Con una mano, agarra su cabello con fuerza, manteniendo su cabeza en su sitio, con la otra mano sostiene su polla, un eje rígido envuelto en su mano.
“Abre esa boquita linda, puta,” él la elogia.
Le mira, de rodillas a sus pies, con una mirada de desafío puro en sus ojos.
Él se ríe. ”¡Ah! ¿de verdad?” pregunta. “¿Quieres hacer esto por las malas?”
Aprieta su cabello, tirando de su cabeza hacia atrás con fuerza, su rostro inclinado hacia Él, su cuello expuesto. El movimiento de su mano a lo largo de su polla aumenta el ritmo y gruñe, ese gruñido profundo de pasión le dice que está a punto de correrse.
Su boca permanece obstinadamente cerrada, pues es una batalla para ella, la puta de dentro quiere lamer sus labios, probar su semilla en ella, abrir su boquita codiciosa y chupar las últimas gotas de su polla todavía dura como una roca, pero, esta vez no…
Con los dedos aun agarrando con firmeza su cabello, sosteniéndola con fuerza en su lugar, a sus pies, se inclina con la otra mano y mezcla su semilla caliente con su lápiz labial rojo brillante y lo usa para pintar sus labios y barbilla como la puta que es. Sin embargo, sigue mirando, silenciosa y desafiante.
Sin soltar su cabello, camina detrás de ella, sus dedos se deslizan por su espalda, dejando un rastro pegajoso de sus jugos a su paso antes de detenerse finalmente en la base de su columna. Inclinándola hacia adelante, le susurra al oído.
“Esto es lo que te traerá el desafío.”
Con un movimiento rápido, agarra la cinturilla de sus bragas, de encaje rosa, y se las arranca. El tejido le quema la carne mientras se rasga a través de su piel. Los jirones rotos de sus bragas cuelgan de sus muslos, su cuerpo se estremece en su agarre.
Cuando el picor del látigo se posa sobre su piel, lo escuchA decir: “Ahora abrirás la boca, pero es demasiado tarde para eso, ya no es tu boca lo que me interesa.”
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