jueves, 8 de diciembre de 2016

La sumisión no es una debilidad

Ella, cuando escribe, casi nunca una la “D” mayúscula para denominar a un dominante. Para ella, implica que las sumisas son más débiles o inferiores que cada dominante sobre el planeta. En una palabra, ella ha sacado la “D” mayúscula de su vida, para sólo y cuándo, un dominante la haya impresionado tanto, y de tal manera, que se ganó todo el respeto de ella hacia él. No todos los dominantes son capaces de conseguirlo. No todos son inteligentes, astutos y lo suficientemente dotados para ganarse su “D” mayúscula.

Los dominantes que no son sus dominantes, los dominantes que ya no son sus dominantes y los dominantes que se desvanecen en la enorme población de los que asumen ese papel, no son especiales para ella. No tiene más respeto hacia ellos que el que pudiera tener para cualquier otra persona normal.

La sumisión proviene de un lugar de fuerza y valor, no de la debilidad e inferioridad. Es una opción activa, no pasiva. La mujer, como sumisa, debe confiar en los dominantes que son, por naturaleza, falibles, porque todas lo son. Debe ser lo suficientemente valiente para sufrir las consecuencias de los errores de un dominante que, definitivamente los cometerá, y algunos de ellos pueden alterar hasta su vida. Si él comete un error serio de criterio, como sádico, ella se está enfrentando a un daño irreparable, en el peor de los casos.

Y sobre todo, ese dolor total. Rara vez ha encontrado a un dominante que sea capaz de tolerar, incluso un poco, de lo que nosotros servimos en un plato. Los ha visto lloriquear cuando accidentalmente se han hecho algun daño menor – da a los dominantes sólo una gota de su propia sangre y alardearán de su angustia en todas sus entradas diarias en los foros o redes sociales donde participan.

Así pues, no, ser sumisa no significa ser menos. No significa ser pasiva. No significa mentir y permitir que un dominante le haga lo que él quiera. Someterse significa trabajar continuamente para entregarse. Significa vencer esa batalla interna constante contra tomar el control de sí misma y de su vida, porque eso, con frecuencia, le aporta seguridad. Significa un valor constante. La sumisión no es una debilidad. Los dominantes y las sumisas somos iguales. Ninguno de nosotros tenemos un capital o ambos lo tenemos. Muchas de ellas no son proclives a usar en absoluto ninguno. ¿Para qué?

2 comentarios:

  1. Leyéndote, me vienen a la cabeza todos esos nuevos "amos" que se autodenominan Amos y luego dicen no tener sumisa. Lo encuentro un signo de inferioridad y una incongruencia, si no tienes sumisa, no eres el Amo de nadie. Y luego que van: respetame que soy un D!!! Pues mire usted, lo será si, pero no merece más respeto que cualquier otra persona.
    Tiempos aquellos donde llamaba a Mí D, "Mi ogro" por la voz que tenía. Puro protocolo innecesario tanto D o s de querer aparentar algo que no eres y aun menos sientes.
    Paula

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  2. Nadie es más que nadie aunque cada uno tenga un rol determinado en la relación que hayan consensuado.
    No me siento inferior porque sea azotada,reñida o usada en una relación donde él y yo sacamos el mismo placer.

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