A ella, le gusta presentarse a sí
misma. Le gusta que la miren. Le gusta mirarse a sí misma cuando su marido la
toca. Le gusta mirarse a sí misma cuando se toca. Siempre que está cachonda,
quiere que la vean. Quiere que la miren. Quiere presentarse por sí misma.
Sabiendo esto, le gusta tener atributos, ya sea ropa, juguetes u otro tipo de
cosas sexys.
Le llevó mucho tiempo encontrar
algo que tenía en mente. Tuvo la idea de tener algo que separara los labios de
su vagina y mostrara sus lados rosados internos a su marido o, a quienquiera
que quisiera mirarlos. Lo primero que encontró, fueron unos ligueros para
medias. Aquellos tenían que colocarse en la parte superior de las medias y las
pinzas del otro extremo en los labios de su vagina. Cuando ella se quedaba
quieta, funcionaba perfectamente durante
unos minutos. Luego, a medida que se humedecía, las pinzas se soltaban de los
labios de su coño. O cuando se movía, se deslizaban. Al final, decidió que
quería algo donde las pinzas se fijaran con más fuerza. Ello significaba que
esa solución podría ser dolorosa, pero ella estaba decidida a llevarla a cabo.
Finalmente, encontró las pinzas
que quería. Consistía en una tira de cuero y unida a ella había una varilla de
acero muy fina en el otro extremo. Le encantó la idea y, por supuesto, quiso
probarla. Así pues, una noche, fijó las bandas de cuero alrededor de sus muslos
y colocó las varillas delgadas de modo que las pinzas sólo tocaran los labios
de su vagina. Era consciente de que iba a doler, porque ella las probó primero
en su dedo. Las pinzas eran bastante rígidas. Ella suspiró profundamente y
luego tiró del labio de su coño hacia la pinza. Continuó. Rápidamente colocó la
otra pinza. Tenía que recostarse y acostumbrarse al dolor de los labios genitales.
Entonces, su esposo empezó a hacer fotos y ella sintió que se estaba mojando más.
A ella, le encantó ser el tema de las fotos y saber que su esposo podía ver el
rosa intenso dentro de su coño.
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