domingo, 30 de julio de 2017

Su prmier encuentro. Parte I

Ellos habían estado intercambiándose mensajes. Eran unos desconocidos que se habían convertido en amigos virtuales desde hacía un tiempo. Ella permanecía dudando en encontrarse con alguien de su ciudad. En el fondo, era extremadamente tímida, pero, con una mente lujuriosa. Ella enarbolaba la bandera de la perversión, y tenía un miedo de pánico a volar. Él olió su miedo y disfrutaba con ello. Se acercaba cada vez más, como el lobo, cazando de noche, rodeando a su presa. Aunque muy inquieta, se encontraba muy excitada por esta nueva esencia masculina en su vida.

La naturaleza tiene una manera divertida de llamarte a la primera línea de la vida. Te implora, te conduce y te ruega que vayas a buscar lo tuyo. Simplemente, ella no sabía lo que significaba “lo tuyo.”  Contemplaba juramentar toda esta nueva obsesión con este estilo de vida, “no para ella.” Pero, él le preguntó si le gustaría asistir a un evento en la ciudad con él. Un extraño, que había estado ocupado en este estilo de vida duramente mucho tiempo. Ella pensó.” Voy a hacer un esfuerzo más, pero siempre y cuando tenga un escolta.” ¿Por qué? Porque ella es una bebé grande. Y porque, en el fondo, es una mocosa. Y, ella no estaba consiguiendo lo que deseaba en su vida de adulta. No estaba segura de lo que pensaba sobre a lo que debería parecerse, pero no lo estaba consiguiendo.

Durante sus mensajes, este hombre, al que nunca había conocido, le hizo una miríada de preguntas de naturaleza muy personal sobre sus preferencias, sus zonas de seguridad, lo que le gustaba, sus límites, lo que estaba buscando, con lo que esperaba salir de la experiencia. Las respuestas a todas sus preguntas fueron: “No lo sé, lo que hago no está funcionando y no estoy satisfecha sobre cómo van las cosas ahora. Antes de eso, siempre encerraba mi curiosidad con el miedo a ser descubierta y la inseguridad de ser rechazada. Muy estúpida por mi parte,” ella dijo. Sin embargo, allí se agitaba un hambre que tenía que satisfacer. No podía contarle nada a nadie. Sino quedarse con su hambre.

Con cada pensamiento sobre “lo que sería,” hubo un revuelo entre sus muslos; una picazón que no podía arrascarse. Para ella, era muy frustrante que sus instintos corrieran rampantes a través de su sangre. Su cerebro en alerta extrema, pero para él, esto era lo mejor. Divertido, él remarcó que estaba contento de que ella estuviera nerviosa y que pudiera continuar con su excitación hasta el sábado. Para él, encontrar su camino en su cabeza, era el desafío más grande, pero para ella, parecía como otra noche de ver porno, esperando impacientemente, por sí misma, sin permitir que nadie entrara en su fiesta. Bajando hasta que ella lo encontrara el sábado. No tenía paciencia. Nada de disciplina. Nunca necesitaba escuchar a nadie. Siempre la loba solitaria. Haciendo de las suyas. Pero, ella tenía sospecha de que estaba a punto de cambiar.

“Espérame en mi casa a las 5:00. La reunión es a las 8:00,” él dijo. “Asegúrate de traer tu vestido de fiesta. Te puedes arreglar en mi casa. No tardes.”

A través de la comunicación con él, se encontró luchando en su asiento. Cuando él le envió un mensaje, ella respondió con un, “sí,” “no,” “no estoy segura,” “no lo sé.” Su respuesta rápida era siempre: “Sí, ¿qué?” “No, ¿qué?” ella sería forzada a editar su respuesta con un “Sí, señor,” “no, señor.” Disparar, justo cuando pensaba que era seguro relajarse, le dejó claro que, al menos, en su presencia, esa no era una forma aceptable de comunicarse.

Ella apareció en su casa a las 4:59. Vestía un pantalón de yoga y una camiseta. Él abrió la puerta con una ceja levantada. Ella tenía una sonrisa en su cara. Ya la había presionado al hacerlo treinta segundos antes. “Entra,” él dijo.

Sintiéndose triunfante de que no podía ser castigada. Él cerró la puerta inmediatamente, la estrechó su mano y dijo: “Hola, mi nombre es Señor. Me llamarás Señor, ahora sé una chica buena y desnúdate. Todas las sumisas deben permanecer desnudas en mi dominio,” y él tomó asiento en un sillón reclinable.

“Delante de mí, por favor… ven aquí.”

Ella empezó a caminar y él la detuvo en seco. “No, de rodillas. Vas a gatear delante de mí.”

Un poco desconcertada por la falta de detalles. Después de quitarse los zapatos, ella se puso sobre sus manos y rodillas. A cuatro patas, se arrastró ante él, mientras éste se sentaba en una silla de terciopelo rojo, terminando de leer un artículo que estaba leyendo mientras esperaba su llegada. Un poco tímida, permaneció de rodillas y se quitó la camisa.

“Sin cola de caballo, por favor.” Así pues, se quitó la gomilla que sujetaba su cola de caballo antes de quitarse los pantalones de yoga hasta su tanga. Su pelo despeinado cayó por debajo de sus hombros y brillaba con el sol de la tarde que entraba por la ventana. Permaneciendo de rodillas, con sus palmas expuesta, ordenó que se pusiera de pie.

“Ahora, quítate el resto.” El reloj dejó de sonar. Los pájaros de fuera dejaron de cantar. Toda la casa se quedó extrañamente tranquila y ella pudo oír el propio latido del corazón acelerado en su pecho. Su pulso batiendo contra sus finas muñecas. Aquí estaba ella… en la casa de un completo desconocido, por su elección. Ella estaba de acuerdo con esto y, de hecho, disfrutaba de todo este misterio, hasta este momento. Y ahora, se iba a quitar el último trozo de tela, que ocultaba todos sus defectos y descubría todas sus partes sagradas. Él dijo: “Usted puede no mostrarse desnuda en Internet, pero va a mostrar tu cuerpo desnudo aquí.”

Cuando él levantó la vista de su artículo, sus ojos se enfocaron por completo en su hermoso cuerpo. Ella se quitó el sujetador nerviosamente, y luego, la tanga. Se sentía como si estuviera renunciando a su mejor amigo. Su última defensa de privacidad. Él extendió la mano y dijo: “Dámelas, las recuperarás.” Ella le entregó sus prendas íntimas, cuando dijo, “vuelve a ponerte de rodillas, por favor.” Eran las 5:10.

3 comentarios:

  1. No es fácil enfrentarte a tus miedos, a nadie le gusta sentir esa vulnerabilidad que hace que tus necesidades salgan a flor de piel, aunque cuando comprendes que resolver tus inseguridades y hallar respuesta a lo que verdaderamente está arañando tu interior no está ya en tu mano, el camino se empieza a ver y sentir con y para un único propósito, ser lo que eres y poder disfrutar de ello, cosa que ya sólo puedes ligar a tu condición de sumisa y que sabes que sólo puedrás alcanzarlo de la mano de una persona de símiles sentires.

    Creo que poder hablar así en estos relatos de ahora, es gracias a todo lo que estoy leyendo de sus principios, conocer más profundamente a los Dominantes con sus reflexiones, experiencias, recomendaciones y consejos, me está ayudando a encontrarme con migo misma.

    Gracias y felicidades por estos relatos que hacen que nuestra imaginación vuele libremente por nuestras propias fantasías más vibrantes.

    Saludos y muy feliz inicio de semana.

    Brisa.

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