martes, 30 de marzo de 2021

Rasurado

Esta mañana, él le enseñó un clip, diciendo que le había hecho pensar en ellos, en ella. Lo vió y le trajo los recuerdos que volvieron a fluir.

 

A ella, le encanta afeitarlo, estar de pie bajo la ducha con él. El agua caliente cayendo en cascada sobre su espalda, mientras ella extiende la espuma de jabón sobre su cara. La primera vez ella fue demasiado vacilante, haciendo movimientos ligeros con la navaja, preocupándose de la posibilidad de poderle cortar, pero luego, él le cogió la mano y la guió. Las veces siguientes ella miró, y después de unos días, le preguntó si podía hacerlo de nuevo. Esta vez, ella sabía lo que estaba haciendo. “Tienes que usar tus dedos para seguir el sentido de los vellos, palpando la ubicación que has dejado, aprendiendo a través del tacto en qué dirección están.” Algunos crecen hacia abajo, otros hacia arriba y algunos incluso, se sienten como remolinos. El rostro de ella está cerca del de él, sus ojos centrados en su piel, pero en realidad, es con sus dedos como de verdad “ve” lo que está haciendo.

 

Ella puede sentir sus manos, descansando en sus caderas y mirando hacia sus ojos. La está mirando, mirándola a su cara, observándola. Aparentemente, ella tiene una mirada intensa de concentración a su alrededor. Le encanta cómo cambia la sensación de su rostro mientras trabaja, de una barba áspera a otra, tersa. Ninguno de los dos habla, el único sonido es el de la ducha, fluyendo sobre los dos.


La única parte que ella todavía no entiende del todo, es la zona de piel entre la nariz y el labio superior. Silenciosamente, ella le devuelve la navaja y mira, aprendiendo, mientras termina el trabajo que comenzó. Finalmente, él pasa sus manos por el resto de su barbilla, verificando que haya hecho una buena labor. La sonríe y se acerca a ella, empujándola hacia atrás, debajo de la ducha para que el agua pueda llegar a su cara y limpiarla de los últimos restos de jabón.


Ahora, la mente de ella va a la deriva, recuerda las veces que le lavó la cabeza, vertía el champú en su mano y lo restregaba en el cabello con sus dedos, masajeando su cuero cabelludo. Sus ojos se cierran y se queda allí, relajado y con lo que a ella le parece, una expresión de satisfacción total en su rostro. Poco a poco, las manos de ella se deslizan por su cuello y, tomando el jabón, lo lava por todas partes, disfrutando de la sensación de su cuerpo húmedo y jabonoso bajo sus manos.


Hay algo tan erótico, tal vez incluso, primitivo sobre todo esto. Usar sus manos femeninas para atender el cuerpo de él, lavarlo y afeitarlo, explorarlo de una manera que es muy diferente a lo que pasa entre ellos cuando están en la cama. El toque de ella es sensual y amoroso, se toma su tiempo y puede nutrirlo por una vez. Le encanta el suspiro suave que emite mientras lo acaricia, la manera que está tan tranquilo y relajado. Su comportamiento le muestra justo lo que él está disfrutando con el tacto de ella. Ésta se siente honrada de poder tocarlo así, toda la experiencia la siente como un placer muy especial para ella, pero luego, supone que es sólo su naturaleza sumisa, brillando.


Él extraña su tacto en ella, pero también extraña su tacto en él, y realmente echa de menos las duchas. Lo ve ducharse la mayoría de los días y anhela que llegue el momento, cuando pueda apartar las cortinas y deslizarse junto a él, tomar la navaja de su mano y afeitarle con suavidad esa zona.

domingo, 28 de marzo de 2021

Su coño

Él se despertó con lo que describió como una erección. Ella lo notó por accidente, cuando su mano rozó la parte inferior de su cuerpo. Durante un rato, ella se sentó acariciando su suave dureza, mientras hojeaba algunos blogs. Él le preguntó si se estaba divirtiendo. En definitiva, lo estaba.   

Ella cerró la tapa del portátil y se acostó. Él pasó la mano por su suave y peludo montículo y luego, se inclinó para inspeccionarlo más de cerca. En unos momentos, su lengua estaba recorriendo su clítoris y comenzaron las sensaciones de la excitación. Le preguntó si ella quería correrse. Por supuesto que sí. Por lo tanto, Él empezó a contar hasta 10. Ese primer orgasmo del día es siempre una sensación increíble. A menudo, abre las puertas del deseo, de más y más. Afortunadamente para esta chica, su Dominante espera convertirla en una puta del semen y en tener tantos orgasmos como pueda. En unos momentos, llegó un orgasmo a través del pezón. Chupando y usando su lengua, se lo provocó rápidamente.

