En cierto modo, ella también lo posee. Esto es por que ambos se han esforzados para que dos personas separadas se conviertan en un fenómeno que sea más grande que ambos por separados. Para ambos, genera sentimientos de orgullo y propiedad. Y son conocimientos que solo esa persona especial podría haberles sacado… y que pocas personas verán.

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