Cuando
nos juntamos, necesito hacerte daño. Tengo que retorcerte y pellizcarte. Azotarte
y abofetearte. Estirarte e inclinarte. Tirar y presionar. Mis experiencias más
intensas como dominante todas han involucrado infligir dolor. El regalo de la
angustia es una parte esencial de la forma en que me uno con mi sumisa.
Hace
poco, me preguntaron lo que pienso de por qué necesito hacer daño como parte de
mi dinámica. Es una pregunta importante que vale la pena contestar
reflexivamente.
No
siempre he asociado el dolor y el placer. Los últimos tiempo de mi vida, han
sido fundamentales para redefinir mi punto de vista sobre el tema. El Marqués
de Sade, de cuyo nombre derivamos las palabras sádico y sadismo, lo definió
mejor: “Siempre es por el dolor como uno llega al placer.”
¿Por
qué necesito infligir dolor? La respuesta más corta es que el placer sexual se
experimenta mejor como una danza de contraste. El dolor es un placer con más
contenido y significado.
Piense
sobre la psicología del ser humano. Lo bueno sin lo malo no tiene sentido. La
vista desde la cima de una montaña no es tan impresionante, si primero no
caminas a través del valle que está a sus pies. El dolor y el placer van de la
mano perfectamente. Combinados, los dos estados contrastantes se convierten en
algo más profundo.
Cuando
uso una correa o un flogger para infligir un estallido intenso de dolor,
después me gusta seguir con menos intensidad, con bajas dosis de placer usando
un implemento diferente. Ya se trate de mi mano, mi boca o mi polla no es
realmente relevante. Lo que es relevante es el contraste y el alto nivel de intensidad
que estas dos experiencias opuestas producen cuando se dosifican a intervalos o
mezcladas entre sí. Es la manera de cómo enmarcamos los asuntos de nuestras
experiencias sexuales.
Un
orgasmo no es sólo un orgasmo. El paquete y el envoltorio en el que lo
envuelves determinan la intensidad, la longevidad y la repetitividad de los
clímax. El dolor es una herramienta entre muchas para hacer a los orgasmos más
intensos. El hacer daño añade peso a la memoria de mis atenciones. Si le estoy
echando cera caliente en un pezón, arañando arriba y abajo el interior se sus
muslos con mis uñas o maltratando su trasero encantador con un cinturón, el
dolor es un diálogo que hace nuestro intercambio de poder más rico en matices y
significados.
El
dolor puede ser agudo, sordo, palpitante, cosquilleante, potente, suave,
juguetón, intenso, energizante, catártico y espiritual. El dolor consolida la
memoria de nuestros cuerpos juntos en nuestras mutuas psiques. Tu regalo de
sumisión es aún mayor cuando tienes que luchar para soportar lo que exijo de
tí.
Me
pediste ser dominada. Tú deberías saber que eso significa que voy a tener que
bajarte antes de que vuelvas a levantarte. Tú y yo somos fuego caminante. La
sensación de la arena fría contra tus pies, después de haber caminado a través
de las brasas humeantes, marca toda la diferencia al crear un vínculo duradero.
Ven a
bailar con el dolor. Te lideraré y me seguirás.
"El hacer daño añade peso a la memoria de mis atenciones."
ResponderEliminarLeo y releo y esta es mi parte favorita...
Cindy
Saludos Sr. Ben Ali
ResponderEliminarMe parece interesante e intensa la danza!!