La identidad es algo complicado. Porque nos desafía a pensar
de una manera singular cuando, en esencia, todos somos seres
multidimensionales. Todos llevamos múltiples auto identificadores y, sin
embargo, somos más de lo que cualquier etiqueta desplegable vaya a ser capaz de
expresar.
Soy andaluz, no soy árabe, como han llegado a pensar algunas personas.
Soy un intimidante emocional. Un dominante, un hombre heterosexual. Un literato
intelectual, perverso. No me gusta el fútbol. Un coordinador y con buen sentido
del humor.
Pero, qué coño hacen todas esas etiquetas que hablan de mí,
sin saber su contexto en mi vida y cuánto incorporo de cualquier noción
preconcebida que cualquiera de esas etiquetas representan. Probablemente, no
mucho de lo que estoy suponiendo. Porque dos hombres podrían identificarse con
todas esas etiquetas y todavía ser individuos diferentes.
Se podrían poner muchas etiquetas sobre mí y cuando usted
acaba de ver unas pocas de ellas, no le dicen mucho. Podría tener una idea muy
vaga y blanda de cómo sería yo, pero en realidad, no va a conseguir ninguna de
quién soy o lo que soy.
En este mundo de perversión, amamos que las cosas estén bien
definidas y tratar de dar sentido a lo no sensorial. Pero, incluso en el
protocolo más alto y rígido de una relación D/s, se encuentran dos tipos de
personas que son mucho más complicadas y matizadas que cuando de esas dos
etiquetas, tales como dominante y sumisa, que alguna vez puedan ser
encapsuladas. Todos somos lo que somos y ninguna etiqueta jamás contendrá todo
lo que significa ser nosotros mismos.
Las etiquetas están bien y no van a ninguna parte, pero no
trates de encasillar a la gente (a pesar de que soy un hipócrita y que algunas
veces encasillo a la gente) a cualquier tipo de etiqueta, porque somos mucho
más que cualquier cosa con que asociarnos. Me encantan las etiquetas y,
obviamente, a corto plazo, no van a ninguna parte, sólo tenemos que darnos
cuenta de que la gente es mucho más que las etiquetas fáciles que ponemos en ellas
y nos ponemos a nosotros mismos.
Amo a las mujeres sumisas, pero no estoy buscando para
enamorarme de una etiqueta, estoy buscando para enamorarme de una persona que
pueda usar esa etiqueta, pero sé que ella será mucho más que cualquier etiqueta
preconcebida de lo que una “sumisa” está en mi mente. Sólo espero que me
ofrezca la misma cortesía de ser quien soy en todas mis maneras confusas, y
entender que soy mucho más de lo que ella piensa que un dominante debe ser.
En este mundo en el cual la empatía queda aún por ser asignatura de much@s, es muy difícil no dejar de recibir etiquetas.
ResponderEliminarMuy buena su reflexión.
Gracias.
B.