Ella es una mujer alta y confíaba en
mí. Necesitaba salir de sus pensamientos. Realizar lo que había soñado y
deseado desde hacía unos meses. Necesitaba tiempo para ser azotada. Ella
confiaba en mí.
Nos citamos para conocernos, tal como
habíamos planificado la noche. Yo no llevaba planes para tener una sesión, ni
tenía intención de dominarla, pero llevé mi flogger de cuerdas, la fusta y una paleta
conmigo, como lo suelo hacer normalmente. Ella confiaba en mí. Nos tomamos un
café. Ella me miraba con los ojos bien abiertos. Sorpresivamente, le pregunté: “¿Quieres?”
Asintió con su cabeza y nos fuimos. Yo, para reservar en un hotel cercano y
ella, a su coche para coger algo.
Cuerdas para las muñecas. Esposas para
los tobillos, que eran cortas. Las cuerdas de mano harían el truco. Ella era
tan alta que era un placer estirarla contra la pared. Previamente, habíamos
hablado sobre los límites del dolor, el calentamiento previo, el enfriamiento y
la palabra de seguridad. Me acerqué a su oído y le recordé que tendría que usar
su palabra de seguridad, el cuidado posterior, etc. Por las conversaciones
previas, yo sospechaba que la podría llevar al subespacio profundo y necesitaba
saber que podría comunicarse conmigo. Ella asintió afirmativamente y supe que
estaba preparando su mente para lo que iba a venir.
Usando la mano, la calenté
previamente. Luego, cachetes, alternando en una y otra de las nalgas. Su
trasero saltaba ligeramente con cada buen golpe. Mi paleta estaba a su alcance,
así que una vez que la calenté, era hora de cambiar a la paleta.
Estaba sorprendido de cómo los otros
sonidos habían desaparecido de la habitación. Ellos no habían parado la sesión,
pues yo estaba centrado en lo que estaba haciendo. Leyendo sus señales. Asegurándome
de enfriarla entre golpe y golpe. Azotándola ligeramente con la paleta con
golpes sólidos y contumaces seguidos, aumentando el ritmo con azotes menos
suaves entre ellos. Observando las señales de su cuerpo, ella me dijo que
parase. Me detuve y froté la zona azotada.
“Quieres que pare?” “No,” ella dijo
moviendo su cabeza.
¡Jolines! esto es intenso. Es el
mejor momento para entrar realmente en el spanking. Tiempo del flogger. Me
quité la camisa para poder balancearlo con libertad. Ella estaba esperando.
Empecé con suavidad con las cuerdas del flogger, apenas acariciando su culo con
él. Luego algunos golpes de sorpresa. Ella gimió. Nada de palabra de seguridad.
Mas golpes. Ella recibió un montón. Parada. Y la enfrié. Me saqué el cinturón. Acaricié
sus hombros con la lama de cuero. Luego, vuelta a la flagelación de su trasero,
cuando, de nuevo, ya estaba listo. Golpes muy fuertes con el cinturón. A un
lado y otro de su trasero. Las caricias suaves con el cinturón. Mirándola,
concentrándome en donde ubicar mis golpes, donde aterrizarlos sobre su cuerpo.
Oí gritos ahogados. Era hora de parar. Me
incliné y le hablé lo suficiente. La estaba llamando. Cuando empecé a quitarle
las cuerdas, se desmoronó, temblando. Por el momento, estaba libre de sus
pensamientos. Le pedí que colaborara, mientras le quitaba el resto de las ataduras.
Ella estaba donde necesitaba estar. Colocada sobre una cama con algo de
ternura. Después de la atención primaria, ella pronto comenzó a reír mientras
volvía sobre sí misma.
Se veía tan grande y confiaba en mí.
Han pasado unos meses desde aquella
sesión. Pero todavía está en mi mente. El intercambio de poder fue increíble. Ella confió en mí.
Que encuentro tan bonito!!!! La entrega es hermosa.
ResponderEliminarUna experiencia hermosa, se puede sentir el éxtasis en el cual ambos estuvieron sumergidos, la emoción con que escribe así lo hace sentir a quien lo lee.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
Brisa.