martes, 7 de marzo de 2017

Sí, soy una buena persona, pero...

Soy una persona buena. Por supuesto, cualquiera puede decir eso y no significa que sea un desecho. Voy a decirlo como un absoluto, porque sé, qué es lo que soy. Por supuesto, siempre voy a ser subjetivo y depende de la persona que me encuentre, quien determine lo que piensa de mí.

Recientemente, he tenido que reflexionar sobre: ¿Por qué querría hacerle daño a alguien con la que pudiera tener una relación? Para algunas personas, mi deseo de hacerle daño, sería una gran excitación; para otras, justo lo opuesto. Pero, independientemente de cómo se pudieran sentir o querrían proceder, tengo que sentirme cómodo y tener mis propios sentimientos personales como sádico.

Los sádicos son como cualquier otro tipo de grupo de personas, son diversos en sus creencias y sus visiones del mundo. Mis pensamientos son propios y nunca pretendo hablar en nombre de cualquier otra persona. Hay muchos sádicos, que no se consideran una persona agradable. En realidad, podrían encogerse de hombros, si alguien les dijera que son agradables. Por cada persona, sin importar cómo se vean a sí mismos, habrá gente por ahí que les serán atractivas. Algunas mujeres se mueren por estar con un hombre que las pudiera tratar de una manera brutal, ausente de cualquier galantería. Les encantaría estar con un sádico, que pudiera destruirlas por la única y sencilla razón de disfrutar siendo tratadas con la ausencia de cualquier tratamiento amable durante o después. Eso es algo que yo sería incapaz de hacer. Todo lo que hago, cuando se trata del juego de impacto – por ejemplo, los azotes – siempre estará conectado con una gran cantidad de energía emocional.

Pero, del mismo modo que tengo mis propios deseos sádicos, también tengo que ser transparente, dado que no soy una persona no dispuesta. No soy una persona mala, ni tampoco puedo eliminar por completo de mí la emoción de los azotes que estoy aplicando. Es la danza que hago entre infligir dolor y proporcionar confort. Este baile es delicado y, con frecuencia, las líneas son borrosas.

Pero, me encanta hacer daño a una mujer en el contexto de la D/s, si me ha dado su consentimiento para ello. Cualquier cosa que haga, o que haya hecho antes, la he estudiado o mostrado como de la manera más segura posible. Siempre hay riesgos con cualquier forma de azote, pero el riesgo se puede minimizar en gran manera con el entrenamiento y la educación. Me siento cómodo con lo que hago, cuando se trata de infligir dolor.

Para mí, romper a alguien, es una experiencia hermosa e increíble y, mentalmente, llevarla a un estado alterado de la conciencia, guiándola con la mente, el cuerpo y el alma,  estando devastada y abatida. Sólo entonces, debe ser reconstruida y cuidada de tal manera que, solamente pueda ser experimentada, si literalmente has tenido que golpear sus paredes para derribarla. Ella estará en un estado de vulnerabilidad, que es fabricado por el sádico y que ha creado para ella. Con una combinación de cuidados táctiles, palabras y energía, puede ser una experiencia transcendental de felicidad pura en el momento de ser cuidada.

Yo no rompo a nadie porque sea un bastardo. No hago daño, porque sea una mala persona.  Hago ambas cosas. Por lo tanto, tengo la oportunidad de compartir algo hermoso, algo especial, íntimo y permitir reconstruir, en el mismo lugar, lo que ambos acabamos de destruir, el peso negativo que ella ha estado llevando sobre sí misma. Personalmente para mí, quiero herirte, no a pesar de que sea un buen tipo, sino porque soy una buena persona.

2 comentarios:

  1. Quebrar para recomponer, infringir dolor al tiempo que se proporciona placer y por supuesto, se siente placer.
    No se es un sàdico por ser un patàn, todo lo contrario, caballero, afectivo, buena persona, que no significa "blando".
    Mi beso

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  2. Los sentimientos no deberían herirse...
    A.

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