viernes, 2 de octubre de 2015

Inventario de los implementos: Las pinzas

Todas las mujeres sumisas que he conocido han tenido un gusto muy especial por el juego de los pezones. Les gusta que sus pezones sean objetos de juegos, que los pellizquen y que se los succionen. Varían en la cantidad de dolor que pueden recibir. A algunas, les gustan mucho que tiren de ellos con suavidad, y a una cuarta parte, más o menos, con los dientes. Pero, otras necesitan algo más que eso, mucho más. Ahí es donde las pinzas entran en juego.
Usted puede hacer mucho daño a una mujer con los dedos, apretando con toda la fuerza que pueda y retorciendo los pezones o arañándolos con sus uñas. Y hay algunos objetos del hogar que pueden tener un uso excelente. Las pinzas de la ropa pueden ofrecer un estímulo potente, especialmente, si se despliegan en grandes cantidades, haciendo dibujos bonitos alrededor de los pechos  antes de terminar coronando la punta de su pezón con una de ellas.
Algunas mujeres, más valientes que la mayoría, o simplemente, predispuestas a necesitar más dolor, pueden aceptar una pinza tipo bulldog en su pezón, aunque, de acuerdo con mi experiencia, no son muchas. También he conseguido algunos clips pequeños, pero perversos, que encontré en mi caja de herramientas y que eran de unas cortinas antiguas muy bonitas. Conocí a una sumisa que los consideraba como la última arma. Sus diminutos dientes de  sierra inspiran algo así como terror. Pero, en realidad, no son los peores, como un día se verá.
Tengo dos juegos de pinzas de aduanas. Una es la llamada tipo mariposa o pinza de trébol, creo que fue diseñada en Japón. Cuando presionas los lados, las mandíbulas se abren. Están equipadas con pequeñas almohadillas de goma que, al principio, parecen una caricia misericordiosa, pero que, de hecho, se adhieren a la piel, para que cuando se retiren las pinzas, el dolor sea realmente intenso al momento. De hecho, estas pinzas están diseñadas ingeniosamente para que contra más fuerte tires de ellas, se agarren con más fuerza. En última instancia, si se tira lo suficiente se saldrán, aunque la mujer sufrirá agudamente antes de llegar a ese punto.
He reservado lo mejor para el final. He conseguido un par de pinzas metálicas que tienen dientes afilados, que se agarran con fuerza y que son ajustables. Al girar un tornillo, el muelle se aprieta más y más. Existen cinco vueltas completas desde la fuerza mínima a la fuerza máxima, por lo que usted puede calcular una escala de 1 a 10 al dar media vuelta. Yo diría que cinco sea probablemente suficiente para la mayoría de las sumisas. Es bastante dolorosa para que ella deje de pensar en irrelevancias, obligándola a concentrarse en el asunto que tenga entre manos. Un seis o un siete serán un trinquete hasta su nivel de sumisión y la hace pensar sobre si pide clemencia. Es en este punto en el que probablemente se las quite y calme sus pezones doloridos con besos suaves. Pero, esto es sólo un preliminar para preguntarle si se someterá a tenerlas puestas otra vez. Si ella dice sí, le diré que ahora va a ser un 7. La oigo respirar y empiezo a estar muy excitado. Quiero hacer que le duela y contra más la vea sufrir, más quiero hacerlo.
Tiene que ser una chica muy valiente o masoquista la que me pida el 8. No es sólo tener las pinzas puestas. Están conectadas por una cadena y al tirar de esta produce una respuesta potente. Al girar las pinzas es todavía peor. Ahora empezará a respirar con dificultad y habrá una película de sudor en su frente. Estará a punto de ser insoportable. Pero cuando le quite las pinzas, ella no podrá dejar de pensar sobre lo que sentiría si se las pusiera de nuevo. Esto es muy característico de la mujer sumisa. Cuando el dolor es demasiado intenso, ella pide que la libere. Sin embargo, un momento después, ella piensa que quizás podría soportarlas un poco más.
Pero, sin embargo, nunca le he dado a una chica un 10. No es porque yo sea muy aprehensivo. Me gusta presionar a la chica para ver lo que ella es capaz de hacer. Pero, para cualquier mujer, un 10 es una puntuación en la que el placer del dolor ya no es suficiente para anular el instinto de auto conservación, la necesidad de obtener alivio en cualquiera de los términos.
Hay una chica que sabe que algún día, le voy a exigir un 10. Ella trata de no pensar en ello. Le gusta pensar que si esto se requiere de ella, no se va a encontrar deseándolo. Pero, ella no está segura. El recuerdo de esas pequeñas cosas desagradables de las cortinas que puse en sus pezones es bastante malo y, sin embargo, un 10 en las pinzas ajustables seriá aun peor.
Ya veremos.

1 comentario:

  1. Saludos Sr. Ben Ali
    Para una mujer es placentero y excitante el juego con sus pezones, siempre y cuando no le reste sensibilidad o lastime fuerte.
    Los retos me parecen q son importantes en este tipo de relación. Imagino q para el dominante es súper lograr que su sumisa disfrute cada vez más del juego. Es mi opinión. Buen tema!!!
    Suerte con la chica!

    ResponderEliminar