domingo, 25 de octubre de 2015

Segura

A veces, tarde en la noche, acostada sola en su cama con su mano entre sus muslos para mayor comodidad, a ella, le gusta asustarse a sí misma pensando en los hombres malos. Los hombres que tienen solamente una cosa en sus mentes, los hombres que no se preocupan mucho si a ella le gusta esa cosa o no, los hombres que van a tener su propia manera de hacer.
No es su culpa. Ella ha sido inducida a esto, ha aceptado las promesas que se habían roto, confiaba en la gente cuando debería haberlo sabido mejor. Tal vez, ella tenga la culpa por no ser mucho más cuidadosa, pero no puede ser culpa de ella que esos hombres sean tan crueles. Ella no se merece ser tratada tan malamente.
Ella se encuentra en una habitación con varios hombres. Ellos han estado bebiendo. No tienen ganas de divertirse, su tipo de diversión. El tipo de diversión que pueden tener con una pequeña puta, a la cual no le preocupa y no tienen ninguna responsabilidad sobre ella.
“Desnúdate,” le dice un hombre.
Ella está allí congelada.
“Puedes quitarte las ropas o te las quitaré yo,” él dice. “Y entonces, no tendrás nada que ponerte cuando te las tire a la calle en medio de la noche.”
Ahora, ella tiene miedo. Empieza a desnudarse despacio.
“Dáte prisa,” le dice el hombre. La coge por los pelos y le abofetea la cara.
Cuando ella está desnuda, intenta cubrirse con sus manos. Él se las coge bruscamente, sujetándola con sus brazos por detrás de su espalda.
“Ella es muy linda,” dice uno de ellos.
“¿Qué piensan ustedes, chicos?” les pregunta a sus compañeros.
“Buenas tetas,” dice otro.
“Vamos a ver su culo,” dice un tercero. El hombre que la está sujetando la gira para que ellos puedan  separar las nalgas de su trasero.
“Voy a conseguir tajada de esto,” un hombre dice e introduce sus dedos. Ella gime, le duele.
Uno de los hombres retuerce sus pezones. “Veo lo grandes que son,” dice.
En su cama caliente, suave y segura, su mano está ahora trabajando entre sus piernas. Ella piensa que la están maltratando, presionando de esta manera o en sus dedos insistentes, inquisitivos y penetrantes.
“De acuerdo, pequeña puta,” dice el hombre que la tiene retenida. “Es hora de chupar la polla.”
La presiona para que se ponga de rodillas y desabroche la cremallera. Luego, fuerza su cabeza hacia abajo metiendo la verga en su boca. Es grande y dura. Casi la ahoga. Él folla su boca durante un rato. Luego, la saca.
“Mi turno,” dice otro hombre.
Una vez más, ella es forzada a inclinarse hacia su polla. A su vez, es obligada a chuparlas todas, una por una. Uno de los hombres eyacula, llenando su boca con semen. Ella escupe y se le derrama por la barbilla.
“Pequeña putita,” dice el hombre. Este le da una bofetada en la cara.
La mano de ella está todavía entre sus piernas. La tiene así durante todo el tiempo. Nunca le dirá a nadie que ella tiene estos pensamientos. Nadie los comprendería. Pensarían de ella que es una puta cachonda. Por lo cual, ya lo sabrían. Pero, mientras ella se frota su clítoris, piensa en ser follada por el primer hombre, más o menos, por detrás, ya que ella está inclinada sobre la mesa. Y luego, hay otro hombre, al volver la cara hacia él, forzando una polla en su boca una vez más, mientras ella es follada.
Antes de que el otro hombre, la coja, él la azota con su cinturón, mientras otros dos hombres la mantienen presionada hacia abajo. Luego, él la penetra por su culo. Le duele, pero no le importa. Ella es violada de nuevo una y otra vez. Su boca, su coño y su culo. Algunos de los hombres lo quieren dos o tres veces. Por fin, salen de ella. Su cara manchada de semen y lágrimas, manchada su cara de pintalabios y rímel. Tal vez, antes de que hayan terminado con ella, le hacen las cosas peores para profanarla. Pero a menudo, antes de que eso suceda, ella se ha corrido en su cama y sus muslos se han cerrado alrededor de su mano, apretando y temblando.

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