Él hablaba de exploración, como
si la experimentación fuera a producir la misma felicidad que yo había encontrado
con ella. Nunca traté de ser más feliz que feliz.
Ella hablaba de un compromiso más
estrecho que la cuerda en la que a menudo se perdía. Ella era un servicio
superior que le encantaba perderse en el fondo de todo esto. Ella le quería,
solamente a él. Pero, ambos hablaban del amor con idiomas diferentes y algo se
estaba perdiendo en la traducción.
Él quería algo más.
Ella tenía todo lo que
necesitaba.
Él anhelaba el sabor de lo
desconocido.
A ella, le encantaba estar
saboreando sus labios casi a diario.
Él quería ver cómo era follada
por otros.
Ella sólo quería que él, su dulce
amor, la follara.
Él hablaba en idiomas de mucha
unión.
Ella se sentó en silencio, sola
con sus pensamientos, y el hecho de que el suyo fuera un lenguaje perdido en el
amor, porque eran dos amores que no dormían en la misma cama.
Amar no es una experiencia
singular, sino un conglomerado de muchos idiomas diferentes compitiendo para
hablar sus propios lenguajes. Si no estamos hablando el mismo idioma, algo se
perderá en la traducción. Ese algo que se pierde, normalmente, es el vínculo
que permite que el lenguaje del amor se hable en primer lugar.
Simplemente, existen cosas tan
trágicas, que no existen palabras o idioma para ser comprendidas. El amor
perdido es una de esas cosas.
He aprendido a ser feliz hoy. Esta es una muy buena reflexión. Y confirmo sus palabras en parejas que se veían plenamente felices y hoy están por caminos diferentes...
ResponderEliminarCin
Es triste tener una pareja y tener puntos de vista diferentes en el modo de amar.
ResponderEliminarTarde o temprano eso conlleva a la ruptura.