Aunque siempre
he pensado y escrito de que la sumisión es un regalo, mi observación y
experiencia me han hecho cambiar de opinión. Algunas sumisas dicen que se
someten por razones altruístas, como si lo que ofrecen beneficiara a sus
dominantes y no a ellas mismas. Otras, se someten porque quieren dar y sentirse
culpables sobre cada deseo de recibir.
Y ahí, radica el
problema.
El primer regalo.
Ellas no hablan
sobre el regalo de la dominación, hablan como si sus dominantes estuvieran
recibiendo y dando. Esto es mentira. Las sumisas participan voluntariamente en el
intercambio de poder. La palabra clave es “intercambio,” no “robo.” No voy
a aburriros con la perorata de que la
sumisión se gana, porque la dominación también se gana. Quiero aburrirte con
otras cosas que, en su lugar, el dominante le da a su sumisa.
Cuando la sumisa le muestra a su dominante su lado de sumisa, envuelto en todas sus perversidades y deseos, ella está asumiendo un riesgo. Para la mayoría de las sumisas, nunca es fácil dar a conocer esas cosas debido a que para mostrarle a alguien la totalidad de si misma, se necesita mucho valor. De entrada, corre el riesgo de ser vista como atípica. Mostrarle la parte más vulnerable de su naturaleza sexual, lo cual significa que corre el riesgo de presionarle hacia una participación figurativa de sus partes más sensibles, y no de una manera divertida. Su dominante se enfrenta a la misma amenaza. Él puede correr el riesgo de fallar. Da un salto de fe al ser fiel a su naturaleza. Él puede tener un aspecto rudo con ese cinturón en su mano, pero es uno de los momentos en los que está en su punto más vulnerable. Le está mostrando a su sumisa cosas que ningún hombre vainilla nunca ha tenido el reto de mostrar y, si la sumisa estuviera en la misma posición, es posible que estuviera aterrorizada. Su dominante le está dando mucha confianza y una tremenda vulnerabilidad. Esto es un regalo.
El segundo
regalo.
¿Someterse
altruistamente para servir a su dominante? Que te maten. Ella se somete porque le
ama o quiere. Por lo general, la sumisa se somete porque se supone que le
encanta el sexo a lo grande y, como mínimo, sin intercambio de poder. La
diversión de ella se corta en trozos pequeños. Él suele dar un montón de
diversión. Esto es un regalo.
Un dominante no
rueda sobre una sumisa como una masa enorme de egoísmo. Él suele estar
vigilando continuamente (con habilidades increíbles de observación) por el
consentimiento, el placer y los deseos de su sumisa. Por esta razón, a la
sumisa le resulta dificil ver la D/s como una dominación y sumisión, parecería
el camino equivocado para expresar lo que ella hace. El intercambio de poder
es, de lejos, un término más preciso, porque cuando su dominante se ajusta
constantemente a las respuestas positivas y negativas de ella, él no la domina
tanto como la satisface (y a sí mismo, diría ella entre paréntesis, también).
Él la desafía, pero, para hacer eso, tiene que ser consciente de los límites de
ella y hasta qué medida pueden ser presionados. El dominante puede darle muchas
atenciones sensibles. Esto es un regalo.
El cuarto regalo
No estoy muy
seguro de si existe algo más íntimo que el intercambio de poder. Desde luego,
no he encontrado nada que pueda competir. Al estar dispuesto a enfrentarse visceralmente
a una sumisa, el dominante proporciona muchisima intímidad. Esto es un regalo.
El quinto regalo
Ningún hombre
vainilla puede hacer que una sumisa se sienta más orgullosa de ser ella misma
que su dominante. La degradación es una perversión enorme. Enorme. Pero, “degradación” parece una palabra errónea,
porque siente que su dominante no la está degradando, ya que reconoce parte de
ella y de su naturaleza sumisa que han sido ignoradas por otros tantos hombres.
La sumisa es más que una personalidad. Es capaz de más intimidad y confianza.
Ella es un ser sexual. Tiene un cuerpo. Puede parecer idiota, pero no es tan
estùpida como para negar esa parte pequeña de la realidad. El dominante podría
tratar a su sumisa como una puta, pero al hacerlo, hace lo contrario de
tildarla de puta. Podría objetificarla, pero la única razón por la que sería
capaz de hacer eso, se debe a que una gran parte de él que no la objetifica son
grandes y lo suficientemente atrevidas para hacerlo con seguridad. El dominante
la podría tratar de maneras que son consideradas degradantes, pero la única
razón por la que puede hacer eso, es porque su respeto hacia su sumisa es
colosal. El dominante da a su sumisa un subidón de valor, aprecio y confianza
en sí misma. Eso es un regalo.
El regalo no existente
El dominante no
cura los muchos déficits de carácter de su sumisa. No la ayuda a vivir su vida
más efectivamente. No la ayuda a superar su tristeza, y pocas veces la podrá
ayudar a través de cualquier trauma. El hombre que suele haber detrás de la
etiqueta “dominante” hará que ella haga lo mismo por él. Este aspecto no tiene
nada que ver con la D/s. Un dominante puede tener el control de grandes zonas
de la vida de una sumisa, pero cuando lo hace, la sumisa de verdad controla si
lo consiente o no. Él no comete errores a favor de ella cuando se trata de la
forma en que la sumisa vive su vida. Al consentir, ella puede cometer errores.
