miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Deberíamos empezar?

Ven, siéntate. Vamos a susurrarnos el uno al otro. Tú no me conoces todavía, pero eso va a cambiar. Mientras nos sentamos aquí en estas breves horas, entre el sol y la sombra, he encendido una vela para nuestra conversación. No es mucho. Un mechón de luz parpadeante en el búfer oscuro entre extraños; solo lo suficiente para iluminar las avenidas enmascaradas de tu imaginación.

Ahora, ¿estás escuchando?

Mi nombre no es importante. Te da poder y, hasta que yo decida lo contrario, el poder no es para que lo tengas tú. Soy el único de ellos que te lo ha ganado. La idea sobre la cuál has luchado. Conozco tus sueños. Aquellos donde danzas en un laberinto de deseos tranquilos y lujurias no habladas. El aliento y los pechos pesados, con gotas de sudor haciendo cosquillas sobre tu piel de gallina en un cuerpo físico que parece tan lejano, al moverse hacia una libertad tácita. Una liberación física y emocional que tanto calienta tu estómago y produce escalofríos a tus pensamientos. Esta independencia te espera en el otro lado de una inhibición y libertades abandonadas.

Y cuando despiertas – tu cuerpo transformado, los músculos tensos, los pezones dolorosamente duros, las manos tentando inconscientemente sobre el húmedo brote de la carta que es la lente focal de tus pasiones -, soy la idea que espera justo fuera de  tu alcance. Soy el rostro que no puedes recordar.

Y mientras nuestra vela continua ardiendo, te diré que eres mi objetivo, mi deseo, es para controlarte. No habrá cuerdas para confinarte. No hay jaulas para encarcelarte. No implementos dolorosos para dibujar tu consentimiento como un ungüento. Esas son las herramientas de los dolores físicos y los placeres que te quedan por ganar.

Primero la mente, luego, la carne.

Te susurraré, tal como estamos ahora. Voy a ayudarte a dar contenido a esas necesidades que, durante demasiado tiempo, te obstruían amorfamente, mientras dormitabas. Las fantasías que te alejaban de tu trabajo y las conversaciones con tus amistades, serán el lienzo. Tu sumisión será nuestra paleta.

Sí, tu sumisión. El tiempo entre un sueño realizado y la pérdida de uno mismo es cuántico, infinitesimal. Es hora de ser honesto. En un mundo, que exige fuerza, tú sólo buscas renunciar para poner tus miedos, necesidades y deseos de un amor nacido de límites simples y avaricia física en las manos de otro. Tú quieres arrodillarte, desnuda y caliente, ante el que va a borrar el mundo y sus imposiciones, definiendo de este modo el espacio donde tu necesidad de aislamiento es dar, presentar tu cuerpo para recibir y, como tal, explorar los alcances de la fantasía sexual.

Empezaré reduciéndote, rompiendo tus pensamientos y profundizando en la fenomenología de tus pasiones. Caerán capas enteras, como prendas desechadas, hasta que tu mente, presagiando tu ser físico, espere desnuda y expuesta. En ti, encontré todas las necesidades básicas de la condición humana: el calor, el cobijo, el confort, el apoyo y la estimulación física y emocional. Pero, en tu desnudez psicológica, te darás cuenta de que el control, no se encuentra entre esas necesidades. Que es y ha sido una parte de tu vida cotidiana durante tanto tiempo, que te atormenta y sofoca.

Libérate. Es por eso que danzas en el laberinto. Es por eso, el por qué te despiertas empapada y entristecida, como el sueño que sigue a la luz del sol. Es por eso, por lo que enciendo la vela, no tú. Cuando sea el momento, extinguiré su luz. Pero primero, voy a tomar tu control. La carga se levantará de tí como cadenas sin cadenas. Y en este espacio oscuro, despojado de todo lo que no es necesario, continuaremos susurrando, y comprenderás. No te sientas culpable o avergonzada. No hay nada anormal sobre lo que deseas. El control, después de todo, es una ilusión. Mi trabajo  es crear esa ilusión. Tú solo tendrás que disfrutarla.

Mientras navegamos por el paisaje de tu deconstrucción, encontrarás que esta libertad de no-control, ha presentado que quieras un tesoro infinito de posibilidades. Mil placeres esperan a ser arrancados como bien encantadores, volúmenes polvorientos de un estante de la biblioteca, cada uno, una herramienta para ayudarte a definir tu realidad. Una supresión de los sentidos. La sensación del aire por debajo de ti, a medida que aparecen suspendidos enfrente de mí. La sensación de piel animal escondido, fustigando tu carne, pintándote con un arco iris de manchas que reflejen un sinnúmero de sensaciones, que rabian a través de tu cuerpo y de tu mente. La paz solitaria de la restricción física donde esperas, encadenada y humillada, mientras mi imaginación conforma los dispositivos con los cuales crearé mi obra maestra: Tú.

