Ven, siéntate. Vamos a
susurrarnos el uno al otro. Tú no me conoces todavía, pero eso va a cambiar.
Mientras nos sentamos aquí en estas breves horas, entre el sol y la sombra, he
encendido una vela para nuestra conversación. No es mucho. Un mechón de luz parpadeante
en el búfer oscuro entre extraños; solo lo suficiente para iluminar las
avenidas enmascaradas de tu imaginación.
Ahora, ¿estás escuchando?
Mi nombre no es importante.
Te da poder y, hasta que yo decida lo contrario, el poder no es para que lo
tengas tú. Soy el único de ellos que te lo ha ganado. La idea sobre la cuál has
luchado. Conozco tus sueños. Aquellos donde danzas en un laberinto de deseos
tranquilos y lujurias no habladas. El aliento y los pechos pesados, con gotas
de sudor haciendo cosquillas sobre tu piel de gallina en un cuerpo físico que
parece tan lejano, al moverse hacia una libertad tácita. Una liberación física
y emocional que tanto calienta tu estómago y produce escalofríos a tus
pensamientos. Esta independencia te espera en el otro lado de una inhibición y
libertades abandonadas.
Y cuando despiertas – tu
cuerpo transformado, los músculos tensos, los pezones dolorosamente duros, las
manos tentando inconscientemente sobre el húmedo brote de la carta que es la
lente focal de tus pasiones -, soy la idea que espera justo fuera de tu alcance. Soy el rostro que no puedes
recordar.
Y mientras nuestra vela
continua ardiendo, te diré que eres mi objetivo, mi deseo, es para controlarte.
No habrá cuerdas para confinarte. No hay jaulas para encarcelarte. No
implementos dolorosos para dibujar tu consentimiento como un ungüento. Esas son
las herramientas de los dolores físicos y los placeres que te quedan por ganar.
Primero la mente, luego, la
carne.
Te susurraré, tal como
estamos ahora. Voy a ayudarte a dar contenido a esas necesidades que, durante
demasiado tiempo, te obstruían amorfamente, mientras dormitabas. Las fantasías
que te alejaban de tu trabajo y las conversaciones con tus amistades, serán el
lienzo. Tu sumisión será nuestra paleta.
Sí, tu sumisión. El tiempo
entre un sueño realizado y la pérdida de uno mismo es cuántico, infinitesimal.
Es hora de ser honesto. En un mundo, que exige fuerza, tú sólo buscas renunciar
para poner tus miedos, necesidades y deseos de un amor nacido de límites
simples y avaricia física en las manos de otro. Tú quieres arrodillarte,
desnuda y caliente, ante el que va a borrar el mundo y sus imposiciones,
definiendo de este modo el espacio donde tu necesidad de aislamiento es dar,
presentar tu cuerpo para recibir y, como tal, explorar los alcances de la
fantasía sexual.
Empezaré reduciéndote,
rompiendo tus pensamientos y profundizando en la fenomenología de tus pasiones.
Caerán capas enteras, como prendas desechadas, hasta que tu mente, presagiando
tu ser físico, espere desnuda y expuesta. En ti, encontré todas las necesidades
básicas de la condición humana: el calor, el cobijo, el confort, el apoyo y la
estimulación física y emocional. Pero, en tu desnudez psicológica, te darás
cuenta de que el control, no se encuentra entre esas necesidades. Que es y ha
sido una parte de tu vida cotidiana durante tanto tiempo, que te atormenta y
sofoca.
Libérate. Es por eso que
danzas en el laberinto. Es por eso, el por qué te despiertas empapada y
entristecida, como el sueño que sigue a la luz del sol. Es por eso, por lo que
enciendo la vela, no tú. Cuando sea el momento, extinguiré su luz. Pero
primero, voy a tomar tu control. La carga se levantará de tí como cadenas sin
cadenas. Y en este espacio oscuro, despojado de todo lo que no es necesario,
continuaremos susurrando, y comprenderás. No te sientas culpable o avergonzada.
No hay nada anormal sobre lo que deseas. El control, después de todo, es una
ilusión. Mi trabajo es crear esa
ilusión. Tú solo tendrás que disfrutarla.
Mientras navegamos por el
paisaje de tu deconstrucción, encontrarás que esta libertad de no-control, ha
presentado que quieras un tesoro infinito de posibilidades. Mil placeres
esperan a ser arrancados como bien encantadores, volúmenes polvorientos de un estante
de la biblioteca, cada uno, una herramienta para ayudarte a definir tu
realidad. Una supresión de los sentidos. La sensación del aire por debajo de
ti, a medida que aparecen suspendidos enfrente de mí. La sensación de piel
animal escondido, fustigando tu carne, pintándote con un arco iris de manchas
que reflejen un sinnúmero de sensaciones, que rabian a través de tu cuerpo y de
tu mente. La paz solitaria de la restricción física donde esperas, encadenada y
humillada, mientras mi imaginación conforma los dispositivos con los cuales
crearé mi obra maestra: Tú.
