martes, 25 de junio de 2013

Quítate las bragas

“Quítate las bragas.”

Un mensaje inesperado en su teléfono móvil. Ella está sola en su casa. No existe ninguna prohibición para obedecerle de una manera inmediata. Pero, él sabe que ella obedecerá sobre la marcha.

Ella se siente tan abierta, tan accesible, tan vulnerable… Sus pantalones están sueltos. Sus dedos podrían deslizarse fácilmente en su agradable vagina a través del agujero de la entrepierna.

“Coge la cadena y manténla contigo toda la noche.”

Ella está en el dormitorio. Da unos pasos y descuelga la cadena del armario. Se gira y se la coloca alrededor de su cuello. La echa hacia sus hombros como si fuera un pañuelo de seda suave. Pero, sin colores de aguas azuladas, verdes o púrpuras. Y la deja caer sobre su espalda. Es una bufanda dura, fría y rígida. Eslabones de acero gris plata apretando su tráquea. Esto le recuerda quién es ella.

Está excitada, le duele.

“Me duele el coño de tanto quererte,” le contesta a su Dominante.

Siente sus dedos dentro de ella. Follándola fuerte, hambriento y sin piedad.

“Puedes tocártelo ligeramente con la  cadena. Eso es todo,” le sugiere por el móvil.

“La cadena está fría y dura y rígida.  Sin embargo, besa mi coño con ternura, como un precioso regalo. Mi coño se abre y llora con deseo; no quiere nada más,” piensa ella.

Él quiere hacerle cosas. Sus pensamientos, probablemente, la asustarían.

Es una danza constante, delicada, sin coreografía fija. Lo que él quiere hacerle. Lo que ella quiere darle. De lo que él intenta protegerla. Lo que ella no puede controlar. Lo que él no puede impedir que suceda. Lo que ella no puede impedir que suceda.

Ninguno de los dos quiere la música hasta el final.

Él la está entrenando. Enseñándola  a recibir el dolor. A querer el dolor A someterla más,  antes de sentir el dolor.

A pedirlo.

Aprender muy de prisa. Ella quiere aprender más rápido.


“Me gustaría poder aprender más rápido para que él pudiera hacer todas esas cosas terribles que piensa – y que no se deshagan. No habrá nada más que su placer y su orgullo y mi gratitud porque le puedo dar mucho – especialmente – esa exquisita intimidad que se crea mientras, dando y sufriendo, compartimos el dolor,” pensaba ella.

4 comentarios:

  1. Precioso... ese sentimiento de querer entregar todo, solo por hacerle sentir, por hacerle sonreir a mi dominante... es lo mas grande que conozco.

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    1. Gracias por tu respuesta y tu halago, pero también me satisface mucho que mis palabras tengan una proyección positiva en tu sumisión y entrega a tu Dominante...

      Ben Alí

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  2. Como siempre me ha hecho vivir la historia, he podido sentir el peso y el calor de esa cadena alrededor de mi cuello y es exquisito!

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    1. Casi siempre, la realidad imita a la fantasía, confío que puedas sentir el peso, la frialdad y, cómo no, también su calor sobre tu cuerpo...

      Ben Alí

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