En general, ella se somete con un cierto
grado de consentimiento. Como acostumbra escribir, no suele escribir todo lo
que está dispuesta a hacer. Deja que su dominante traiga cosas para la sesión
que, explícitamente, ella no ha acordado. Y, cuando hace la lista de los
límites, no sólo deja atrás esos que quiera hacer, sino que deja atrás
cualquier cosa que no sea un límite duro, porque no quiere tener a un dominante
de servicio. Ella no siente la sumisión, si él no “juega” con esas cosas que
ella disfruta. Le da la suficiente libertad para acercarse a tipos de juegos
que no le gustan a ella, creando una dinámica que le gusta mucho, como es la
D/s. Ella se alimenta de sus respuestas.
Ella elije el juego inquieto. Eso es lo que
le gusta. Un día, con tiempo suficiente, espera que su dominante confíe
bastante en ella como para entrar en una dinámica de consenso no consensuado.
Espera que confíe en ella lo suficiente como para saber que no se despertará
por la mañana y le culpe por las consecuencias de haber accedido a un consenso
no consensuado. Se somete a esa dinámica, porque provoca calor, porque así es
como ella siente su sumisión.
Cada vez que le levanta la mano, él asume un
riesgo enorme: ¿Convertirá el arrepentimiento en ira? ¿Le acusará de abuso?
¿Ella juzgará la parte más suave e íntima de su sexualidad? ¿Ella tomará la
vulnerabilidad que le mostró cuando la dominó y se enfadará por todo?
Ella es una mujer relativamente inteligente.
Es, al menos, lo suficientemente inteligente para elegir el tipo de
consentimiento que prefiere con responsabilidad y aceptar las consecuencias, si
lo que le haga está más allá de lo que esperaba. Mientras su dominante esté
actuando sobre su palabra de seguridad, su “no,” mientras esté usando sus poderes
de observación, se está aferrando a lo pactado. Es ella quien elige no estar
dentro del guión. Ella es quien elige mantener sus límites dentro de una manera
vaga. Y está muy agradecida de que el confíe lo suficiente en ella por ser tan
flexible.
Cuando expone su lado sádico, su dominante es
muy vulnerable. En esos momentos, no es ni frío ni duro. Se muestra flexible y
confiado. Si comete un error, se lo toma muy adentro. Será porque él es lo
suficientemente valiente como para mostrarle su propia realidad personal. Ella sentiría
terror, si estuviera en los zapatos de su dominante. Con toda seguridad, ella
no lo haría.
Ella no recomendaría a nadie su nivel de
consentimiento. Recomendaría lo contrario, porque su camino no es seguro. Lo eligió,
porque sabe que, si ella se dispara o él va demasiado lejos, es lo
suficientemente fuerte para lidiar la situación con él. Ha estado haciendo esto
durante mucho tiempo como para comprender sus respuestas, cuando las cosas van
mal en una sesión. Ella está dispuesta a asumir ese riesgo. La decisión es de
ella. Y se considera afortunada de que él se lo permita.
Ella critica la falta de aprecio de las
personas sumisas por la vulnerabilidad de sus dominantes sádicos. Hay cincuenta
sombras de grises entre el consentimiento y la violación consentida. Si ella
quisiera sólo blanco o negro, haría una lista de veinte páginas con
perversidades en las que estaría preparada para participar y un código de color
con su grado de disposición con cinco marcadores y un lápiz. Afortunadamente,
su Amo es lo suficiente generoso como para exigir eso de ella.
Primera vez que comento una entrada y le aseguro que son pocas las que no he leído de su blog. Esta en especial me ha encantado, me he sentido muy identificada. ¡Gracias por sus relatos!
ResponderEliminarM.
Bienvenida y me alegro por esa coincidencia.
EliminarGracias por seguirme,
Ben Alí
Buenos días.
ResponderEliminarEsa sumisa es muy afortunada de haber podido crear un vínculo como el que ha descrito.
Hay que tener mucha fortaleza y confianza en una relación sadomasoquista.
Saludos
También, vesta, no es fácil crear un vínculo de tanta confianza con una sumisa o la inversa. De todos modos, creo que ese es el objetivo de toda relación,¿no?
EliminarSaludos