A petición suya, ella se subió encima de Él. Su gran falo se burlaba de ella mientras encontraba su camino hacia la estrecha entrada. Ella lo sintió deslizarse y luego el Dominante usó sus dedos para excitarla aún más. Ella se apretó contra esos dedos, luego se levantó para que la polla pudiera iniciar su deslizamiento hacia dentro y hacia fuera. Otro orgasmo fue arrancado de su cuerpo, y ella sintió que comenzaba a flotar. 

Acostados ahora, se acariciaron durante un rato. El Amo jugó con su chica y también acarició su propia polla. Ella acarició sus adorables bolas. Después de unos minutos, le dijo que se abriera, y luego se sumergió de nuevo en ella. La excitación la atravesó y esta vez le dijo que la cuenta atrás eran 20. Ella repitió este número con incredulidad. Pero, al ser la sumisa buena que intenta ser, se concentró en Él y en su pene, en lugar de hacerlo en su propia necesidad, hasta que él hizo la cuenta regresiva hasta 5. Luego permitió que las sensaciones subieran a ella y le dio el orgasmo que él deseaba.

Le preguntó a ella, si le gustaría que estuvieran siempre juntos, y ella pudiera pasar sus días como su esclava sexual. No necesitar tomar decisiones, vestirse para complacerlo, estar siempre lista para él. Una puta del esperma 24/7. ¿Quién no querría eso?

viernes, 26 de marzo de 2021

El primero de muchos

 “Buenos días, Señora, ¿en qué puedo ayudarla?”  

“Registrarme,” respondió, deslizando hacia el hombre joven la confirmación de su reserva a través del mostrador.

Inmediatamente él se centró en la pantalla de su ordenador, tocando las pequeñas teclas durante lo que parecía un tiempo increíblemente interminable. Ella no pudó evitar el leve suspiro de frustración que se escapó de sus labios, lo que provocó que el joven la mirara y comenzara a disculparse por hacerla esperar. Ella tuvo que morderse el labio para no inclinarse sobre el mostrador y decir…

“Joven, he estado esperando durante cuatro meses este momento, acabo de esperar más de 10 horas de viaje desde Filadelfia a Madrid. Dos horas en el control de pasaporte y 20 minutos en taxi desde el aeropuerto a este hotel. Soy una experta en espera, pero por supuesto, esto solo tiene sentido, si sabes que he estado esperando. Vean a ese hombre de pie junto a las flores. Lo he estado esperando a él y él, a mí, y a su habitación de hotel y un látigo. Así que, por favor, por el amor de todas las cosas perversas, dese prisa.” 

Por supuesto, ella no dijo eso. En cambio, solo saludó su disculpa con una sonrisa, una excusa murmurada sobre un largo viaje y estar cansada.

“¿Primera vez en Madrid, señora?” 

“Sí, en realidad, es la primera vez en España.”

Podría haber agregado que era la primera vez que viajaba al extranjero por su cuenta. La primera que ha viajado sin sus hijos desde que nacieron, y la primera vez que, un hombre que conoció en Internet, la besara en un aeropuerto, etc. 

“Perdone, señora, eligió una ciudad bella para empezar. Madrid es un gran sitio para explorar. Si necesita ayuda para desplazarse, pregunte. Aquí tiene un mapa y he marcado el hotel para usted.”

Finalmente, su bienvenida terminó y le entregó la llave de la habitación, el mapa y su reserva impresa desde el otro lado del mostrador. 

“Habitación 609, coja el ascensor hasta la sexta y gire a la izquierda, ¿le gustaría que le ayudara con sus maletas?”

Ella declinó su oferta y, en unos momentos, estaba en el ascensor y compartiendo un beso, largo y urgente, envuelto en la caja de espejos, mientras se elevaba a través del edificio, llevándolos cada vez más cerca de su destino final. 

