sábado, 24 de diciembre de 2016

Ella eligió no obedecer

Cuando decidas no obedecer órdenes directas, que no puedes cumplirlas a mitad del camino, tienes que asegurarte de seguir con tu desobediencia. Nunca te disculpes una vez que hayas sido descubierta, a menos, que vayas a ser azotada o que el castigo sea tan severo que te hayan hecho un ovillo en las extremidades con mocos y lágrimas en tu cara. Incluso, entonces, es posible que te resulte difícil decir “lo siento” y prometer que nunca lo harás de nuevo.

Después de haberse duchado esa mañana, ella entró en el dormitorio y encontró un trozo de papel colocado cuidadosamente en su almohada. Era como una orden para ella. No era la primera de este tipo y su estómago comenzó a dar volteretas. Se echó sobre ella, como si estuviera alargando las piernas, y se apresuró a cogerla. Con los dedos temblorosos, la cogió y leyó su escrito. Sus mensajes a mano siempre la habían excitado. Su letra firme, cuadrada en vez de redonda, y precisa.

“Estaré en tu casa a las seis. Espero que la leas y la adhieras a la lista, de acuerdo con las instrucciones. Prepárate para salir tan pronto como llegue. Espérame al lado de la puerta con el abrigo puesto.”

       1.- Lleva vestido o falda. Quiero ver tus piernas. 
       2.- Sin bragas. 
       3.- Medias con ligueros o ligas. 
       4.- Zapatos de tacón alto. No planos. 
       5.- Lleva un pintalabios rojo.

Si alguien más hubiera leído la lista podría haber sido curiosa, levantar una ceja o sonreír. Sus peticiones no estaban por encima o por fuera de la cuestión. Fueron bastante suaves comparadas con la de otras listas que le habían presentado en el pasado. Estaba segura de que algunas mujeres podrían haber manchado sus bragas, si les presentaran una lista como ésta de su amante. Ella no estaba desconcertada. De hecho, estaba planeando en su cabeza todo lo que podría hacer para desobedecer sus deseos. Hizo la cama con una enorme sonrisa en su cara y luego fue a la “caja de la perversión,” de ambos. sacó su paleta favorita. Una paleta de piel de serpiente, de color azul marino oscuro. Era un implemento de gran belleza. Y lo puso sobre la cama, junto a un lazo elástico que ella solía usar para mantener su cabello hacia atrás. Ya conocía la rutina para cuando desobedeciera. Él la mandaría que subiera al dormitorio para elegir los implementos de su castigo. Luego, ella se recogería el pelo a modo de cola de caballo para que él la tuviera agarrada mientras le administraba la reprimenda.

Puso mucho empeño cuando empezó a vestirse para esa noche. Llevaba una falda negra muy bonita, sabiendo que le encantaba que mostrara algo de sus piernas. Un suéter de color rosa claro, difuso, abrazando sus senos, y se sumergía en la parte baja, debido a lo profundo del cuello en V. Se vistió un par de medias negras, ajustadas por encima de la parte superior de sus bragas, que ya tenía puestas. Luego, para terminar, se enfundó en un par de botas negras que aseguraban mantener su libido desinflada. “Olvídate del lápiz labial rojo,” sabía de qué se trataba esa petición. En su lugar, se puso un bálsamo labial y se acercó a la puerta para esperarle. Cuando oyó frenar su coche, salió de su casa, a la vez, que se enfundaba en el abrigo. No debía hacerle esperar.

Cuando entró en el coche, la miró de reojo y apretó sus dedos en el volante. Él se mantuvo conduciendo durante todo el tiempo sin decir una palabra. Ella empezaba a pensar que los planes para cenar ya estaban cancelados. Justo, cuando estuvo a punto de preguntar, él se salió de la carretera. Ella seguía mirándole. Él mantenía su mandíbula cerrada y sus dedos estaban rojos de agarrar el volante con fuerza. Sí, ella tenía un problema y se emocionó. Quería sonreír de júbilo y tocar el suelo del coche con sus pies, pero mantuvo su felicidad enterrada en su interior. No quería que él supiera cuánto estaba disfrutando de esto, mientras que él estaba visiblemente enojado.

