Todos somos un poco extraños en
nuestras propias y únicas maneras y la vida es un poco rara, y cuando
encontramos a alguien, cuya rareza nos atrae, la cortejamos con flores y actos
de amabilidad. Contamos historias de dominación y sumisión y aprendemos a jugar
con cuerdas, cadenas, látigos y esposas. Nuestra relación crece continuamente y
nada es nunca suficiente. Entonces, caemos en una perversión mutua y la
llamamos amor. Pero, esto es algo más que deseos lujuriosos y emocionales. Se
trata de una conexión, que es tan íntima y personal, que se siente y percibe,
como que cada charla es un secreto y cada momento, muy significativo. Incluso,
en aquellos coloquios, sin brillo o no significativos. Luego, hacemos algo que
es tan raro que, incluso, nuestra rareza parece normal. Nos olvidamos de
recordar lo maravilloso que es conectarse con alguien, como es, hacer las cosas
que funcionan en contra de ello. Somos gentes verdaderamente extraña. O, tal
vez, sólo lo sea yo.
Por norma general,es así como lo ha descrito...
ResponderEliminarCuando se tocan temas tan íntimos como el deseo y las pasiones de cada uno y hay una comunicación frecuente donde la complicidad existe, seguramente terminemos cayendo en el amor.
Pero sólo si esa persona te llega.
Como verá no sólo son dos palabras... Jajajaja