jueves, 4 de junio de 2020

Una Dómina llamada Amor

Es una manera divertida de cómo el Amor puede dominarla y hacer que se ponga de rodillas. La hace suplicar, rogar y decir “por favor.” Pero, el Amor sólo se queda ahí, riéndose en silencio, usando nada más que una sonrisa y un gesto afectado. Con una mirada de desprecio, de manera viciosa y vil.

Ella acostumbraba a dominar al Amor, poseía a esa perra  como a la esclava más dulce. Cualquier cosa que ella quería, su esclava se lo proporcionaba, siempre se comportaba bien. El Amor era su todo y todos los días lo utilizaba para su placer. Ella no podía escaparse, era su tesoro personal. Pero, rápidamente se tornaron las tablas, la Dómina ni siquiera sabía que su esclava era una switch. No era su sumisa, sólo por Amor, hacía lo que fuera por esa perra sádica.

Ella empezó a escaparse, la idea de perder el Amor era suficiente para que se rompiera. Era el único tipo de dolor que no estaba dispuesta a tomar. Por ella sufriría, pero no quiso aceptar cualquier cosa que la Dómina pudiera ofrecerle. Le rompió el corazón con sólo pensar en ella con otro amante. Fue suficiente para que se rindiera y sometiera a ella, ese juego había terminado.

Ella no es débil, pero el Amor le debilita las rodillas. La dejó encadenada y encerrada, sin nada que comer, atrapada en un habitación que perdura con el aroma del engaño. El Amor es la señora más cruel, pero también hermosa y dulce. Ella podría ser un dominante, pero para el resto de la eternidad, su sitio está a sus pies. Porque ante su presencia, ella encontró su casa. Nunca será una sumisa, sino sólo por las manos de esa perra perversa, de la que siempre será su dueña.

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