Mientras ella abría la puerta de su habitación, se quedé momentáneamente desconcertada. Nunca había estado en una habitación de hotel tan hermosa, la cama era enorme, pero también lo era la habitación y todo estaba coronado por una gran ventana de pared que daba al Paseo de la Castellana. La vista era impresionante a través de la ciudad de Madrid. Las calles de abajo, bordeadas de árboles plenos de flores de azahar. El cielo, por encima de un hermoso azul profundo. Era como una postal y estaba bastante convencida de que debían haber cometido un error y que, en cualquier momento, llamarían a la puerta y la llevarían a otra habitación más discreta y modesta.

Una mano, en la parte baja de su espalda y el aliento de él, sobre su cuello. El luminoso de una farmacia en la acera, la sacó de sus pensamientos distraídos. 

“Creo que es hora, ¿no?”

Mientras ella estaba perdida en la vista fuera de la ventana, él había estado abriendo su maleta y buscando un látigo de doma que había comprado especialmente para esta tarea. Podría sonar un poco extraño que no se estuviéran rasgando la ropa, puesto habían hablado tanto de este momento antes de su llegada que ambos sentían algo completamente natural empezar aquí con un buen azote. 

Se supone que ella debería estar nerviosa. Después de todo, estaba en una habitación de hotel con un hombre con el que acababa de conocer en persona por primera vez, y en otro país lejano. Sosteniendo un látigo con toda la intención de usarlo contra ella y, lo más que pudieron, fue compartir un viaje en taxi con montones de besos, pero ella no estaba nerviosa. Confiaba en Él y creía que, quizás, sobre todo, ella confiaba en sí misma y que estaba haciendo las cosas correctas. Nadie la había azotado antes. De hecho, la jugada más impactante que había experimentado hasta la fecha, fue una palmada suave en su trasero. Pero, la idea de entregarse a esta experiencia con este hombre, hizo que el calor recorriera su cuerpo como un río de lava, abrasando todo a su paso.

Ella se acostó sobre el borde de la cama, y esperó. Él no se apresuró, pero pronto supo que él nunca se apresura en nada, sobre todo, cuando se trata de hacerle daño. Volteando la falda por encima de su trasero, se detuvo una vez más. Ella solo puede asumir que va a disfrutar de la vista antes de que Él roce suavemente con la punta de sus dedos su carne expuesta. 

“¿Recuerdas cuántos?” Preguntó.

“Sí, Señor, 27.” 

“Buena chica,” respondió.   

Ella había escuchado el sonido del látigo cortando el aire un par de veces antes en Skype, cuando le mostró su compra. Pero esta vez era diferente, esta vez solo se registró brevemente antes de que fuera borrado de su mente por el calor punzante que cortaba a través de su trasero mientras que el látigo plantaba su primero de veintisiete besos malvados en su carne.

No gritó. De todos modos, no un grito, sino que un gemido leve retumbó en la parte posterior de su garganta y su cuerpo se retorció y se sacudió cuando la sensación de calor ardiente se extendió a través de ella. Él hizo una pausa, y observaba. Ella estaba bastante segura de que le daba tiempo para cambiar su mente, pero Él, cuando vio que los dedos de ella se curvaban fuertemente alrededor de las sábanas y su espalda se arqueaba, mientras se preparaba para más, él continuó más rápido con cada golpe, lo cual la hizo temblar y sacudirse, como si cada azote enviara una pequeña corriente eléctrica a través de su piel. Cuando el último aterrizó, literalmente, arrojó el látigo de su mano. Cuando alcanzó la bragueta de sus vaqueros, ella se dio la vuelta en la cama para enfrentarlo, levantando sus piernas y ofreciéndose a él por otra primera vez. 

Nota: Esta historia es, de hecho, la historia de una pareja dominante/sumisa y un recuento de los primeros momentos privados que compartieron en un país extraño para ella.

miércoles, 24 de marzo de 2021

La sumisa ama

 Estar con los ojos vendados, llevar su collar y, de alguna manera, estar restringida, estas tres cosas preferiblemente le gustan a la vez.

A ella, le encanta cuando el Dominante le venda los ojos y lo puede escuchar moviéndose por la habitación seleccionando los juguetes (a veces, aparentemente los ha extraviado). Le encanta el elemento sorpresa, incluso cuando lo que parece es menos de su agrado. Por ejemplo, esas horribles pinzas que recientemente ha usado en sus labios vaginales.


Estar restringida, con las manos atadas o las piernas con una barra separadora (o ambas), de alguna manera, hacen que esa chica se relaje de una manera que nunca podría haber imaginado. Ella está menos nerviosa y es capaz de permitir que se haga cargo de su propia sumisión.


