¿Es cada Dominante un sádico, alguien que
disfruta infligiendo dolor físico? No, por supuesto que no. Estoy seguro que
hay muchos dominantes que nunca levantan su mano contra una mujer sumisa, que
prefieren hacer cumplir su sumisión por otros medios. Una mano, firme pero
suave, en la parte posterior del cuello puede conseguir tanto como un azote.
Unas pocas palabras, pronunciadas en el tono adecuado, pueden ponerla a temblar
sobre sus rodillas.
Pero, tal vez, hay una cosa como el
sadismo psicológico. Un dominante no puede golpearla, pero aún así, puede
querer presionar a una sumisa más de lo que al principio podría estar dispuesto
a hacer. Él podría poner a prueba su voluntad contra la de ella, romper su
resistencia con palabras y gestos, si no con golpes. ¿No existen dominantes
cuyos instintos sádicos se excitan por la idea de no pegarle a una chica, pero,
al humillarla, requieren que ella se exponga por sí misma, avergonzada para su
placer?
En “La historia de O,” el amante de la
heroína no la azota, pues tiene que ser golpeada y follada por otros hombres.
En última instancia, él se la entrega a Sir Stephen para que le haga esas cosas
crueles que él no se atreve a hacerle. Un sádico por poder.
Una mujer sumisa puede soñar en servir de
rodillas, incluso como esclava y, sin embargo, nunca desea ser azotada. Eso es
bastante fácil de imaginar. Así que no digo nunca que desear el dolor sea la
esencia de la D/s. Todo lo que quiero decir es que, en alguna parte por debajo
de la línea, la mujer sumisa quiere ser forzada a hacer cosas que ella se
resiste hacer. Tanto da que la fuerza venga de la amenaza de un azote o de una
presión psicológica, es una cuestión de elección.
Una cosa más. El deseo de experimentar el
dolor no es necesariamente un signo de sumisión. Hay dominantes que disfrutan que
les hagan daño, no sometiéndose a otro dominante, sino ordenando a su sumisa
que le inflija dolor. Él (o incluso ella) querrá especificar exactamente qué
clase de dolor desea para ellos, y cuán intenso debería ser. Es estar
totalmente bajo su control. Detente cuando digan eso. Y la sumisa que
administra los azotes o retuerce las pinzas, no hay ninguna duda de que ella
está siguiendo las instrucciones de su Amo. Lo hace por el placer de él, no
para el de ellas.
El deseo por el dolor puede ser una cosa
muy perversa.
Seguro que sí...
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