Quiero que me conozcas. No sólo
mis deseos perversos, sino mis esperanzas y miedos, mis anhelos y necesidades.
Ser quien tome el viaje diario en mi mente y vea lo que hay en la otra parte de
mis ojos. ¿Por qué perforan tal como lo hacen? ¿Comprenderías mis pensamientos,
te quedarías atrapada en mis reflexiones? Mírame de cerca, estudia el modo en
que me muevo. Observa cómo la fuerza de mi ser resuena y puede mantenerte
quieta en el lugar que te indique. No sólo proyectas sobre mí lo que piensas de
mí, sino que te ganas mi confianza y respeto, y aprendes mis grandes verdades.
Acéptame por todo lo que soy. No sólo
por los regalos que te otorgaré, sino también por las olas de confusión que
creo. Permíteme descansar cuando estoy cansado. Déjame buscar consuelo en las
comodidades del silencio, cuando mi mente es ruidosa y grita. Déjame ser,
porque me deseas y me amas. Alábame, cuando haya ganado el derecho a ser
alabado. Cuando me quede corto de esa marca, sígue deseándome, y amándome, como
si mis defectos no importasen. Acepta el hecho de que soy lo que sabes que soy,
amable, gentil, sádico, terco, amoroso, confuso, exigente y, sobre todo, un
desafío diario por contemplar. Coge lo bueno y lo malo, y todo lo demás. Por favor,
acéptame por encima de todos los prejuicios y deséame siempre igual.
Acepta el conocimiento, la aceptación
y deja que sea un amor genuíno. El hombre que te pondrá de rodillas. No por un
reflejo genérico de sumisa, sino por un profundo deseo de cumplir tus
obligaciones hacia mí y de ser una reflexión de tus emociones hacia mí. Escucha
atentamente y sigue mis instrucciones con cuidado. Déjame atarte a mi pasión y
azotarte con mi presencia hasta que estés dolorida, magullada y preparada para
someterte aún más. Déjame ser tu luz para llevarte y adentrarte más
profundamente en tu oscuridad. Anhelo tu servidumbre, porque me crea un hambre
profunda que necesita ser alimentada constantemente. No sólo que seas mi musa,
sino también mi buena chica. Arrodíllate. Hazlo y no te olvides de pedir y
esperar un buen azote por cada tarea olvidada.
Conóceme, acéptame y sírveme de
verdad. Si haces todas estas cosas por mí, imagínate lo que yo haría por tí.
Desde lo profundo nace el deseo de servir al hombre que es más hombre porque se muestra como es y se deja conocer, sus oscuros, sus matices, su luz, su Ser
ResponderEliminarMi beso