miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Es cada Dominante un sádico?

¿Es cada Dominante un sádico, alguien que disfruta infligiendo dolor físico? No, por supuesto que no. Estoy seguro que hay muchos dominantes que nunca levantan su mano contra una mujer sumisa, que prefieren hacer cumplir su sumisión por otros medios. Una mano, firme pero suave, en la parte posterior del cuello puede conseguir tanto como un azote. Unas pocas palabras, pronunciadas en el tono adecuado, pueden ponerla a temblar sobre sus rodillas.
Pero, tal vez, hay una cosa como el sadismo psicológico. Un dominante no puede golpearla, pero aún así, puede querer presionar a una sumisa más de lo que al principio podría estar dispuesto a hacer. Él podría poner a prueba su voluntad contra la de ella, romper su resistencia con palabras y gestos, si no con golpes. ¿No existen dominantes cuyos instintos sádicos se excitan por la idea de no pegarle a una chica, pero, al humillarla, requieren que ella se exponga por sí misma, avergonzada para su placer?
En “La historia de O,” el amante de la heroína no la azota, pues tiene que ser golpeada y follada por otros hombres. En última instancia, él se la entrega a Sir Stephen para que le haga esas cosas crueles que él no se atreve a hacerle. Un sádico por poder.
Una mujer sumisa puede soñar en servir de rodillas, incluso como esclava y, sin embargo, nunca desea ser azotada. Eso es bastante fácil de imaginar. Así que no digo nunca que desear el dolor sea la esencia de la D/s. Todo lo que quiero decir es que, en alguna parte por debajo de la línea, la mujer sumisa quiere ser forzada a hacer cosas que ella se resiste hacer. Tanto da que la fuerza venga de la amenaza de un azote o de una presión psicológica, es una cuestión de elección.
Una cosa más. El deseo de experimentar el dolor no es necesariamente un signo de sumisión. Hay dominantes que disfrutan que les hagan daño, no sometiéndose a otro dominante, sino ordenando a su sumisa que le inflija dolor. Él (o incluso ella) querrá especificar exactamente qué clase de dolor desea para ellos, y cuán intenso debería ser. Es estar totalmente bajo su control. Detente cuando digan eso. Y la sumisa que administra los azotes o retuerce las pinzas, no hay ninguna duda de que ella está siguiendo las instrucciones de su Amo. Lo hace por el placer de él, no para el de ellas.
El deseo por el dolor puede ser una cosa muy perversa.

1 comentario: