miércoles, 2 de noviembre de 2016

El amor es la última forma del sadomasoquismo


No hay nada que puedas experimentar que no esté plagado de dolor y placer, y de una  manera tan explícita, como es el amor. En estado puro y sin cortar el núcleo, es una sensación tan robusta como una exuberante dosis de éxtasis sin que exista nada que pueda duplicar su euforia. En su punto más oscuro y profundo, donde no se permite la luz, ni la esperanza,  ni nada que se asemeje a la felicidad para entrar, es un dolor tan desgarrador, que puede ser la única cosa que pueda romper un alma en este mundo.

Cuando bailamos una canción de amor y cortejamos a nuestra amante con palabras   acciones de genuino cariño, nos derretimos con la anticipación nerviosa de todo lo que es posible en este mundo de maravilla. Creemos que amar a alguien le da sentido a todo lo que alguna vez vayamos a hacer. Entramos en esto con los ojos abiertos y el corazón preparado para darlo, pero lo que no nos damos cuenta, es que somos sádicos y masoquistas cuando llegamos a ser tan vulnerables y exponemos cada terminal nerviosa de nuestro ser y nos arrodillamos ante el poder del Destino. No es decir que sea noble, justo y hermoso entrar en un estado tan majestuoso de intercambio emocional.  Es decir, con una belleza que puede dejar a uno en el temor y tranquilidad. Hasta cierto grado, también puede devastar a una persona, al igual que los latidos más violentos e intensos palidecerían ante el dolor soportado.

Para aquellas personas que anhelan ese nivel último de comunicación, compromiso y conexión, aceptando la propia predisposición de su respectiva encarnación sádica y masoquista de la batalla emocional que todos debemos traspasar con el fin de alcanzar lo que simplemente es conocido como amor, es tan natural como decir simplemente “te amo,” significándolo hasta con la última gota de dignidad que usted tenga. La risa, la seguridad, la realización de un sueño que fue diferido, pero que ahora se ha dado cuenta que no podría existir sin las lágrimas, la inseguridad, la desilusión y el abandono de un sueño que merece la pena perseguir, pero nunca recibido. Amamos porque tenemos la capacidad, tanto para el placer como para el dolor, y dentro de ese crecimiento y sufrimiento, forjamos nuestra identidad dentro de nosotros mismos bajo el abrazo de las relaciones que siempre nos definirán. Podemos amar porque podemos hacer daño. A menudo, están en guerra el uno con el otro, pero a veces, duermen en la misma cama y debido a que nos da la capacidad de no sobrevivir, también nos trae la inspiración para los que amamos así, porque con cada acción, hay una reacción opuesta y la igualdad de la reacción; y con todo lo que está dentro del alcance y el poder del amor, el inmenso placer y el dolor brutal paralizante, nos trae un equilibrio, que es como un juego sádico y masoquista, y por tanto, la capacidad de enamorarse uno del otro por primera vez.




3 comentarios:

  1. Acaba de retomar el blog,Milady. Echará de menos expresar sus pensamientos sobre las sumisas y plasmarlos en escritura.
    Paula

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