miércoles, 30 de noviembre de 2016

Un dolor para que otro dolor desaparezca

Su voz era vibrante, como si ella estuviera a punto de perderle por completo. Prácticamente, pidiendo sin llegar a la mendicidad. Decía que necesitaba ahogar el ruido para abrazar esa sensación de adormecimiento, que me necesitaba para azotarla. Lo más importante, que me necesitaba.

Más que una necesidad, era el deseo que ardía dentro de ella. Su piel estaba literalmente herida por la intensidad de su hambre. Ella quería perderse en mi picor, que fuera su dueño. Darle órdenes le cubrían la tensión que había estado hirviendo. Sería calmarla. Mi mano, apretando su cuello, no para eliminar su capacidad para respirar con normalidad, sino para sacarla de cualquier pensamiento, excepto del presente.

Su necesidad de ser herida y manejada era primaria y pura. Ella no quería que siempre le hicieran daño, pero, justo ahora, era necesario. Al igual que quería servirme, mi dominación también la serviría. Sería como un lugar a dónde pudiera escapar mentalmente. Dónde ella estuviera segura y salva. Con cada marca amoratada y cada golpe con mi cinturón, sería llevada a un lugar mucho más profundo dentro de su alma, donde nada ni nadie podía tocarla.

En ese momento, en la ira de mi intensidad, ella era libre. Libre de los problemas y la ansiedad que la habían estado persiguiendo como un fantasma. Libre de la tentación de hacerse daño por sí misma, libre de sentir que ella está sola y es querida. En ese momento, ella es libre de dejarse llevar, para abrazar su fuerza interior y encontrarse con la sanación de su dolor. Pero, este era un dolor que ella quería, un dolor que anhelaba y necesitaba, este era un dolor para hacer que los otros dolores, se marchitaran.

domingo, 27 de noviembre de 2016

La economía emocional

¿Qué inspira a la magia que hay entre dos personas?

No existe una respuesta única. Los físicos persiguen su teoría del todo con pasión y vigor, pero incluso una ecuación que explique la existencia fundamental de todo, nunca resolverá el enigma de lo que hacen dos o más personas que interactúan positivamente, y de manera tal, que estimule el crecimiento. Cuando se trata de nuestros corazones, el conocimiento proviene de la experiencia y la experiencia puede ser tanto una bendición como una maldición. Habrá buenos tiempos y recuerdos maravillosos. Experiencias dolorosas y terminaciones horribles. Todas las facetas exploradas revelan diez más y la reflexiones y refracciones resultantes sólo pueden dar lugar a que nosotros profundicemos con más ahínco en nosotros mismos.

No existe un estándar para medir, ni leyes universales que estén de acuerdo, excepto los principios del sentido común e, incluso, los que a veces nos fallan.

Sin embargo, a veces me pregunto, si existe una economía de la interacción humana. Me parece que la constante, la verdad infalible sobre las relaciones es que las mejores se basan en una tasa saludable de intercambio. Las relaciones sanas que crecen, hace que los involucrados prosperen. Una relación no puede existir en la quietud. Algunas veces, debe moverse. Algo hay que dar. Algo hay que recibir. Al igual que los países que salpican a nuestro planeta, hay una gran cantidad de monedas: el amor, la empatía, la caricia, el sexo, por sólo nombrar unos pocos. Estas cosas tienen diferentes valores para personas diferentes.

Valoramos lo que sentimos que nos completa en el intercambio. Damos solamente lo que comprendemos. Estos valores diferentes, a menudo, se convierten en una babel de interacción emocional. Algunas veces, luchamos con la traducción.

¿Hay una moneda universal? La experiencia me dice que existe. Se llama respeto. No estoy hablando de los honores honoríficos o protocolos. Esos son otras formas de moneda. Lo que estoy hablando es muy básico. Una apreciación de una persona como él o ella sea. Un reconocimiento de su humanidad. Apreciando lo que ellos aportan. Es una fundación de validación. La única cosa que todos necesitamos, incluso, si nosotros no lo reconocemos directamente o comprendemos lo que hacemos.