Una vez que estuvieron en el restaurante, ambos se sentaron en el mismo lado de la mesa. Fue empujada contra la pared en el banco y él se sentó en el exterior, atrapándola. Normalmente, él habría desplegado la servilleta sobre la mesa, y colocada sobre el regazo de ella. Pero, esta noche, ese era mi trabajo. Después de haber puesto la servilleta sobre sus piernas, levantó la mano para hacer lo mismo con la servilleta de él, pero apartó su mano. Sí, él estaba enfadado. Todavía no le había dicho ni una palabra. Su constante desatención hacia ella continuó todo el tiempo que estuvieron allí. En ese momento, esas dos horas pasadas en el restaurante fueron las dos horas más largas de la vida de ella. de hecho, ni siquiera pudo recordar a qué sabían la comida y el vino. De hecho, incluso, era incapaz de recordar lo que pidió para cenar.

La permitió entrar en el coche, debatiendo si había tomado la decisión correcta esta noche. Ella había empezado a dudar de sí misma. Luego, recordaba que ningún trabajo estaba bien hecho, a menos, que estuviera hecho correctamente y se viera todo el camino hacia el final. La tranquilidad del coche puso en vuelo a las delicadas mariposas que habitaban en su vientre. Ahora, ella estaba anticipando los azotes con la paleta que iba a recibir. Su cuero cabelludo empezó a picarle con sólo pensar en cómo él iba a cogerlo con su puño izquierdo, mientras que su mano derecha sostenía la paleta para azotarla. Al poco tiempo, regresaron a casa y entraron. Ella se quitó el abrigo, lo colgó y esperó a que le dijera qué hacer a continuación.

“Ya sabes lo que necesitas hacer ahora. Su voz era ronca cuando dijo esas palabras. Ella casi lloró por su tono y sus rodillas se sintieron como si fueran de gelatina en cualquier momento.

“Sí, señor,” Ella asintió con la cabeza cuando pronunció esas dos palabras y luego, subió las escaleras. Finalmente, dejó escapar esa sonrisa que había guardado durante la cena. Casi se rió, pero apretó sus labios con los dedos para contener el ruido. Rápidamente, se despojó del sujetador y las bragas, se recogió el pelo como una cola de caballo y se arrodilló al borde de la cama. Y esperó, como la chica mala que era.

6 comentarios:

  1. Considero que la satisfacción de recibir un castigo nunca puede ser comparado con la satisfacción de ser una buena sumisa, por más que a una le guste ese castigo. Sentirse una chica mala por desobedecer intencionalmente, no me gustaría estar en los zapatos de esa chica, señor.

    Cin

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  2. Ohhhhhh!!!!! Me ha encantado.
    Una sumisa en sí lo que más le gusta y agrada es obedecer y hacer que su Amo se sienta bien, aunque un poquito de picante de vez en cuando no está mal,no?

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  3. Pero qué picante ves a la situación? No sería más fácil decirle al D que quieres mero juego en lugar de generar ese clima? Es más, creo que poniéndome en el papel del D no la doy.
    Paula

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  4. Respuestas
    1. Buenos días.

      A la respuesta de que picante veo en no obedecer,te diré que aquí hablamos de sensaciones y sentimientos y cada cuál le gusta o le mueve cosas distintas.
      No he dicho que el hecho de no obedecer sea picante,sino que de vez en cuando a una relación hay que ponerle un poco de picante,morbo,juego...Como lo quieras llamar.
      Por naturaleza,una sumisa le gusta agradar,tener contento a su Amo, pero eso no quita que de vez en cuando le guste en un momento oportuno no obedecer sabiendo de sobra lo que puede venir después,como bien refleja la historia.
      Ella quería ser castigada y forzó la situación para conseguirlo, bien es cierto,como dices,que le podría haber salido el tiro por la culata y que su Dominante no lo hiciera.
      Tenemos que tener en cuenta de que hay sumisas que son masoquistas y les gusta el castigo físico,otras que tienen un carácter rebelde que las mueve de vez en cuando a no obedecer.
      No creo que decir vamos a jugar a no obedecer dé motivación ninguna,ni que resulte divertido, porque eso debe salir de forma natural.Yo por lo menos lo veo así.

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