domingo, 11 de octubre de 2015

La palabra prohibida

Le dije a ella que hiciera algo para mí. Exactamente, ¿qué exactamente? No puedo recordarlo. No es importante. Yo no había encontrado momentos de resistencia por parte de ella en ocasiones anteriores: Miradas implorantes, vacilaciones, tentativas de ganar tiempo, etc. Pero, esto era diferente.
“No,” ella dijo.
Inmediatamente, la agarré por los pelos y abofeteé su cara. Entonces, de nuevo.
“No uses esa palabra conmigo,” le dije. “Nunca.”
Ella parecía herida, no tanto físicamente, pero sorprendida por la contundencia de mi respuesta.
“No permito esa palabra,” le dije.
“Realmente, no quería decir lo que usted ha dicho.”
“Lo sé. Es por eso por qué quiero que lo hagas. Es una prueba.”
Ella parecía dubitativa, incluso resentida. Pude ver que le debía una explicación más completa.
“Si te digo que hagas algo que no quieres hacer, tienes un número de posibles respuestas. Puedes alegar ante mí, rogarme que cambie de opinión. O puedes explicar con calma y racionalmente, por qué no sería una buena idea para tí hacer esa cosa. Por supuesto, puedes decir que lo harás si yo insisto, pero pídeme que tenga en cuenta tu falta de voluntad extrema. O respirar profundamente y simplemente hacerlo. La única cosa que nunca debes hacer es darme una negativa rotunda. Tú eres una mujer sumisa. Yo soy su Dominante. Esto significa que siempre debes estar dispuesta para hacer lo que te diga. Tú debes confíar en mí, de que nunca intentaré hacerte algo que sea perjudicial para tí, mental o físicamente, o  fuera de los límites de tus capacidades. Pero, si es algo que quiero y sé que puedes hacerlo, incluso si no te gusta. Por lo tanto, después de haber escuchado lo que tengas que decirme, tú lo harás. ¿Lo entiendes?”
Ella se tomó su tiempo para digerir esto. Luego, asintió con la cabeza. “Lo entiendo,” ella dijo.
“Entonces, haz lo que te he dicho.”
Sin dudarlo, lo hizo, aunque no pretendiera disfrutarlo.
“Qué buena eres,” le dije y la abracé.

3 comentarios:

  1. A ver si lo he entendido.
    Este dominante considera que aquello que ella no quiso hacer.. no es importante, ni siquiera lo recuerda....
    Por lo que leo, ella no conocía la regla "nunca me digas la palabra no". Sin embargo la abofetea. Ella parece resentida .. ¿no pudo imaginarselo el dominante previamente y haber evitado ese resentimiento?
    No hubiera sido más fácil decir: "reconsidera tu respuesta"
    Este dominante quiere que ella haga algo simplemente porque ella no quiere hacerlo... ¿¿??
    La capacidad de hacer es infinita. Podemos hasta comer mierda. Perdón por la expresión pero hay cosas que claman al cielo.

    rarita

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  2. No es importante lo que le pidió, incluso lo ha olvidado...
    Por lo que se lee ella no conocía la prohibición de decir "no". Pero él no dudó en abofetearla.
    Sólo quiere que haga algo precisamente porque ella no quiere hacerlo...
    Pero él ha olvidado lo que le pidió, realmente no importa lo que ella no quiere hacer. O sí, sí importa, precisamente para darse el gusto de obligarla a hacerlo.
    No estará fuera de los límites de las capacidades de ella. Un ser humano puede hacer cosas increíblemente desagradables, es cuestión de cerrar los ojos y hacerlo. ¿Con qué sentido?
    Qué bonito...
    Ella debe estar increíblemente orgullosa de su dominante...de sus métodos, de sus objetivos, de su saber estar... de la claridad con que expresa el sentido de sus actos.
    rarita


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