A veces, tarde en la
noche, acostada sola en su cama con su mano entre sus muslos para mayor comodidad, a ella, le gusta asustarse a sí misma pensando en los hombres malos.
Los hombres que tienen solamente una cosa en sus mentes, los hombres que no se
preocupan mucho si a ella le gusta esa cosa o no, los hombres que van a tener
su propia manera de hacer.
No es su culpa. Ella ha
sido inducida a esto, ha aceptado las promesas que se habían roto, confiaba en
la gente cuando debería haberlo sabido mejor. Tal vez, ella tenga la culpa por
no ser mucho más cuidadosa, pero no puede ser culpa de ella que esos hombres sean
tan crueles. Ella no se merece ser tratada tan malamente.
Ella se encuentra en
una habitación con varios hombres. Ellos han estado bebiendo. No tienen ganas
de divertirse, su tipo de diversión. El tipo de diversión que pueden tener con
una pequeña puta, a la cual no le preocupa y no tienen ninguna responsabilidad
sobre ella.
“Desnúdate,” le dice un
hombre.
Ella está allí
congelada.
“Puedes quitarte las
ropas o te las quitaré yo,” él dice. “Y entonces, no tendrás nada que ponerte
cuando te las tire a la calle en medio de la noche.”
Ahora, ella tiene
miedo. Empieza a desnudarse despacio.
“Dáte prisa,” le dice
el hombre. La coge por los pelos y le abofetea la cara.
Cuando ella está
desnuda, intenta cubrirse con sus manos. Él se las coge bruscamente, sujetándola
con sus brazos por detrás de su espalda.
“Ella es muy linda,”
dice uno de ellos.
“¿Qué piensan ustedes,
chicos?” les pregunta a sus compañeros.
“Buenas tetas,” dice
otro.
“Vamos a ver su culo,”
dice un tercero. El hombre que la está sujetando la gira para que ellos
puedan separar las nalgas de su trasero.
“Voy a conseguir tajada
de esto,” un hombre dice e introduce sus dedos. Ella gime, le duele.
Uno de los hombres
retuerce sus pezones. “Veo lo grandes que son,” dice.
En su cama caliente,
suave y segura, su mano está ahora trabajando entre sus piernas. Ella piensa
que la están maltratando, presionando de esta manera o en sus dedos
insistentes, inquisitivos y penetrantes.
“De acuerdo, pequeña
puta,” dice el hombre que la tiene retenida. “Es hora de chupar la polla.”
La presiona para que se
ponga de rodillas y desabroche la cremallera. Luego, fuerza su cabeza hacia
abajo metiendo la verga en su boca. Es grande y dura. Casi la ahoga. Él folla
su boca durante un rato. Luego, la saca.
“Mi turno,” dice otro
hombre.
Una vez más, ella es
forzada a inclinarse hacia su polla. A su vez, es obligada a chuparlas todas,
una por una. Uno de los hombres eyacula, llenando su boca con semen. Ella
escupe y se le derrama por la barbilla.
“Pequeña putita,” dice el
hombre. Este le da una bofetada en la cara.
La mano de ella está
todavía entre sus piernas. La tiene así durante todo el tiempo. Nunca le dirá a
nadie que ella tiene estos pensamientos. Nadie los comprendería. Pensarían de
ella que es una puta cachonda. Por lo cual, ya lo sabrían. Pero, mientras ella
se frota su clítoris, piensa en ser follada por el primer hombre, más o menos,
por detrás, ya que ella está inclinada sobre la mesa. Y luego, hay otro hombre,
al volver la cara hacia él, forzando una polla en su boca una vez más, mientras
ella es follada.
Antes de que el otro
hombre, la coja, él la azota con su cinturón, mientras otros dos hombres la
mantienen presionada hacia abajo. Luego, él la penetra por su culo. Le duele,
pero no le importa. Ella es violada de nuevo una y otra vez. Su boca, su coño y
su culo. Algunos de los hombres lo quieren dos o tres veces. Por fin, salen de
ella. Su cara manchada de semen y lágrimas, manchada su cara de pintalabios y
rímel. Tal vez, antes de que hayan terminado con ella, le hacen las cosas
peores para profanarla. Pero a menudo, antes de que eso suceda, ella se ha
corrido en su cama y sus muslos se han cerrado alrededor de su mano, apretando
y temblando.
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