“Muchas de las cosas que
he encontrado y que me gustan hacer por y con mi Señor son cosas que mi marido
siempre ha querido que yo se las hiciera. De hecho, no es cierto que, antes de
conocer a mi Amo, nunca me había puesto medias y tacones para mi marido, sólo
me queje de esta idea. Al mismo tiempo, le he hecho felaciones a mi esposo,
pero de nuevo, yo no las disfrutaba. Siempre ha tendido a correrse muy
rápidamente y descubrí que sólo pensar en que esto ocurriera antes, me
provocaba repulsión. Con el tiempo, esto me llevó a negarme a chupársela, negarme
a vestirme, a rechazar cualquier cosa que le pudiera complacer.”
“No se trataba de que me
negara a hacerle feliz, ni mucho menos. Pues no podía ver lo que había en esto
para mí. Él nunca ha aprendido a tocarme de una manera que me excitara, dado
que esto me impedía decirle cómo hacerlo, enseñarle y cómo compartirlo con él.”
“Ahora que sabe las cosas
que hago con gusto por mi Amo es sorprendentemente celoso. Es más, dice que se
siente humillado de que la gente pudiera descubrir que no puede satisfacerme.”
“De hecho, no me desvié de
esa razón, bueno, no solo por sexo. Más bien, busqué toda una gama de
experiencias que no tenía en casa.”
“Yo quería que alguien
tomara el control de las situaciones, que tomara decisiones para decirme lo que
deberíamos hacer y cómo hacerlo. Al mismo tiempo, quería sentirme querida y
atendida, ser estimulada no solo sexualmente, sino emocional e
intelectualmente. Quería conversaciones que no incluyeran futbol. Quería pasear
para hablar, para descubrir quién era yo.”
“Lo que encontré, fue una
relación D/s, una relación que ni siquiera sabía que necesitara y una relación
que durante los últimos quince meses me han sostenido. Encontré sexo, un sexo
increíblemente perverso. Descubrió mi lado oscuro, que desconocía en profundidad.
Encontré orgasmos, humillación y exhibicionismo. Pero también encontré amistad,
alguien que parecía comprenderme y que, a su vez, yo podía devolverle el
favor.”
“Mi marido está celoso del
sexo que percibe (a menudo, con bastante razón) que mi Señor y yo disfrutamos.
Pero, tal vez, tenga derecho a estar celoso, no sólo por las cosas que piensa
que hacemos…”
“Señor Ben Alí, usted y
una compañera de trabajo sois la ventana donde me puedo asomar para respirar
aire puro, otros aires, ser comprendida y no sentirme sola. Gracias.”
Ella me escribió…
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