Esperando en el centro de todas las opciones está, tal vez, la que mejor se adapte a nuestros propósitos. Simplemente, se presenta, pero de naturaleza compleja. Puede ser vista como la destrucción final de tu antiguo ser o un renacimiento. Una epifanía. En ello, esperas en esta oscuridad cercana, descalza y desnuda, sollozando de la belleza de la revelación personal y el deseo físico. Espero detrás de tí, tu cabello cogido firmemente en mi mano, dirigiendo tus ojos borrosos y llorosos hacia mi mirada. Mi otra mano navega por tu cuerpo, acariciando tus pechos, apretando, tal vez, dolorosamente, tus pezones entre mis dedos, forzando a tu cuerpo a reconocer la sutil línea divisoria al entrar el dolor y el placer.

Les pongo las pinzas, asegurando que la sensación perdure mientras continúo explorando los contornos de tu cuerpo con tu aprobación. La estética de tu cuerpo no me importa, porque, querida, tu sumisión es la verdadera belleza. Finalmente, fuerzo tu cabeza para que tu visión sea abatida, mientras empiezo a pasar despacio mi dedo por tu clítoris y la suave vulva que espera debajo. Susurro dos preguntas sencillas: “Qué eres y qué es lo que deseas?” Ambos sabemos cuáles serán las respuestas, porque ahora comprendes los elementos básicos de tu naturaleza.

Y después de musitar esas respuestas, entre alientos cansinos, te cogeré. Sabiendo ahora que tu mente y cuerpo son míos, estás preparada para lo que vendrá, que este acto, entre sumisa y dominante, será a la vez tierno y salvaje. Te degustaré, un festín contigo como manjar, sorbiendo tu néctar excitante, como un buen vino. Marcaré tu cuerpo de acuerdo con mis deseos, ya sea mordiéndote con mis dientes o la lengua de un látigo. Ellos servirán como un recordatorio constante de tu elección. Sé que los llevarás con orgullo.

Te presionaré hasta los límites absolutos de tu comodidad, sabiendo que no es confort lo que buscas. Empujaré mi verga en tu boca, mi mano enganchada a tu cabello y te manipularé, mientras me haces la felación. Te amordazaré y ahogarás y comprenderás lo que se siente al ser un objeto desprovisto de cualquier noción de control. Tu mente y tu cuerpo, ahora, sólo existen para mi uso. Te follaré hasta que estés cruda y llorando y agotada. Te presionaré en las profundidades más hondas y exploraré todas las vías. Ninguna parte de tu cuerpo es lo suficientemente sagrada para prohibir mi uso del mismo. Es por esta razón, por lo que cada parte de tu cuerpo, es sagrada para mí.

Y cuando haya terminado, comprenderás la totalidad de esta decisión que has tomado. Puede haber confusión. Puede haber inestabilidad. Pero te cogeré en mis brazos, te abrazaré durante todo el tiempo que sea necesario y te susurraré de nuevo. Hablaremos sobre lo que viene y lo que tendrá lugar. Cuidaré tu mente y cuerpo hasta que hayas encontrado un lugar seguro y de paz. Luego descansaremos y serás libre para soñar lo que tu imaginación crea, la luz para eliminar los laberintos. Y estaré allí cuando te despiertes.

Ahora, voy a apagar la vela. ¿Deberíamos empezar?

7 comentarios:

  1. Comencemos pues, señor.

    Cin

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  2. Habla de tener el poder y coger el control, que me pregunto si es el D quien lo "coge" o la sumisa quien se lo "da".
    Ya, ya sé que no es el núcleo del artículo, pero me hizo pensar.
    Paula

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  3. no entiendo nada
    estoy perdida
    es esto la oscuridad?

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  4. Proposición.. Así lo veo yo.
    Lo único que en ocasiones habría que recordar el vístete despacio que tengo prisas.
    Paula

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  5. Es una bellísima propuesta... 😍 .
    una invitación deliciosa, pervertida en los detalles, me encanta la sintaxis y la forma en que juega con esas palabras... lo leo y me vuelvo a enamorar.
    saludos.

    Cin

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