martes, 8 de diciembre de 2020

Pinzas y una fusta

Aquel día por la noche, ella estaba ante la puerta de la casa de su Dominante, antes de que Él le presentara dos regalos por San Valentin. “¿Chocolate? ¿Flores?” Ella se preguntaba. 

No hay que ser ingenua. Los regalos eran una fusta de montar con la cual azotaría a su sumisa y unas pinzas que se las pondría en su clítoris para torturarlo.

Con frecuencia, habían comentado de agregar estos dos artículos a su colección de juguetes y su Amo había mencionado que necesitaba comprarle algunos regalos, ya que, recientemente, no le había regalado nada. No la decepcionó.

Su Dominante, en más de una ocasión, pinzó su clítoris con una pinza de pezón y descubrieron que tenía un efecto sorprendente en ella, provocándole unos orgasmos asombrosos. Esto es algo que, a Él, le encanta. Además, aunque los azotes no son una parte masiva de lo que hacen, (de hecho, él no es sádico y ella tampoco, masoquista), el uso de su mano o cinturón acaba aumentando los efectos.

La pinza es una cosa hermosa, aunque muy dolorosa. Parece bastante inofensiva. Este objeto es capaz de ofrecer un placer increíble, en especial, cuando también acompaña a las pinzas en los pezones. Sin embargo, si no están en el lugar correcto, pueden causar más dolor del que le gustaría describir. En definitiva, se necesita un poco más de práctica, ¡qué pena! "Ser azotada con una fusta de montar, mientras se tienen pinzas en los pezones y el clítoris, es otra cosa, cuando están colocadas correctamente."Podría pensar una sumisa masoquista.

La fusta, de la que ella quiso sacar una foto, pero que, de alguna manera, no fue así, es algo como esto: Un mango largo con una pieza semicircular de cuero en un extremo. A ella, le pareció encantadora cuando su Amo acarició su trasero y coño con ella. También se sintió bastante bien cuando la azotó. El ruido que el aire hace cuando golpea es bastante sonoro, pero ella sabe muy bien cuándo ha recibido un buen golpe con ella. Y el azote que le dió fue muy fuerte.

Sí, fue muy doloroso, pero qué dolor tan maravilloso. Dolor que la preparó para recibir su verga, primero en su coño y luego, en su trasero. Dolor que la preparó para un orgasmo inmenso que a ambos, les permitió correrse juntos.

Esto fue sólo la primera noche.


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