Quiero ser follada. Quiero polla, y manos, y dedos y lengua. Quiero
que mi ropa sea arrancada de mi cuerpo en su urgencia por cogerme. Quiero que
me besen hasta que mis labios estén amoratados y doloridos, y yo, sin aliento.
Quiero ser mordida, magullada, azotada, maltratada hasta que me debilite y mi
lucha interior se convierta en sumisión.
Quiero manos sobre mi carne, tocando, acariciando, retorciendo,
sondeando, azotando y marcando. Quiero pelear con él, alejarlo, gruñirle y
hacer que haga que me rinda. Quiero maldecir y gruñir, patear y arañar. Quiero
que me sujeten y me tomen como la puta sucia que soy.
Quiero regatear y llorar, rogar y suplicar. Quiero que los jugos
fluyan de mi cuerpo por mis muslos, sobre sus dedos y manos, empapándonos ambos
con ellos. Quiero sentir su polla enterrada en mí, mi humedad cubriéndola,
corriendo por su verga y sobre sus huevos, donde pueda lamerlos después de que
haya terminado conmigo.
Quiero su semen en mi cara, mis labios y mis tetas. Quiero que me
llene el coño hasta que no pueda aguantar más y luego quiero sentirlo correr
por mis muslos, mientras lo chupo hasta dejarlo limpio. Quiero estar sucia,
ensuciada, usada y abusada hasta dejarme rota y agotada.
Quiero que duela, quiero llegar al lugar, al punto, donde no pueda
soportar más. Quiero saber que he sido usada de la manera que se supone debería
ser. Quiero las marcas de las cuerdas en mis muñecas, las marcas del cinturón
sobre mi trasero, las marcas del mordisco en mis hombros y las marcas del semen
en mi rostro.
Quiero acostarme en mi cama, con mi coño palpitando y dolorido por el
uso. Quiero que todos los músculos de mi cuerpo me griten: “¡Para!” Quiero
quedarme temblando y titiritando, llorando y sollozando por el puro alivio y la
liberación de, finalmente, haber sido rota de nuevo.
Lo quiero todo, tanto que, a veces incluso, he pensado en buscarlo en
otra parte. ¿Alguna vez podría hacer eso una polla por mí? ¿Podría algún hombre
hacerme sentir así, podría traerme el sosiego que tanto anhelo? En una vida
anterior, la respuesta habría sido sin un momento de vacilación, ¡sí! Pero,
ahora las cosas son diferentes, ahora sé, que por mucho que anhele una polla,
ninguna va a poder darme lo que quiero. Pueden rascarse la picazón solo por un
momento fugaz, pero lo que sucede cuando te rascas un picor, simplemente se
torna más picante, o eso he descubierto. Encontrar una polla no me va a hacer
sentirme mejor, por mucho que mi cuerpo me esté diciendo algo diferente, sé la
diferencia entre unos momentos perdidos de follar y esa satisfacción tan
arraigada que su toque me trae.
Por lo tanto, continuaré haciendo lo que he hecho durante el último
año y esperaré. Seguiré practicando la perseverancia. Me negaré algunos
momentos de placer fugaz con la esperanza de que algún día, pronto, seré
recompensada con un placer total, día tras día, momento tras momento, en los
brazos del hombre adecuado.
Sin palabras…
cada vez escribes mejor
ResponderEliminarHago lo que puedo. No olvides que no soy un escritor, ni pretendo serlo. Sólo un Dominante, que desfruta escribiendo - a mi estilo, y sin ánimo de lucro - de mis vivencias, inquietudes dominantes, etc para transmitirlas a quienes quieran leerlas. Y como las lees, con más razón para esmerarme y mejorar mi estilo. Gracias mil.
EliminarUn abrazo