lunes, 21 de noviembre de 2016

El pecado

Se mueve desde su corazón a su cabeza. Ella quiere sentir amor, pero su cerebro le dice: “Así es cómo conseguirlo.” 

El pecado se mueve desde su cabeza a sus labios. Ella quiere amor, pero su cerebro le dice: “Empieza con un beso.” 

El pecado se mueve desde sus labios a sus manos. Ella quiere sentir amor. “Pero, si le toca donde las chicas buenas se tocan, le amará.” “Si se toca donde las chicas malas se tocan, le amará aún más.” 

El pecado se mueve desde sus manos a sus piernas. Ella quiere sentir amor. “Pero, si envuelve sus piernas a su alrededor y la entrelaza de una manera que no pueda escapar, entonces, le amará aún más.” 

El pecado se mueve desde sus piernas a su núcleo, donde fluyen los jugos. Ella quiere sentir amor. “Pero, si sus jugos están fluyendo, sabrá que ella está abierta a todo el amor que quiera darle. Entonces, la querrá aún más.” 

El pecado se mueve desde su núcleo y envuelve y abraza toda su virilidad. Quiere sentir amor. “Le apretujará con sus músculos, dejará las marcas de sus garras en su espalda, buscará su alma para que se esconda detrás su mirada. Quizás, le ponga nombres. Pero… lo ama. Aunque sólo fuera por la duración.” 

El pecado se queda en su sexo. Para siempre. 
Ella solamente quería sentir amor. 
Ella solamente quería ser amada. 
Ella solamente quería ser amada de nuevo. 

EL PECADO. ¿Cuántos amores? ¿De quién era el trabajo para mostrarle lo que realmente era el amor? Por supuesto, no de él.

 

¿Y ahora? Ella lleva a cada uno de ustedes consigo para siempre, a cambio de la mentira.

 

El pecado. Le dijiste que querías una puta. La dijiste que querías una furcia.

 

El pecado. Renunciando a una parte de ella con cada persona que la cogió.

 

El pecado… para alejarla. No es el diablo. No es malo.

 

Sólo se alejó de la verdad, de la luz. Fragmentado y juntos, pegados de nuevo.


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