No hay nada que puedas experimentar que no esté
plagado de dolor y placer, y de una manera tan explícita, como es el
amor. En estado puro y sin cortar el núcleo, es una sensación tan robusta como
una exuberante dosis de éxtasis sin que exista nada que pueda duplicar su
euforia. En su punto más oscuro y profundo, donde no se permite la luz, ni la
esperanza, ni nada que se asemeje a la
felicidad para entrar, es un dolor tan desgarrador, que puede ser la única cosa
que pueda romper un alma en este mundo.
Cuando bailamos una canción de amor y cortejamos a
nuestra amante con palabras acciones de genuino cariño, nos
derretimos con la anticipación nerviosa de todo lo que es posible en este mundo
de maravilla. Creemos que amar a alguien le da sentido a todo lo que alguna vez
vayamos a hacer. Entramos en esto con los ojos abiertos y el corazón preparado
para darlo, pero lo que no nos damos cuenta, es que somos sádicos y masoquistas
cuando llegamos a ser tan vulnerables y exponemos cada terminal nerviosa de
nuestro ser y nos arrodillamos ante el poder del Destino. No es decir que sea
noble, justo y hermoso entrar en un estado tan majestuoso de intercambio
emocional. Es decir, con una belleza que
puede dejar a uno en el temor y tranquilidad. Hasta cierto grado, también puede
devastar a una persona, al igual que los latidos más violentos e intensos
palidecerían ante el dolor soportado.
Para aquellas personas que anhelan ese nivel último
de comunicación, compromiso y conexión, aceptando la propia predisposición de
su respectiva encarnación sádica y masoquista de la batalla emocional que todos
debemos traspasar con el fin de alcanzar lo que simplemente es conocido como
amor, es tan natural como decir simplemente “te amo,” significándolo hasta con
la última gota de dignidad que usted tenga. La risa, la seguridad, la
realización de un sueño que fue diferido, pero que ahora se ha dado cuenta que
no podría existir sin las lágrimas, la inseguridad, la desilusión y el abandono
de un sueño que merece la pena perseguir, pero nunca recibido. Amamos porque
tenemos la capacidad, tanto para el placer como para el dolor, y dentro de ese
crecimiento y sufrimiento, forjamos nuestra identidad dentro de nosotros mismos
bajo el abrazo de las relaciones que siempre nos definirán. Podemos amar porque
podemos hacer daño. A menudo, están en guerra el uno con el otro, pero a veces,
duermen en la misma cama y debido a que nos da la capacidad de no sobrevivir,
también nos trae la inspiración para los que amamos así, porque con cada
acción, hay una reacción opuesta y la igualdad de la reacción; y con todo lo
que está dentro del alcance y el poder del amor, el inmenso placer y el dolor
brutal paralizante, nos trae un equilibrio, que es como un juego sádico y
masoquista, y por tanto, la capacidad de enamorarse uno del otro por primera
vez.
Que romántico está...
ResponderEliminarAcaba de retomar el blog,Milady. Echará de menos expresar sus pensamientos sobre las sumisas y plasmarlos en escritura.
ResponderEliminarPaula
Supongo.....
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