Todas las mujeres sumisas que he conocido han
tenido un gusto muy especial por el juego de los pezones. Les gusta que sus
pezones sean objetos de juegos, que los pellizquen y que se los succionen.
Varían en la cantidad de dolor que pueden recibir. A algunas, les gustan mucho
que tiren de ellos con suavidad, y a una cuarta parte, más o menos, con los
dientes. Pero, otras necesitan algo más que eso, mucho más. Ahí es donde las
pinzas entran en juego.
Usted puede hacer mucho daño a una mujer con los
dedos, apretando con toda la fuerza que pueda y retorciendo los pezones o
arañándolos con sus uñas. Y hay algunos objetos del hogar que pueden tener un
uso excelente. Las pinzas de la ropa pueden ofrecer un estímulo potente,
especialmente, si se despliegan en grandes cantidades, haciendo dibujos bonitos
alrededor de los pechos antes de
terminar coronando la punta de su pezón con una de ellas.
Algunas mujeres, más valientes que la mayoría, o
simplemente, predispuestas a necesitar más dolor, pueden aceptar una pinza tipo
bulldog en su pezón, aunque, de acuerdo con mi experiencia, no son muchas.
También he conseguido algunos clips pequeños, pero perversos, que encontré en
mi caja de herramientas y que eran de unas cortinas antiguas muy bonitas. Conocí
a una sumisa que los consideraba como la última arma. Sus diminutos dientes
de sierra inspiran algo así como terror.
Pero, en realidad, no son los peores, como un día se verá.
Tengo dos juegos de pinzas de aduanas. Una es la
llamada tipo mariposa o pinza de trébol, creo que fue diseñada en Japón. Cuando
presionas los lados, las mandíbulas se abren. Están equipadas con pequeñas
almohadillas de goma que, al principio, parecen una caricia misericordiosa,
pero que, de hecho, se adhieren a la piel, para que cuando se retiren las
pinzas, el dolor sea realmente intenso al momento. De hecho, estas pinzas están
diseñadas ingeniosamente para que contra más fuerte tires de ellas, se agarren
con más fuerza. En última instancia, si se tira lo suficiente se saldrán,
aunque la mujer sufrirá agudamente antes de llegar a ese punto.
He reservado lo mejor para el final. He
conseguido un par de pinzas metálicas que tienen dientes afilados, que se
agarran con fuerza y que son ajustables. Al girar un tornillo, el muelle se
aprieta más y más. Existen cinco vueltas completas desde la fuerza mínima a la
fuerza máxima, por lo que usted puede calcular una escala de 1 a 10 al dar media
vuelta. Yo diría que cinco sea probablemente suficiente para la mayoría de las
sumisas. Es bastante dolorosa para que ella deje de pensar en irrelevancias,
obligándola a concentrarse en el asunto que tenga entre manos. Un seis o un
siete serán un trinquete hasta su nivel de sumisión y la hace pensar sobre si
pide clemencia. Es en este punto en el que probablemente se las quite y calme
sus pezones doloridos con besos suaves. Pero, esto es sólo un preliminar para
preguntarle si se someterá a tenerlas puestas otra vez. Si ella dice sí, le
diré que ahora va a ser un 7. La oigo respirar y empiezo a estar muy excitado.
Quiero hacer que le duela y contra más la vea sufrir, más quiero hacerlo.
Tiene que ser una chica muy valiente o masoquista la
que me pida el 8. No es sólo tener las pinzas puestas. Están conectadas por una
cadena y al tirar de esta produce una respuesta potente. Al girar las pinzas es
todavía peor. Ahora empezará a respirar con dificultad y habrá una película de sudor en su
frente. Estará a punto de ser insoportable. Pero cuando le quite las pinzas, ella
no podrá dejar de pensar sobre lo que sentiría si se las pusiera de nuevo. Esto
es muy característico de la mujer sumisa. Cuando el dolor es demasiado intenso,
ella pide que la libere. Sin embargo, un momento después, ella piensa que
quizás podría soportarlas un poco más.
Pero, sin embargo, nunca le he dado a una chica
un 10. No es porque yo sea muy aprehensivo. Me gusta presionar a la chica para
ver lo que ella es capaz de hacer. Pero, para cualquier mujer, un 10 es una
puntuación en la que el placer del dolor ya no es suficiente para anular el
instinto de auto conservación, la necesidad de obtener alivio en cualquiera de
los términos.
Hay una chica que sabe que algún día, le voy a
exigir un 10. Ella trata de no pensar en ello. Le gusta pensar que si esto se
requiere de ella, no se va a encontrar deseándolo. Pero, ella no está segura.
El recuerdo de esas pequeñas cosas desagradables de las cortinas que puse en
sus pezones es bastante malo y, sin embargo, un 10 en las pinzas ajustables seriá
aun peor.
Ya veremos.
Saludos Sr. Ben Ali
ResponderEliminarPara una mujer es placentero y excitante el juego con sus pezones, siempre y cuando no le reste sensibilidad o lastime fuerte.
Los retos me parecen q son importantes en este tipo de relación. Imagino q para el dominante es súper lograr que su sumisa disfrute cada vez más del juego. Es mi opinión. Buen tema!!!
Suerte con la chica!