¿Obvio? Puede ser. Seguro que algunas personas son ajenas. Para otras, creo que la idea de este respeto básico es un tipo de moral imperativa. Existe intrínsecamente en nuestro sentido de lo que es correcto o lo incorrecto en la comunidad. Aquí la dificultad es que cuánto más tiempo permanece en los pasillos del pensamiento arquetípico, podría pasar por alto y olvidar la expresión de ese respeto. Otras veces, estamos tan inmersos en nuestros propios requerimientos, que se nos olvida hacer entregas en las cuentas emocionales de nuestras parejas.

Comprender la necesidad de mostrar respeto, sin importar la forma que tome esa expresión, es particularmente importante en este estilo de vida. Gran parte de lo que hacemos – en casi todos los modos – derriba nuestras paredes y nos deja raídos y crudos nuestros corazones expuestos a los duros elementos de los cambios emocionales.

Y si mis pensamientos están en cualquier lugar del campo de fútbol, de ser correcto, la única cosa que podemos hacer, es mantener nuestro intercambio de respeto a la vanguardia de nuestros pensamientos y acciones.

Debemos seguir invirtiendo.

Respeta lo que tu pareja está dando, lo que él o ella se pueden estar sacrificando. Respeta las emociones que acompañan, el dolor soportado y la alegría expresada. Respeta las fundaciones muy humanas que subyacen en todo.

Lo más importante, expresarlo. En exceso. Porque en esta muy extraña economía emocional que traiciona las reglas de cualquier otro sistema, nuestro mejor camino hacia la riqueza emocional y la prosperidad, es dar más de lo que recibimos.

Por favor, tenga en cuenta que estos pensamientos sobre las relaciones en general y no están destinados a hacer frente a las relaciones de carácter abusivo o negligente. Gracias.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Comprender a la sumisa "bravucona"


Con más de dos docenas de tipos definidos de sumisas y una plétora de otros tipos cuestionables, vamos a definir y explorar un cierto tipo de sumisa: La bravucona.


Por lo general, suele ser una sumisa que actúa con normalidad entre la mayoría de la gente, pero cuando interactúa con su dominante, se convierte en charlatana inteligente, a menudo, con una lengua a la velocidad del rayo, y tiene tendencia a comportarse mal. Tanto es así, que su dominante se enfurecerá hasta el punto de que necesitará castigarla. La parte importante de este tipo de sumisa es, que su personalidad suele ser muy lúdica, a diferencia de la que percibimos como llamar la atención.

 

Hasta el punto que, cuando una sumisa bravucona es amenazada con un castigo por su dominante, la mayoría de ellas, dan marcha atrás, confesando que no tienen nada que ver con su comportamiento o que conducta no ha sido para tanto. Suelen decir que son masoquistas, pero, por lo general, no lo son. Son sumisas juguetonas, pero van más allá del punto de una sumisa con tendencias bravuconas o malcriadas.

 

El problema con el patrón del comportamiento de este tipo de sumisa, es que se vuelven increíblemente frustrante para la mayoría de los dominantes, hasta el punto que afecta psicológicamente a ciertos tipos de dominantes. El dominante fuerte y experimentado recogerá rápidamente el guante a este tipo de sumisa y, o bien, la enseña a ser sumisa en su verdadero contexto o, a menudo, la suelta si ella no atiende la razón y experiencia de este estilo complejo de conducta, haciéndola hacer cosas que, tal vez, podrían lamentar. A otro dominante más débil (léase sin experiencia), lo pondrá frenético y al borde de perder el control y entonces, sufrirá la sensación de un remordimiento muy duro y perderá su capacidad de sentirse confiado como dominante.

 

Por otro lado, y para tomar distancia de las negaciones obvias de este tipo de sumisa, una “bravucona” es muy juguetona, una sumisa divertida. Busca llamar la atención, no el castigo, por lo que dirán. Con frecuencia, ellas sólo desean mostrar afecto de la mejor manera que saben y actuando de la manera que lo hacen. Está en su acerbo genético y carácter y forma parte de su manera de comportarse. Un dominante experimentado aprende a manipular a este tipo de sumisa, la controlará con una estrategia bien definida y, a menudo, hablando con dureza y palabras de control. El hecho es que, una vez que esta sumisa se da cuenta de que ha dejado de ser el centro del universo de la diversión para su dominante, en realidad, deplora la sensación de angustia o enfado que sus acciones han causado a su dominante. Y así, hasta la próxima vez que ocurra todo, de nuevo.