Esperando en el centro de
todas las opciones está, tal vez, la que mejor se adapte a nuestros propósitos.
Simplemente, se presenta, pero de naturaleza compleja. Puede ser vista como la
destrucción final de tu antiguo ser o un renacimiento. Una epifanía. En ello,
esperas en esta oscuridad cercana, descalza y desnuda, sollozando de la belleza
de la revelación personal y el deseo físico. Espero detrás de tí, tu cabello
cogido firmemente en mi mano, dirigiendo tus ojos borrosos y llorosos hacia mi
mirada. Mi otra mano navega por tu cuerpo, acariciando tus pechos, apretando,
tal vez, dolorosamente, tus pezones entre mis dedos, forzando a tu cuerpo a
reconocer la sutil línea divisoria al entrar el dolor y el placer.
Les pongo las pinzas,
asegurando que la sensación perdure mientras continúo explorando los contornos
de tu cuerpo con tu aprobación. La estética de tu cuerpo no me importa, porque,
querida, tu sumisión es la verdadera belleza. Finalmente, fuerzo tu cabeza para
que tu visión sea abatida, mientras empiezo a pasar despacio mi dedo por tu
clítoris y la suave vulva que espera debajo. Susurro dos preguntas sencillas:
“Qué eres y qué es lo que deseas?” Ambos sabemos cuáles serán las respuestas,
porque ahora comprendes los elementos básicos de tu naturaleza.
Y después de musitar esas
respuestas, entre alientos cansinos, te cogeré. Sabiendo ahora que tu mente y
cuerpo son míos, estás preparada para lo que vendrá, que este acto, entre
sumisa y dominante, será a la vez tierno y salvaje. Te degustaré, un festín
contigo como manjar, sorbiendo tu néctar excitante, como un buen vino. Marcaré
tu cuerpo de acuerdo con mis deseos, ya sea mordiéndote con mis dientes o la
lengua de un látigo. Ellos servirán como un recordatorio constante de tu
elección. Sé que los llevarás con orgullo.
Te presionaré hasta los
límites absolutos de tu comodidad, sabiendo que no es confort lo que buscas.
Empujaré mi verga en tu boca, mi mano enganchada a tu cabello y te manipularé, mientras
me haces la felación. Te amordazaré y ahogarás y comprenderás lo que se siente
al ser un objeto desprovisto de cualquier noción de control. Tu mente y tu
cuerpo, ahora, sólo existen para mi uso. Te follaré hasta que estés cruda y
llorando y agotada. Te presionaré en las profundidades más hondas y exploraré
todas las vías. Ninguna parte de tu cuerpo es lo suficientemente sagrada para
prohibir mi uso del mismo. Es por esta razón, por lo que cada parte de tu
cuerpo, es sagrada para mí.
Y cuando haya terminado,
comprenderás la totalidad de esta decisión que has tomado. Puede haber
confusión. Puede haber inestabilidad. Pero te cogeré en mis brazos, te abrazaré
durante todo el tiempo que sea necesario y te susurraré de nuevo. Hablaremos
sobre lo que viene y lo que tendrá lugar. Cuidaré tu mente y cuerpo hasta que
hayas encontrado un lugar seguro y de paz. Luego descansaremos y serás libre
para soñar lo que tu imaginación crea, la luz para eliminar los laberintos. Y
estaré allí cuando te despiertes.
Ahora, voy a apagar la vela.
¿Deberíamos empezar?
Comencemos pues, señor.
ResponderEliminarCin
Habla de tener el poder y coger el control, que me pregunto si es el D quien lo "coge" o la sumisa quien se lo "da".
ResponderEliminarYa, ya sé que no es el núcleo del artículo, pero me hizo pensar.
Paula
ha vuelto distinto
ResponderEliminarno entiendo nada
ResponderEliminarestoy perdida
es esto la oscuridad?
Supremo
ResponderEliminarProposición.. Así lo veo yo.
ResponderEliminarLo único que en ocasiones habría que recordar el vístete despacio que tengo prisas.
Paula
Es una bellísima propuesta... 😍 .
ResponderEliminaruna invitación deliciosa, pervertida en los detalles, me encanta la sintaxis y la forma en que juega con esas palabras... lo leo y me vuelvo a enamorar.
saludos.
Cin