Sólo el collar pone a esa sumisa en su lugar, en ese espacio sumiso tan especial. El dolor y la sensación del cuero en su piel. El darse cuenta de que no puede mover la cabeza como lo haría de otra manera, todo se suma a la paz que siente esa mujer cuando es capaz de someterse a Su voluntad y Su poder.


Esa sumisa ama todas estas cosas. Por supuesto, ella no tiene voz ni parte en lo que va a suceder. Él decide.


A la sumisa, esto también le encanta.

martes, 23 de marzo de 2021

La C es por clítoris

Clítoris y Comunicación.

 ¿Quién imaginaría que una parte tan pequeña del cuerpo femenino podría ser tan importante para la excitación sexual y el orgasmo? Ubicado en la parte superior de los labios de la vulva, crece durante la vida de la mujer y se vuelve muy sensible a través de la estimulación. A algunas mujeres, les lleva mucho tiempo comprender realmente cómo funciona su cuerpo, reconocer la importancia de la autoestimulación por placer, y cómo hacerlo precisamente. Ella empezó tarde, cuando se trataba de masturbarse y ciertamente, su exmarido tenía muy poca idea. Ella no puede recordar cuándo sacó un espejo por primera vez y se estudió por sí misma, pero fue después de que tuvo su primer ordenador y encontró la información por Internet.

No sólo exploró la mejor manera de encontrar un orgasmo clitoridiano, sino que también descubrió su propio punto G.

 

Cuando ella lo piensa, es bastante impactante, ya que es enfermera y ha cateterizado a muchas mujeres, así que ha tenido la oportunidad de examinar el cuerpo de la mujer de cerca. No es que no entendiera la fisiología del cuerpo femenino, sino más bien que, en ese momento, tenía poca comprensión de su verdadera función. Suponía también que, durante su carrera de enfermería, su mente, por lo general, se había centrado en otras cosas que no tenían nada que ver con el sexo.

A su Dominante, le encanta jugar con su cuerpo y le place en particular tocar su clítoris, jugar con el piercing allí ubicado y, en general, acariciarlo. Solo que esta mañana, se lo sacó mientras hacía eso, al mismo tiempo que mordía su pezón. La única diferencia, cuando le toca, es que tiene que esperar a que le diga cuándo puede correrse, pero, como he dicho antes, ahora ella está condicionada a su voluntad. Más tarde, mientras estaba montada en su polla, se encontró inclinándose hacia adelante para poder rozar su clítoris sobre él. Por supuesto, él comenzó con la picaresca de su comportamiento, pero como sabía que le encanta cuando hace tal cosa, simplemente ella sonrió y aceptó. De todos modos, le encanta ser guarra para él.

Lo más sorprendente para ellos dos, durante los últimos años, ha sido su piercing. Empezar con la estimulación de su clítoris desde una pieza de joyería situada en el capuchón, le provoca una excitación constante. Con el tiempo, esto ha disminuido, pero la estimulación directa en esa zona, incluido el frotarse con su Dominante mientras él está dentro de ella, es más que asombroso. Le encanta tocar y sentir. Pero también, el saber que el cuerpo de ella ha sido alterado para su placer. El hecho de que estos cambios hayan ocurrido alrededor de sus zonas más erógenas, también le llena de placer, especialmente en el capuchón del clítoris. 

 

Comunicación 

El éxito más importante para cualquier relación tiene que estar basado en la comunicación. Ella no cree haber entendido bien esto en el pasado, pero ahora, sí. Que su Dominante y ella puedan hablar entre ellos sobre cualquier tema, y esa apertura que se espera de ella, es especialmente importante. Eso no es decir que siempre se comunican bien. Son seres humanos que estan sujetos a las tensiones y el estrés de la vida, además de que no están juntos todo el tiempo. La sensación de que ella necesita estar más con él, crece. Esto debería facilitar la comunicación y los malentendidos causados por la necesidad de comunicarse a través de Skype, mensajes, etc.


Todo lo que ella puede decir, es que puede decirle a su Dominante cualquier cosa, y son muy pocas las que no se las diga. De hecho, no hay nada que ninguno de ellos considere importante que se haya retenido, desde el momento en que ella se convirtió en su sumisa. Él puede saber cuando algo la está molestando, igual que ella. Él sabe cuando necesita decir algo, al igual que ella. Además, la fluidez de su comunicación les permite confrontar sus fantasías e inquietudes dominantes y sumisas.