Su rol en la relación no la hace más sabia o más emocionalmente inteligente de
lo que ella pudiera ser. Si la sumisa decide seguirle y hay beneficios para
ello, no es un regalo. Es simplemente que ella vive su vida, la ha elegido y
consiente lo que ella quiere.
Muy interesante exposición que me da pie a aburrirte un poco con mi visión de la cosa. Y te aseguro que te vas a aburrir.
ResponderEliminarComienzo diciendo que estoy convencido que todos los seres humanos buscamos ser felices, o como prefiera llamarse a ese estado de bienestar perfecto. Yo sostengo que en ese punto somos todos iguales. Lo que nos diferencia es el modo en que obtenemos esa felicidad, o, los modos en que la obtenemos para ser más preciso. Hasta las acciones más solidarias y altruistas están dirigidas a obtener bienestar. Pero no voy a extenderme en este punto porque además de ser aburrido voy a ser confuso.
Concretamente, una sumisa se somete porque se siente bien haciéndolo, de la misma forma que su contraparte, el Dominante, somete por la misma razón. La forma en que se terminará sometiendo será aquella que le proporcione mayor bienestar, felicidad, placer. Esta realidad no excluye, de ninguna manera al amor, al cariño, etc., aunque tampoco las incluye necesariamente. Quizá una sumisa encuentre en su entrega la forma más completa de expresar el amor hacia su Dominante, pero a su vez esa forma de expresión amorosa es la que le reporta a ella la mayor felicidad, y puede ser que otra sumisa encuentre esa misma o parecida felicidad en ser “maltratada” por un Dominante ocasional.
Resumiendo, todos hacemos aquello que nos proporciona la mayor felicidad y obviamente lo hacemos por nosotros mismos, lo que no invalida de ninguna manera, que podamos hacer felices a muchísimas personas.
A las personas que encuentran su propia felicidad en procurar la felicidad de los demás es lo que llamamos comúnmente personas bondadosas, solidarias, altruistas. El hecho que busquemos nuestra propia felicidad no habla mal de nosotros, pero lo que en definitiva define nuestra calidad humana es qué es lo que nos produce esa felicidad.
Saludos
Buenas tardes.
ResponderEliminarEs cierto que siempre se suele decir que cuando una sumisa se entrega, está haciendo un regalo al Dominante.
No creo que el D/s vaya de regalos,va de una relación consentida(sea una relación seria o esporádica) ahí las dos partes disfrutan.
Personalmente no me gusta restregar a nadie si le doy mis atenciones o no,si lo doy es porque quiero,al igual que la otra persona.
Para mí,mi Amo no es más ni menos que yo,es mi compañero ideal en mi camino,mi guía,mi amigo,mi confidente y muchas cosas más.... jajajaja.
Muchos besos y me alegro que haya vuelto.
Un placer descubrir su Blog y gran alegría ver que lo ha vuelto a retomar.
ResponderEliminarPaula.
Pues sí, me ha podido más el gusanillo de este blog.
EliminarGracias
Un placer descubrir su Blog y mucho más volver a leerle.
ResponderEliminarAtte Paula
Leo esta entrada una y otra vez.. Y ni la sumisión ni la dominación son un regalo. nadie regala nada. Ni tan si quiera el pilar básico en el Ds, la confianza. Para que exista vínculo entre ambos es necesario que la confianza fluya y fluya en ambas direcciones.
ResponderEliminarYo me entregue a mi Amo y le di todo el poder porque no lo necesitaba. Me sentía plena diciéndole: estoy plena,confianza total toma y haz cuanto quieras. Es fundirse con el otro, darle aquello q no necesitas para que saque de ti lo que el ansia y desea y tu sola no puedes y por supuesto también deseas.
Dios me libre de pensar que me entrego de manera altruista solo para darle beneficio a alguien! Ese alguien ha conocer cada rincón de mi, cuidarme,protegerme, adentrarse en mi cuerpo y mente. Eso supone un esfuerzo titanico por parte del D y sobre todo denota un enorme interés hacia la sumisa y es exactamente igual para ella. Que sumisa se dejaría someter a un D que no conoce? En una sesión aislada seria mero juego, mero calentón, confianza suficiente para saber que no te sales de los límites pactados.
y discrepo en su comentario cuando dice que nos sentirían atípicas. El verdadero Dom no pensaría tal cosa de la sumisa.
Una relación Ds es pura simbiosis, es entregarse de manera recíproca a la persona que te hace sentir plena, currante,ganarte y demostrar de manera recíproca que confías a pies juntillas en la otra persona, es llegar a fundirse con el otro y sentir ser 1. Eso no es un regalo, es una relación entre dos personas q se necesitan para sentirse plenos. Y labrada con mucho diálogo, confianza, entrega mutua,complicidad, y el intercambio de poder, con gran gusto se lo doy. No lo necesito. Ya me siento suficientemente poderosa cuando me reclama para su placer, entretenimiento, o simplemente porque así lo desea. Desea a la sumisa, desea estar conmigo. Quizás no tenga el poder, pero me siento tremendamente satisfecha.
Paula
Buena noche Señor Bien Ali, feliz de leerlo nuevamente. Tenga usted una excelente noche Señor.
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