sábado, 10 de octubre de 2015

Danza con el dolor

Cuando nos juntamos, necesito hacerte daño. Tengo que retorcerte y pellizcarte. Azotarte y abofetearte. Estirarte e inclinarte. Tirar y presionar. Mis experiencias más intensas como dominante todas han involucrado infligir dolor. El regalo de la angustia es una parte esencial de la forma en que me uno con mi sumisa.
Hace poco, me preguntaron lo que pienso de por qué necesito hacer daño como parte de mi dinámica. Es una pregunta importante que vale la pena contestar reflexivamente.
No siempre he asociado el dolor y el placer. Los últimos tiempo de mi vida, han sido fundamentales para redefinir mi punto de vista sobre el tema. El Marqués de Sade, de cuyo nombre derivamos las palabras sádico y sadismo, lo definió mejor: “Siempre es por el dolor como uno llega al placer.”
¿Por qué necesito infligir dolor? La respuesta más corta es que el placer sexual se experimenta mejor como una danza de contraste. El dolor es un placer con más contenido y significado.
Piense sobre la psicología del ser humano. Lo bueno sin lo malo no tiene sentido. La vista desde la cima de una montaña no es tan impresionante, si primero no caminas a través del valle que está a sus pies. El dolor y el placer van de la mano perfectamente. Combinados, los dos estados contrastantes se convierten en algo más profundo.
Cuando uso una correa o un flogger para infligir un estallido intenso de dolor, después me gusta seguir con menos intensidad, con bajas dosis de placer usando un implemento diferente. Ya se trate de mi mano, mi boca o mi polla no es realmente relevante. Lo que es relevante es el contraste y el alto nivel de intensidad que estas dos experiencias opuestas producen cuando se dosifican a intervalos o mezcladas entre sí. Es la manera de cómo enmarcamos los asuntos de nuestras experiencias sexuales.
Un orgasmo no es sólo un orgasmo. El paquete y el envoltorio en el que lo envuelves determinan la intensidad, la longevidad y la repetitividad de los clímax. El dolor es una herramienta entre muchas para hacer a los orgasmos más intensos. El hacer daño añade peso a la memoria de mis atenciones. Si le estoy echando cera caliente en un pezón, arañando arriba y abajo el interior se sus muslos con mis uñas o maltratando su trasero encantador con un cinturón, el dolor es un diálogo que hace nuestro intercambio de poder más rico en matices y significados.
El dolor puede ser agudo, sordo, palpitante, cosquilleante, potente, suave, juguetón, intenso, energizante, catártico y espiritual. El dolor consolida la memoria de nuestros cuerpos juntos en nuestras mutuas psiques. Tu regalo de sumisión es aún mayor cuando tienes que luchar para soportar lo que exijo de tí.
Me pediste ser dominada. Tú deberías saber que eso significa que voy a tener que bajarte antes de que vuelvas a levantarte. Tú y yo somos fuego caminante. La sensación de la arena fría contra tus pies, después de haber caminado a través de las brasas humeantes, marca toda la diferencia al crear un vínculo duradero.
Ven a bailar con el dolor. Te lideraré y me seguirás.

2 comentarios:

  1. "El hacer daño añade peso a la memoria de mis atenciones."

    Leo y releo y esta es mi parte favorita...

    Cindy

    ResponderEliminar
  2. Saludos Sr. Ben Ali
    Me parece interesante e intensa la danza!!

    ResponderEliminar