Hay un
lado de la D/s y el sadomasoquismo del que siempre ella ha sido parcial – el
arte sutil y suave de la dominación con las palabras, en vez de juguetes e
implementos.
“Señor,
no me prive de mi sesión salvaje y primaria. No puedo vivir sin el cinturón,
las pinzas, mi ultra violencia, pero, cuando usa su voz para restringirme, en
lugar de una cuerda, me derrito en un charco de “¡Oh fólleme!” Cuando usted me
tortura con la sensación y la falta de dicha cuerda, en vez de dolor, cuando
prueba mi obediencia con “has estado engañándome,” estoy a un segundo de correrme.”
¿Loca?
La
dinámica de la D/s se estrella contra una piedra de una manera que ningún
flogger o fusta puede conseguir. Ella no es una heroína cuando se trata de
tener una sesión de azotes. Puede recibir mucho dolor. Puede ser obediente. Realmente,
no puede.
A
veces.
Será
esclava de él o su sierva doméstica, llevará lo que él le diga, incluso, cuando
esté helando. Ella es la sumisa más mocosa del mundo. Sin embargo, puede follar
con su orgasmo y lo hará.
Cortarla.
No la
malinterpreten. Ella quiere decirlo en el buen sentido. Un tipo de. No, no lo
hace. Un poco. No, en serio. Y ella dirá por qué. Si usted puede conseguir que
ella se acueste aquí, sólo así, sin poner una mano sobre ella, si puede
conseguir que se mantenga callada, incluso, aunque usted siga apartando sus
manos.
En sus
momentos más felices, usted le mostrará su poder. La cuerda es un objeto
inanimado. Un hombre viviente, y respirando, puede hacerlo mucho mejor. Si
usted la restringe con su espíritu y sus palabras, en lugar de una cuerda larga
de yute, ella sentiría vuestra dinámica de una manera que ningún objeto podría
competir.
Todas
las súper sumisas que han dominado el arte del control del orgasmo son
mejores mucho mejores sumisas. A ella, le encanta, pero elije la opción
que
le hace a él sentirse más impotente:
A. Las esposas.
B. Ser llevada al borde del orgasmo
durante horas y no moverse, porque le
dijeron que estuviera quieta.
Ella
elije la opción B. Su perversión no es ser azotada, los consoladores o la cera.
Su perversión es el intercambio de poder, sencillo y simple. Y cuando le haces
sentir esa dinámica a una sumisa sin la ayuda de juguetes e implementos, estás
llevando su fetiche al siguiente nivel. Cuando lo pones difícil para que ella
se someta, más que nada, la impresionas. La sumisión la cortará, y la envuelves
en una burbuja de éxtasis y deseo.